Huelva. Muere el polifacético Antonio Granados Valdés

Pérdida irreparable para el mundo de la cultura, el artista fallece en Madrid a la edad de 102 años.

Un Consejo de Guerra lo condenó a muerte, posteriormente conmutada.

Juan A. Hipólito / Nerva / 15 Mayo, 2020 / huelvainformacion.es

El pintor, grabador, dibujante y crítico de arte, Antonio Granados Valdés fallece de muerte natural en Madrid a los 102 años de edad. Nerva pierde a otro de los grandes de la pintura local. Cosechó una larga y dilatada trayectoria artística. Fue discípulo de Vázquez Díaz. Siempre estuvo comprometido con la libertad. Y trabajó incansablemente por y para la cultura a ambos lados del Atlántico.

El museo Vázquez Díaz de Nerva y las sociedades Centro Cultural y Círculo Comercial le rindieron en agosto de 2017 un más que merecido homenaje con una triple exposición antológica que, bajo el título “Cien años de vida, arte y compromiso”, mostraba diferentes etapas del artista representadas en 160 obras. 

Una larga y dilatada trayectoria artística

Granados inició su creación pictórica como autodidacta en su Nerva natal. Años más tarde, tras pasar por todo tipo de experiencias políticas y militares se centra en su vocación artística de la mano del prestigioso pintor asturiano Evaristo Valle. Su paisano y famoso pintor Daniel Vázquez Díaz termina por completar su formación pictórica. Al poco decide cruzar el Atlántico y asentarse en Venezuela como profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central en Caracas y como director de la División de Extensión Cultural de dicha facultad donde ejerció la docencia durante más de veinte años.

Tras su regreso a España en 1978 ejerce la crítica de arte en diversas publicaciones especializadas, así como en sus propios revistas, como Escriarte y Nerva, de las que fue editor y director. Fue miembro de la Asociación Madrileña, Nacional e Internacional de Críticos de Arte, y autor de varios libros, entre ellos dos autobiográficos.

Siempre estuvo comprometido con la libertad

Siempre departía con sus invitados todo tipo de aventuras y desventuras vividas a lo largo de su longeva vida: sus inicios en las Juventudes Socialistas cuando tan solo contaba con 14 años de edad; la amenaza de la empresa minera de Riotinto de despedir a 3.000 trabajadores en 1932, a la que se opuso el ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero; su participación en la huelga general revolucionaria del 34, etc.

“Eran tiempos convulsos”, recordaba Granados a todos cuantos visitaban su casa en Madrid, “y los jóvenes teníamos que organizarnos para plantar cara a lo que se nos avecinaba”. Por aquel entonces las reuniones en la Casa del Pueblo eran constantes y las tertulias revolucionarias entre jóvenes dirigentes se sucedían una tras otra. Recita los nombres de sus compañeros como si fueran a responder a su llamada, “López Real, Romero Marín, por aquel entonces socialista, Fausto…”.

Lo recordaba todo como si lo hubiera vivido ayer mismo. Granados tenía una memoria prodigiosa. No dejaba indiferente a nadie con su prodigiosa memoria y su retahíla de acontecimientos: los Gobiernos republicanos de derechas y de izquierdas; el alzamiento militar y el asesinato de su primo, el teniente Tomás de Prada, a manos de las fuerzas sublevadas; su propia detención, tortura y condena a muerte, más tarde conmutada; su paso por La Legión, etc.

Fue discípulo de Vázquez Díaz

Recordaba con total claridad el ambiente artístico que vivía Nerva en sus mejores años y por la relación que Granados llegó a mantener con el pintor Daniel Vázquez Díaz. “Yo empecé a dibujar en la escuela de Fontenla con Labrador, pero a Vázquez Díaz no lo llegué a conocer en persona hasta final de los años 40 del siglo pasado. Fue mi mujer quien me animó a viajar a Madrid para presentar mis trabajos al maestro. Enseguida congenié con él y accedió a enseñarme. Pintaba todo los días bajo la supervisión del maestro. Allí conocí a otros alumnos que después se ganaron su propia fama como, Rafael Canogar o Agustín Ibarrola”, recordaba en una de sus últimas visitas.

En sus inicios también fue asesorado por el famoso pintor asturiano Evaristo Valle. A comienzo de los años 50 empieza a exponer sus primeras pinturas en muestras individuales y colectivas realizadas en Madrid. Después le siguieron varias exposiciones en Gijón, donde llegó a residir durante varios años, Oviedo, Sevilla, etc. En enero de 1954 recibió una invitación para exponer en el Museo de Bellas Artes de Caracas, Venezuela, y un año más tarde ya estaba emprendiendo una nueva vida al otro lado del Océano Atlántico, que se prolongó por espacio de 23 años.

Trabajó por y para la cultura a ambos lados del Atlántico

En Caracas ejerció como profesor de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela y como director de su División de Extensión Cultural ejerció la docencia durante más de veinte años. Además, fue comisario y organizador de exposiciones nacionales e internacionales, así como de diversas actividades culturales y artísticas. También colaboró en diarios y revistas con artículos de crítica de arte ilustrados por sus propios dibujos. 

A su regreso a España en 1978 se instala en Madrid y empieza a ejercer la crítica de arte en diversas publicaciones, pero no tarda mucho en volver a crear como pintor y como literato. En ocasiones vuelve a su localidad natal para entregar diferentes lotes de libros de arte a la Biblioteca Municipal José María Morón, presentar algún que otro libro autobiográfico, y donar un buen número de obras de arte al museo que lleva el nombre de su maestro. 

Su avanzada edad le impidió desplazarse hasta la tierra de artistas que le vio nacer hacía más de un siglo para presenciar la inauguración de su triple exposición antológica, pero hasta Madrid le llegaron los ecos de un nuevo éxito que sumar a su amplia y provechosa carrera.

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