Félix Población. Los nombres de la memoria no se borran con ninguna manguera

El Huffington Post /16/09/2015 07 /Félix Población

Tania López Alonso y Silva Gallo Roncero escribieron hace algunos años el libro titulado San Marcos. El campo de concentración desconocido, que mereció dos ediciones, con una segunda ampliada y corregida que se publicó en 2013. Allí estuvo encarcelado Victiamo Crémer, uno de los más reputados poetas españoles del pasado siglo, que falleció centenario (102 años) y mantuvo hasta el último día su columna periodística en el El diario de León. En San Marcos conoció al abuelo del expresidente Rodríguez Zapatero, el capitan Lozano, que luego sería fusilado.

En San Marcos -leo- estuvieron presos al tiempo 7.000 hombres y 300 mujeres y llegaron a pasar por sus sórdidas estancias más de 20.000 personas entre 1936 y 1940. Allí se vivió el paso del terror caliente de los primeros meses del golpe, al terror institucional, programado, sistemático, implacable. Las condiciones de vida en aquel campo de concentración eran atroces: hacinamiento, frío, nula higiene, paupérrimo rancho y, sobre todo, miedo, pánico a ser paseado, terror a ser fusilado o asesinado de un tiro en la nuca. 

Cada día -sigo leyendo-, una multitud de mujeres se agolpaba a las puertas de San Marcos a esperar bajo su hermosa fachada la terrible noticia de la muerte de su marido, su hermano o su hijo. Aquella obra plateresca incorporaba entonces grutescos humanos de terror y gritos, figuras humanas que hacían cola para llevar ropa a sus maridos y recibían la respuesta de los guardianes: “No hace falta, donde va ir no la va a necesitar”. Mujeres que llevaban leche, comida, a sus maridos y que eran despachadas con la brutal indife­rencia del matarife de guardia.

Con motivo de los quince años de la fundación de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, León ha sido la ciudad en donde se celebró este pasado fin de semana una serie de actos conmemorativos de tal hecho. En quince años se han exhumado cuarenta y ocho fosas y rescatado los restos de ciento setenta y seis víctimas en la provincia, la mayoría aún sin identificar. La vida de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica arrancó hace quince años en Priaranza del Bierzo y ha llegado este verano, pese a la precariedad económica, al kilómetro 15 de la carretera de Gradefes, a la mayor fosa de la Guerra de España en la provincia de León.

Entre las iniciativas simbólicas puestas en marcha este pasado fin de semana en la capital de la provincia figuraba la de escribir con tiza, en el suelo del entorno del hoy Hostal de San Marcos, los nombres de los miles de prisioneros que estuvieron encerrados en ese campo. El alcalde de León, Antonio Silván (PP), no ha soportado tan sutil y perecedera escritura -borrable con la lluvia- y ha recurrido de inmediato al manguerazo, como si esa nómina equivaliera a algún tipo de excremento o suciedad, a erradicar por la vía de urgencia. Creo oportuno señalarlo para que el nombre de ese partido quede una vez más ensuciado con su indiferencia, su recelo y animadversión hacia la memoria democrática de este país.

No hay manguera que pueda con esos nombres, señor alcalde: están dentro de cada uno de sus hijos. Y de quienes tienen constancia histórica de contra quiénes y contra qué combatieron los nombrados. Se llamaba fascismo, y hoy en Europa y en León se debería tener en cuenta más que nunca lo que significó, porque podría renacer.