Identificado un jiennense «olvidado» en Valdenoceda

El valdepeñero Plácido Cabrera murió de hambre y de frío en la cárcel burgalesa

Diario Jaén | Rafael Abolafia | Jaén | 2-4-2016

El pequeño municipio burgalés de Valdenoceda albergó durante más de seis años —entre 1938 y 1945— una de las prisiones de castigo más duras de la época de posguerra. Más de tres mil presos republicanos malvivieron en condiciones infrahumanas en una antigua fábrica de sedas que el régimen franquista transformó en una de las cárceles más cruentas de toda España. Por ese penal pasaron 5.834 personas que soportaron una vida marcada por el frío, el hambre y los castigos físicos. Muchos no pudieron aguantar y murieron.

Hay constancia documental del fallecimiento de 154 presos, de los que catorce eran naturales de la provincia de Jaén. Los fallecidos eran enterrados en una fosa común. Desde hace más de una década, la Asociación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda trabaja para poner nombre a estos restos. Y este colectivo acaba de poner fin a un enigma que duraba ya más de 74 años: ha identificado los restos exhumados de Plácido Cabrera Fuentes, un vecino de Valdepeñas de Jaén, que murió “de hambre y de frío” el 16 de enero de 1942. Hasta ahora, nada se sabía de su existencia. El próximo 16 de abril, sus familiares recogerán los restos y, por fin, podrán ser enterrados en su pueblo natal.

La propia Asociación de Valdenoceda ha hecho pública parte de la historia de este represaliado del franquismo. Fue detenido al finalizar la guerra y sometido a juicio sumarísimo. Condenado, fue trasladado en vagones de ganado a la cárcel de Valdenoceda. No pudo aguantar la durísima vida de aquel penal y falleció. De su enterramiento en la parcela de Instituciones Penitenciarias se encargaron sus propios compañeros, escoltados por los carceleros.

Plácido era viudo, pero dejó hijos, Reyes, Nicolás y María. Hace unos años, uno de sus nietos donó una muestra de saliva. Inicialmente, los antropólogos pensaban que el valdepeñeros seguía enterrado —hay que recordar que la exhumación quedó incompleta y se cree que quedan todavía 24 cuerpos por desenterrar—. Además, en la partida de defunción de Plácido constaba como nacido en Valdepeñas —no especificaba que era de Jaén—, por lo que en la Asociación se pensó que era natural del municipio de Ciudad Real. Sin embargo, hace unos meses, los forenses contratados por el colectivo realizaron un análisis rutinario y contrastaron el ADN de unos huesos con el donado por los familiares de Plácido. “Dio positivo. Para nosotros fue una satisfacción enorme”, destaca Manuel Sempere, portavoz de esta institución. Y es que no es para menos: otra verdad desenterrada y otra persona que, por fin, puede descansar en paz.

Lo hará a partir del próximo 16 de abril. Un biznieto de Plácido Cabrera, Manuel de los Reyes, confirma que varios familiares se desplazarán hasta el penal de Valdenoceda para recoger los restos y enterrarlos en el cementerio de Valdepeñas de Jaén: “Queremos que sea una ceremonia muy íntima”, sostiene.

Este familiar directo pretende elaborar un trabajo de investigación para saber exactamente los motivos por los que su bisabuelo fue detenido, juzgado y condenado. “En aquel tiempo había dos periódicos locales en el municipio, llamados ‘Patria Chica’ y ‘El Pueblo’. El Instituto de Estudios Giennenses conserva varios ejemplares y tengo intención de revisarlos para hacerme una idea de lo que pudo pasar”, relata. Desde luego, trata de reconstruir un episodio apasionante de la historia de Valdepeñas de Jaén.

Enigmas del pasado que ya han sido esclarecidos

La Asociación de Familiares de Represaliados en Valdenoceda quiere sacar del olvido a los que fueron enterrados en una fosa común del penal hace ya casi tres cuartos de siglo. Ya le ha puesto nombre a casi 60 de aquellos presos que sufrieron las penalidades de una de las cárceles más duras de la posguerra. Entre los que ya descansan en paz hay varios jiennenses. Así, a lo largo de los últimos años, la Asociación rescata de la negrura y el olvido a siete personas que nacieron en la tierra del Santo Reino. Es lo que ocurrió, en marzo de 2010, con Bernabé Ruiz Castillo, un alcalaíno fallecido en febrero de 1941 por una “colitis ulcerosa” —un eufemismo usado en Valdenoceda para esconder el hambre— o el fuensanteño José Venzalá Carrillo.

Ya en junio de 2013, fueron entregados los restos de Roque González Bueno y de Pedro Medina Lozano, naturales de Arjonilla y Marmolejo, respectivamente. Más recientemente, en junio de 2014, la Agrupación de Represaliados de Valdenoceda encontró a los familiares de Pedro Blanco Cobo, nacido en Villanueva de la Reina; y de Vicente Bellido, un jornalero nacido en Alcaudete y residente en Martos. Fue un sobrino, que vive en el Monte Lope Álvarez, el que recogió los restos y los llevó a su pueblo.

Hace unos meses, los familiares de Toribio Navío, que había nacido en Villarrodrigo y que falleció en Valdenoceda, también fue localizada. Y lo mismo ocurrió con la del alcalaíno Pedro Muñoz Pulido, fallecido en marzo del 41 en el penal burgalés. Hay tres casos de jiennenses que se sabe fueron enterrados en la fosa común, pero cuyos familiares no han sido encontrados aún.

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