Iñaki Arzoz. Criptofascismo

Que una organización golpista consiga encausar a dos documentalistas  como Clemente Bernad y Carolina Martínez por la realización del documental ‘A sus muertos’, sobre el llamado Monumento a los Caídos de Pamplona, resulta una vergüenza y un atentado contra la libertad de expresión.  

ELSALTODIARIO.COM | IÑAKI ARZOZ | 30-10-2018

Los próximos días 14 y 15 de noviembre tendrá lugar en el Juzgado nº 3 de Pamplona uno de los procesos más insólitos en la reciente intrahistoria de nuestra ciudad: el juicio contra Clemente Bernad y Carolina Martínez, artivistas de la memoria histórica y editores de Alkibla, por la realización del documental A sus muertos, sobre el llamado Monumento a los Caídos de Pamplona, ya presentado en las Jornadas organizadas por ZER en 2017 ¿Qué hacemos con el Monumento a los Caídos? En concreto la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz les acusa del delito de “revelación de secretos del artículo 197.1 del Código Penal” por, supuestamente, intentar filmar una de las misas de homenaje golpista que celebran cada 19 de mes en la cripta del monumento, donde hasta hace poco estuvieron enterrados los líderes del sanguinario Alzamiento Mola y Sanjurjo. Que una organización golpista consiga encausar a dos documentalistas por hacer su trabajo, resulta una vergüenza y un atentado contra la libertad de expresión. Y que el juzgado y la fiscalía le den carta de naturaleza demuestra en que país amordazado y miserable vivimos, todavía.

Un país que gracias a una Transición contemporizadora con el franquismo, sin su Juicio de Núremberg o al menos sin Comisión para la Verdad y la Reconciliación al estilo sudafricano, acaba convertido, inexorablemente, en una anomalía democrática que permite la existencia de puntos ciegos, en los cuales el fascismo hiberna bajo al cobertura del Estado: el Valle de los Caídos, la Fundación Franco y también, a su modesta escala, la cripta del Monumento a los Caídos de Pamplona. Y así, se acaba censurando a los titiriteros y a los tuiteros, a los cantantes de rap y a los artistas plásticos y, ahora, a los documentalistas, con el propósito de mantener a toda una sociedad secuestrada por el miedo a la represión de las libertades elementales.

Pero existe una cadena de responsabilidad social y política, aparte del Estado y de los sucesivos gobiernos españoles que, en diferente grado, ha permitido el mantenimiento de esta situación anómala: la Iglesia Católica, el Ayuntamiento de Pamplona y el movimiento memorialista. Hasta que el Arzobispado de Pamplona no extinga el usufructo de la cripta a la Hermandad golpista seguirá siendo cómplice del fascismo en nuestra tierra –como lo fue durante el golpe del 36 y la dictadura-; que el Ayuntamiento del cambio se conforme con la exhumación de Mola y Sanjurjo, sin presionar al Arzobispado para recuperar la integridad del edificio, no es de recibo por lo que debiera volcarse en conseguirlo en esta misma legislatura. Y que el movimiento memorialista no se manifieste contra esta aberrante situación de manera proactiva y constante —salvo excepciones recientes, como la ARMH Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica— es un contrasentido. Y la consecuencia de todo ello es que hoy dos compañeros memorialistas se encuentren pendientes de una condena de 2 años y 6 meses de prisión y sendas multas de 12000 euros, que les puede partir la vida.

Quien piense que la pervivencia de estos puntos ciegos, alimentados por grupúsculos de nostálgicos del antiguo régimen, es residual e intrascendente, se equivoca. Siguen siendo una referencia imprescindible en el relato simbólico de la nueva derecha ur-fascista (Umberto Eco) o posfascista (Enzo Traverso), pero siempre criptofascista o, como en este caso cripta-fascista, que “vestida de paisano” representan Marine Le Pen, Orban, Salvini, Bolsonaro o Trump. Y que, en nuestro país, sigue inspirando a una derecha conservadora cada vez más extrema o al montaraz carlismo de su vertiente navarra. En su día, la cripta del Monumento a los Caídos servía de club de reunión para que elementos como los guerrilleros de Cristo Rey prepararan sus fechorías y hoy, una suerte de orden pseudocristiana con boina roja sigue incubando allí el huevo de la serpiente, entre rezos e hisopos, como en una mala película de serie B o un episodio de la serie televisiva Cuentos de la Cripta, a la espera de un nuevo advenimiento en tiempos más propicios… sin que los responsables se decidan a clausurarla.

Gracias a Carolina y Clemente por el documental A sus muertos, en la línea de anteriores trabajos de fuerte sensibilidad memorialista como el libro Desvelados o el documental Morir de sueños, hoy conocemos mejor el anacrónico y siniestro panteón del Monumento a los Caídos, levantado a mayor gloria del terror del 36. Arte y luz frente a las sombras y el silencio del olvido. Necesitamos de su combativo arte antifascista para que las nuevas generaciones conozcan nuestro pasado terrible —nuestro presente cripta-fascista— y aspiren a un futuro libre de la amenaza totalitaria.

Frente a semejante despropósito en pleno siglo XXI, solo queda apoyar el sobreseimiento de esta insólita causa y movilizarse… En 2018 como en 1936, la lucha contra el fascismo, viejo o nuevo, continúa.

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