Febrero de 1937: cuando Málaga era Siria y Almería era Grecia

Nuevas pesquisas históricas doblan la cifra real de refugiados que huyeron de Málaga a Almería en la Desbandá. La obra «1937. Éxodo Málaga Almería» da la cifra de 300.000

andalucesdiario.es | María Serrano | 21-4-2016

 “La peregrinación de cerca de 200.000 personas desde Málaga a Almería a pie, es algo que no tiene precedente en la historia de las evacuaciones de la guerra. Hombres muertos en la carretera de frío, hambre y cansancio. Mujeres con niños en brazos y con los pies desfigurados y llenos de llagas, caras famélicas…”.

Federico Angulo Vázquez. Capitán del Cuerpo de Carabineros

Málaga, febrero de 1937. El ejército enemigo está a las puertas de la ciudad y la única posibilidad  de salvar la vida para miles de sus vecinos es huir. Huir donde sea y como sea, aunque la única vía de escape es la carretera de Almería. De una guerra no se huye adonde se quiere sino adonde se puede. Los malagueños de entonces son los sirios de ahora y la Almería adonde llegaban desesperados y con apenas lo puesto en la Grecia de nuestros días, a cuyas costas han estado arribando durante meses decenas de miles de personas huidas de la guerra hasta que la Unión Europea ‘subcontrató’ los servicios de Turquía para ‘ocuparse’ de ellos.

El terrible episodio conocido como la Desbandá sigue a día de hoy desvelando nuevos datos, como los que se han presentado recientemente en el libro ‘1937. Éxodo Málaga Almería’, gracias al trabajo de losinvestigadores Andrés Fernández y Maribel Brenes. “En el estudio que hemos realizado durante más de seis años, hemos detectado en los archivos de la Fundación Negrín la increíble cifra de 300.000 refugiados huyendo de los golpistas por aquella carretera nacional 340”, apunta Fernández a andalucesdiario.es. La cifra hasta ahora manejada por la historiografía era de 150.000, aportada por el médico canadiense Norman Bethune que atendió a los enfermos y desnutridos en aquel éxodo forzoso en el mes de febrero de 1937.

En la obra, que coincide el 79 aniversario del cruel episodio, no solo se narra la desesperada huida de civiles, sino que se incorporan hechos y antecedentes militares de relevancia, como las posiciones de los ejércitos de ambos bandos durante la batalla de Málaga. “Narramos desde el período en que el Gobierno republicano empieza a perder posiciones, desde la entrada de los militares en la provincia por Antequera el 12 de agosto de 1936, hasta la rendición final de la capital en la madrugada del domingo 7 de febrero”.

Aquella noche, el Jefe de la Base de Málaga comunica al Jefe de la Flota que las fuerzas sublevadas “estaban por todos los frentes a las puertas de Málaga”. La población, desesperada por el pánico de las bombas, intentaba con los pocos hombres que quedaban de las milicias de voluntarios retrasar la llegada de los tanques con bombas de mano y dinamita. Pero nada frenó el fuerte avance. Málaga ya no era republicana y los milicianos y los familiares huían en masa. “Si tenemos en cuenta que Málaga tenía una población de aproximadamente 190.000 habitantes, en aquellos momentos de miedo huyeron más de 90.000 unido,s a los 100.000 restantes que ya habían marchado de los pueblos dirección a Almería”, relata el arqueólogo.

TESTIMONIOS DESGARRADORES

Juan José Olmos Fernández, director de la Farmacia Municipal, destacaría cómo “el pánico se apoderó de todo el mundo y al atardecer, decenas de miles de personas abandonaban desordenada y precipitadamente Málaga”. Cuatro días duró la intensa y traumática pesadilla de la Desbandá para miles y miles de familias. En el relato del capitán de carabineros Federico Angulo Vázquez se describe con crudeza “el espectáculo doloroso de una gran masa de fugitivos que comenzaban a llenar las calles almerienses. Pintados el terror y la fatiga en su rostro”.

Mientras tanto, el general golpista Queipo de Llano ordenaba la persecución de todos los malagueños que corrían despavoridos por la carretera de la muerte. El barco ‘Baleares’, anclado a pocos kilómetros de la costa, disparaba sus proyectiles “no solamente contra vehículos, paralizando por completo el tráfico, sino también contra los peatones”. Los testimonios orales que recoge la publicación resultan desgarradores. Como el de Salvador Guzmán Urbano, nacido en 1928, que narraba en primera persona el suicidio completo de una familia, desesperada ante el rumbo de los acontecimientos: “El hombre saca la pistola y mata a la hija y al hijo, después mata a la mujer y cuando fuimos a cogerle se pegó un tiro. Esos son los primeros muertos que vi delante de mí”.

De aquella columna de 300.000 huidos están aún por detallarse el número personas que regresaría a sus pueblos de origen. “En Almería llegaron a concentrarse casi 100.000 personas. Otros habían regresado a sus pueblos por el mensaje de Queipo de Llano de que no les pasaría nada si no tenían las manos llenas de sangre”.

LA LLEGADA A ALMERÍA

La Voz de Almería relataba el domingo 10 de febrero de 1937 la ingente llegada de refugiados. “El éxodo de la ciudad malagueña en dirección a esta capital y otras poblaciones de Levante continuó durante todo el día del domingo. Llegaron infinidad de camiones, procedentes de Málaga, abarrotados de personas, en su mayoría mujeres y niños”. Fernández apunta que era tal la cantidad de personas que “el gobierno de Almería hizo un registro de unidades familiares con casi 1.700, consignando los cabeza de familia y los hijos y mujeres a su cargo”. Aquel registro incluía también gente internada en centros sanitarios por el fuerte shock traumático provocado por la dramática situación, por heridas de metralla, inanición, bronquitis, ampollas en los pies… Muchos de ellos fueron llevados al campamento de Viator, que habilitaron para la masa de refugiados.

Entre las incógnitas que aún han quedado por resolver, se encuentra la de los restos de quienes cayeron en plena carretera de la Desbandá. “No se conoce fosa ni enterramiento y muchos de ellos pueden estar en los cementerios de los pueblos donde fueron muriendo o arrojados al mar”, aclara el arqueólogo. Aquella carretera de la muerte quedó abandonada tras la construcción de la nueva autovía en el año 1992. Bajo su asfalto quedaría olvidada para siempre buena parte de las víctimas de aquella huida desesperada.

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