HACE 85 AÑOS: IMPLANTANDO EL TERROR FASCISTA (II). Por Ramón Barragán Reina.

LA OCUPACIÓN MILITAR DE CANTILLANA Y TOCINA EL 30 DE JULIO DE 1936

Ramón Barragán Reina. Asociación Comarcal Pro Memoria Democrática Vega Media del Guadalquivir / 31 de julio de 2021

La represión militar-fascista, comenzada en los otros pueblos de la Vega Media del Guadalquivir los día 26 y 27, continuará con las ocupaciones extremadamente violentas del día 30 de julio de 1936.

El 30 de julio de 1936 la columna militar de José Gutiérrez Pérez salió de Sevilla en dirección a Cantillana y Tocina. Estaba formada formadas por unidades militares, en la que no faltaban los legionarios, y fuerzas de orden público, acompañados de voluntarios (falangistas, requetés y otros), y con camiones, ametralladoras, fusiles, tanqueta, cañón del siete y medio y ambulancia. Además, junto a esta columna iba la Harka Berenguer, unidades irregulares formadas por mercenarios marroquíes. En definitiva, un ejército bien pertrechado y dispuesto a hacer frente a todo lo que le pusiera por delante. Ya no había vuelta atrás, después de dos días tensa calma. Nadie podía imaginar lo que iba a suceder. El peligro fascista, surgido de la alianza entre militares y terratenientes, estaba cada vez más cerca y ninguna preparación defensiva valdría para nada.

Cuando los militares sublevados divisaron Cantillana, instalaron un cañón del siete y medio en El Cortijillo, desde donde tenían una panorámica perfecta de todo el pueblo, e hicieron tres disparos: uno de ellos dio en la puerta de la Ermita de la Soledad, haciendo huir a los cazadores, que vigilaban aquella zona y a muchos vecinos más; otro, cayó al inicio de la calle Convento, y un tercero, pasó de largo y llegó cerca del Barquete, lugar por donde se cruzaba el Guadalquivir para ir a Tocina o Carmona. Después, continuaron avanzando por la actual carretera A-436 y, una vez, cruzado el río Viar por el antiguo camino, que aprovechaba el vado natural allí existente, para eludir pasar por el puente, pues temían que pudieran volarlo, el avance hacia Cantillana era imparable. Algunos trabajadores cantillaneros, siguiendo instrucciones del Comité Local, se apostaron en los lugares que ellos creían mejores para hacer frente a las tropas ocupantes. Su material bélico era escaso: unas escopetas, algunas pistolas y poco más. A pesar de los cual, parece ser que se atrevieron a usar sus armas, hiriendo a algún soldado, pero, al ver que éstos avanzaban y ellos nada podían hacer, desistieron del propósito de hacerles frente. Se produjo una huida masiva, que ya había empezado con el primer cañonazo disparado por las fuerzas fascistas. Algunos volverían de noche y otros llegarían hasta Madrid para enrolarse en las milicias que defendían la capital. El único falangista detenido aprovechó la huida de quien lo vigilaba para salir y unirse a sus compañeros de armas.

A partir de ese momento, Cantillana sería violentamente ocupada manu militari el jueves 30 de julio por las heterogéneas fuerzas fascistas dirigidas por José Gutiérrez Pérez, que llevaba como segundo al comandante de ingenieros Gonzalo Briones Medina, muy querido por la élite del pueblo. Llegaron  a mediodía por la calle Esperanza (actual Avda. Andalucía), donde habían hecho explosión algunas minas colocadas para impedir su paso, y entraron en el pueblo, disparando a diestro y siniestro y provocando los primeros heridos y muertos: hirieron a dos vecinos, José Martínez García, de 21 años de edad, que morirá antes de que la ambulancia llegara a Los Pajares, camino de Sevilla, y Manuel Rodríguez Machuca, de 22 años, al que habían dado un tiro en la cara, y mataron, algo más adelante, a Juan González Espinosa, de 12 años, y Rafael Romero Monge, de 20 años de edad. “Las fuerzas que vienen a pacificar España, evitando la anarquía que venía existiendo”, no quedaron contentas que esas muertes, por ello en plena calle Real un legionario mata a Jesús Castillo Guerrero y en la Cuesta Maero otros militares al médico Diego Sarmiento Infante, cuando éste se negó a vitorear a España y contesto con un Viva la República. Fueron las primeras cinco víctimas de las fuerzas ocupantes, pero no las ultimas. Horas después, efectuaron los primeros asesinatos (no menos de nueve) en aplicación del Bando de Guerra. Al cuartel, que estaba junto a la Ermita de la Misericordia, llegaron los muchos detenidos en las calles cantillaneras, y escogieron a un grupo de hombres que fueron asesinados en el Barranco, al final de la callejuela que sale de la Plazoleta del Caño en ese sentido. En el grupo estaban: Antonio Pablo Gil, Miguel y Santos Blanco Escobar, Tomás Macías García, Manuel y Nicolás Uceta Alonso, que opusieron, junto con otros, resistencia a las tropas de Gutiérrez Pérez desde la torre de la iglesia, y Rafael Boleco. Los vecinos de la Plaza del Caño vieron, poco después, pasar los cuerpos de los asesinados en el Barranco transportados, sin ningún decoro ni dignidad, en unas escaleras, que hacían las veces de parihuela o camilla, para subirlos a un camión estacionado en la calle Pastora Solís y ser llevados al cementerio y enterrados en la fosa abierta por detrás de la última fila de nichos del cementerio viejo. Los demás detenidos, unos doscientos, fueron encerrados en diversos locales: la cárcel del pueblo, la sede de la CNT, en la Plazoleta del Reloj, y el local de la Administración de Consumo, en la actual calle Egido. Desde ahí irían sacando a hombres y mujeres camino de las tapias de algunos cementerios de Sevilla y su provincia.

