Franco contra las mujeres. Las 15 “rosas” no estaban en su tumba.

Las hermanas Dària y Mercè Buxadé Adroher crecieron entre pasteles, frutas confitadas, bombones y peladillas, en la confitería que regentaba su familia en Santa Coloma de Farners (Girona). Ambas se formaron como técnicas sanitarias, favorecidas por los nuevos vientos de progreso que supuso la República para muchas españolas que querían ganarse la vida por sí mismas. En agosto de 1936, recién estallada la sublevación militar, Dària, de 23 años, y Mercè, de 18, se presentaron como enfermeras voluntarias de la Cruz Roja para una expedición republicana a Mallorca, donde la insurgencia había triunfado.

A bordo del buque Ciudad de Tarragona, fletado por la Generalitat de Cataluña, viajaron las hermanas Buxadé junto con otras tres jóvenes enfermeras cargadas de solidaridad. Fueron destinadas al hospital de campaña de Son Carrió, donde pasarían veinte días sin dar abasto entre heridos y muertos. Ante el avance de los sublevados, las tropas republicanas  abandonaron repentinamente el frente de guerra, dejando a su suerte a una buena parte del contingente.

A las pocas horas, las cinco enfermeras fueron apresadas por un pelotón falangista. Primero las llevaron a la Escuela Graduada de la localidad de Manacor, utilizada como prisión. Allí, en el patio, repleto de macetas floridas y de prisioneros apelotonados, les sacaron una foto, como un trofeo de guerra; las cinco mujeres posaron con la vista clavada en el suelo.

Lo que sufrieron después las muchachas está relatado en la querella de la organización internacional Women’s Link Worldwide, incorporada a la causa contra los crímenes del franquismo que instruye en Argentina la jueza María Servini.

Pide la entidad que se investigue bajo la perspectiva de violencia de género la cruel represión que sufrieron las mujeres republicanas durante la sublevación militar y la dictadura franquista hasta la llegada de la Transición. “Fue una violencia específica contra las mujeres, de una brutalidad inusitada, que incluyó la agresión sexual, la tortura, el robo de bebés y el escarnio público”, afirma Glenys de Jesús, directora legal Internacional de Women’s Link, una organización formada por mujeres juristas que trata de erradicar las desigualdades que sufren las mujeres.

Las cinco enfermeras no pasaron mucho tiempo en la improvisada prisión. Las subieron a un camión y las condujeron a la sede de Falange, en el centro de Manacor. Un médico,  acompañado por varias monjas, examinó ginecológicamente a las jóvenes. Los falangistas las tildaban de prostitutas, y querían saber si eran vírgenes. Después las violaron repetidamente. Al día siguiente fueron fusiladas en el cementerio de Son Coletes. Sus restos se encuentran en una fosa común que aún no ha sido abierta.

La represión en Mallorca se saldó con dos mil hombres y 27 mujeres asesinados. “Pero pese a la diferencia cuantitativa, podemos decir que la represión contra ellas fue más dura –sostiene el historiador Bartomeu Garí Salleras, miembro de la Asociació Memòria de Mallorca–:

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