El terror fascista, implantado a sangre y fuego, se había ya apoderado de todos los vecinos y los que pudieron habían huido. Así es que, tras la “pacificación”, “por llamamiento patriótico del Jefe de las fuerzas…” y “revestidos del mejor entusiasmo” constituyeron la Comisión Gestora municipal: Juan Arias Rivas, volverá a ser el alcalde-presidente, y Manuel Camacho Peral, Francisco Durán Pérez, Francisco Naranjo Solís, José Naranjo Díaz, Manuel Zayas Solís, Antonio Barrera Sanz, Ramón Farfán Rivas, Francisco Sarmiento Espinosa y José Naranjo León, los nuevos gestores. La vieja élite del pueblo volvía a las instituciones locales tras el paréntesis republicano.  El 5 de agosto (primera “saca”), José Pueyo Solís, Alcalde de Cantillana durante la República, acompañado de su hermano Manuel, otros cinco trabajadores y una mujer fueron asesinados (ejecutados sin juicio previo) en las tapias del cementerio de Sevilla e inhumados en la fosa Pico Reja. Después, en  sacas posteriores, asesinarían a muchos más vecinos.

Terminada la ocupación de Cantillana, la columna de José Gutiérrez Pérez continuó camino hacia Tocina, atravesando el Guadalquivir por la Barqueta.

Antes de la llegada de la columna militar, encontraron la muerte tres falangistas armados (Manuel Martínez, Baldomero García y Manuel Hoyos), que llegaron en coche desde Sevilla, creyendo que Tocina ya estaba ocupada. Entraron en Tocina, queriéndose saltar todos los controles puestos por el Comité Local. Fueron detenidos y fusilados. En ese momento comenzó ya la huida de muchos tocineros.

Tocina, al igual que Cantillana, fue ocupada con extrema violenta, pero con más muertos en las calles.

Unos cañonazos anunciaron, hacía las cinco de la tarde, la llegada de los militares sublevados y sus acompañantes. Una vez en las calles del pueblo, asesinaron a los que encontraban a su paso como si fuesen animales. En esas circunstancias, mataron a un joven de 17 años y a Manuel González, Luis Salinas, Manuel Jaramago, Antonio Páez, Antonio Fernández, José Rodríguez y otros muchos más. Buscaron a Manuel Tellado, dirigente del PCE, pero al no encontrarlo asesinaron a su hermano Luis, de 21 años, y a su padre. Llegaron al Ayuntamiento, donde encontraron sin novedad los 35 detenidos por el Comité Local, y se dirigieron al cuartel de la Guardia Civil, del que salieron tres guardias y un cabo, pues dos guardias y el sargento habían muerto en el intento de fuga del pueblo para no acatar órdenes de la autoridad municipal y el posterior repliegue en el cuartel, donde estuvieron vigilados por trabajadores armados durante diez días. Por último, destacar que entre los muchos detenidos, eligieron, con el asesoramiento de derechistas locales, a unas treinta personas, que fueron puestas delante de una metralleta y asesinadas en el paso de nivel, cerca de la estación de FFCC, sin piedad. Fue un acto cruel, inhumano y espeluznante.

Nada pudieron los tocineros para hacer frente a la violencia desplegada por las tropas fascistas, que –con la población aterrorizada–  controlaron la localidad a últimas horas de la tarde y procedieron a la constitución de la Comisión Gestora en el Ayuntamiento. Fue presidido por “el Señor Comandante de la Columna de Operaciones D. José Gutiérrez Pérez en representación del Exmo. Señor General Jefe de la 2ª División D. Gonzalo Queipo de Llano…”, que “les hizo presente la difícil situación por que atraviesa nuestra querida España”. Fue nombrado alcalde-presidente  Francisco López Toro y como gestores: Andrés Gavira Rodríguez, Antonio García Capilla, José Ramos Guitar, José Márquez Pérez, Antonio Olís Bocanegra, Gumersindo Márquez Martínez de la Peña, Fernando Gutiérrez López, Francisco Ramírez Jiménez, Manuel Neyra Gallego y Nazario de Torres Gutiérrez. En enero de 1937 Andrés Gavira Rodríguez, sustituyó a Francisco López Toro. Manuel Naranjo Alonso, Alcalde republicano de Tocina, que dimitió el 25 de mayo, fue asesinado el 7 de octubre de 1936, junto a  José Carrasco Rodríguez concejal, en La Rinconada; Manuel Romero Martín, que le sustituyó de mayo a julio, sufrió prisión tras la guerra, siendo condenado a cadena perpetua y aunque obtuvo la libertad condicional en 1946, no pudo volver a Tocina, porque fue desterrado a San Jerónimo (Sevilla).

El 1 de agosto de 1936 hubo un intento desde Villanueva del Río y Minas de retomar Tocina por parte de la columna Cañete, formada por el Alcalde republicano de Peñaflor y obreros de la Mina y jornaleros de la comarca, que fracasó tras una enconada lucha y la muerte de tres personas.

La represión militar-fascista, como parte de la limpieza política de clase iniciada el 18 de julio, continuaría  en Tocina y en Cantillana en los días siguientes (y meses y años después), tal como ocurrió en todos los pueblos de la provincia, militarmente ocupados y sometidos al poder militar. De hecho, 145 hombres y mujeres, incluyendo los asesinados el día de la ocupación militar, fueron víctimas mortales por aplicación del Bando de Guerra: 67 de Cantillana, de los cuales 45 están en las fosas comunes de Cantillana, Sevilla (Pico Reja, Monumentos y otras), Alcalá del Río, Brenes, Tocina, Cabezas de S. Juan, Gusen (Austria) y 22 en lugares desconocidos, y 78 de Tocina, de los cuales 56 deben estar en las fosas comunes de Tocina, Sevilla (Pico Reja), La Rinconada, Alanís, Villanueva del Río y Minas, Sanlúcar la Mayor, Gusen y 45 en lugares desconocidos. La mayoría eran obreros del campo, al igual que los 133 que después de la guerra estuvieron en prisión: 65 cantillaneros (4 muertos en prisión) y 78 tocineros (2 muertos en prisión y 1 ejecutado). Además, murieron defendiendo la República: 7 hombres de Cantillana y 2 de Tocina, y fueron dados como desaparecidos: 4 cantillaneros y 7 tocineros.

                                                                                                         

                                                                                                      

Bibliografía

BARRAGÁN REINA, R. Cantillana II República. La esperanza rota. Ed. Muñoz Moya, Brenes (Sevilla). 2006.

—  De la clandestinidad a la libertad conquistada. Antifranquismo y lucha obrera en la Vega Media del Guadalquivir, 1939-1976. Ed. Circulo Roja, 2104. 

— Impacto y consecuencias de la ocupación militar de los pueblos de la Vega Media del Guadalquivir en julio de 1936, en: Tocina Estudios Locales, nº. 9, 2020, pp. 497-522.

GARCÍA MÁRQUEZ, J. M., Las Víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1936-1963), Aconcagua, 2012.

— Semblanza de una historia inconclusa: Tocina, 1936, en  Tocina Estudios Locales, n.º 3. 2014, pp. 95-126.

Archivos:

Archivo Municipal de Cantillana (AMC): AMC, legajo 14, borrador de acta de la reunión de la Comisión Gestora del día 22 de agosto de 1936. Las frases entrecomilladas y en cursiva del texto pertenecen al borrador de acta del 30 de julio de 1936.

Archivo Municipal Tocina (AMT), libro 7: Actas capitulares.  Las frases entrecomilladas y en cursiva del texto del acta del 30 de julio de 1936.

Archivo Histórico Nacional (AHN): Causa General, Caja 1040-1.

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