Jerez de la Frontera (Cádiz). Agosto sangriento: no solo Blas Infante o García Lorca

Agosto sangriento: no solo Blas Infante o García Lorca

 José García Cabrera 25 de agosto, 2020

La Guerra Civil, la posguerra y sus protagonistas no son nada más que “pura arqueología, restos de un pasado que hay que traspasar a toda prisa”. Estas palabras iniciales no son mías, claro está. Quien así se expresaba en la década de los 80 era Alfonso Guerra, aunque a juzgar por lo acontecido desde entonces hasta hoy mismo resulta que muchos más compartían y siguen compartiendo esa idea. Estas palabras del ex líder socialista, asumidas, como decimos, por mucha más gente representan una depurada destilación de la política de desmemoria practicada por el PSOE de aquellos años y que tanto daño ha hecho y sigue haciendo a este país. Hoy desde estas páginas queremos recordar, una vez más, a esos “restos arqueológicos” para los cuales, según parece, no bastaba solo con que estuvieran ya sepultados en lugares desconocidos sino que se pretendía además “enterrarlos” para siempre en el basurero de la Historia. Vano empeño, como vemos.

A lo largo de este mes de agosto, como todos los años por esta misma fecha, se han recordado públicamente los asesinatos a manos de los militares sublevados en julio de 1936 de algunas personalidades andaluzas conocidas, como son los casos de Blas Infante o del poeta y dramaturgo granadino Federico García Lorca. En este último caso no ha querido faltar a la cita ni el propio presidente de la Junta de Andalucía, Moreno Bonilla, quien después de reducir drásticamente los fondos destinados a Memoria Histórica se ha querido acordar de una de esas miles de víctimas que aún permanecen tiradas y ocultas en las tierras de nuestra comunidad autónoma.

En estos días, en Jerez se ha recordado también el asesinato, el 19 de agosto de 1936, de un honrado campesino al que la ciudad debe más de lo que piensa, aunque la mayoría no conozca nada de su rica e interesante biografía y se volvía a pedir, una vez más, a nuestro “sordo” Ayuntamiento que se rotule con el nombre del líder campesino anarquista Sebastián Oliva Jiménez una de sus calles. No debe extrañar este  ejercicio recordatorio durante este mes pues dentro del ciclo represivo iniciado a raíz del golpe de Estado el mes de agosto alcanzó en todos los lugares de Andalucía una intensidad realmente escalofriante.

Queremos decir al presidente Moreno Bonilla que su recordatorio en la fecha del asesinato de Lorca no es sincero, no es creíble, un simple ejercicio de cinismo interesado. Queremos recordarle que en agosto de 1936 fueron miles las víctimas de la violencia fascista en todos los pueblos y ciudades andaluces. Las manifestaciones deben venir acompañadas de hechos ¿Qué valor podemos conceder a esas palabras del presidente en la fecha del asesinato de Lorca cuando, por otro lado, su gobierno deja prácticamente sin contenido a la política de Memoria Histórica al privarla de los necesarios fondos para la localización de los restos de personas fusiladas en Andalucía, como los del propio poeta?

Si hablamos de Jerez, agosto de 1936 fue, como en tantos lugares, un mes sangriento. Hablemos, pues, un poco de Jerez, del sangriento mes de agosto de 1936 en la ciudad y de las víctimas a las que no recuerda y a las que no menciona el presidente. Podemos entender el motivo: si llegado el mes de agosto de cada año (confiamos en que no  tenga que hacerlo durante mucho tiempo) Moreno Bonilla recordara a esa miles de víctimas, no solo a García Lorca y Blas Infante, el peso de la enormidad de la matanza se haría demasiado evidente y representaría una fuerte condena al franquismo y a su ilegitimidad de origen, una condena que el PP solo hizo en su momento a regañadientes, empujado por las demás fuerzas políticas y con la boca chica.

Ya adelantamos que los nombres de esas víctimas de Jerez no le resultarán, obviamente, conocidos, pero podemos asegurarle que sus vidas aún son recordadas por los familiares que les han sobrevivido, unos familiares que aún albergan la esperanza de ver el día en que puedan enterrar humanamente sus restos, a pesar de que reconocen las dificultades de hacer realidad esta aspiración y los obstáculos que desde el Gobierno andaluz del PP, Ciudadanos y Vox se ponen para que ello no sea posible.

Desde los primeros momentos del golpe de Estado en la ciudad se vio clara la dureza vengativa del plan de exterminio que los militares sublevados habían preparado para eliminar a todas aquellas personas relacionadas con la experiencia política republicana. Bien pronto la aterrorizada población de Jerez pudo comprobar cómo todo el término municipal se iba convirtiendo en un mosaico de parajes de fusilamientos. Empezaron a aparecer los primeros cadáveres, insepultos, sin identificar, dejados a la vista para que sus muertes sirvieran de aviso y contribuyeran a atenazar y a paralizar por el miedo aún más a esa población. El último día del mes de julio 3 cadáveres sin identificar eran hallados en la Sierra de San Cristóbal. Al día siguiente, 1 de agosto, ingresaba en el cementerio de la ciudad el cadáver, en estado de putrefacción, de otro hombre sin identificar encontrado en la Trocha de Jerez a El Puerto. Y en los primeros días del mes de agosto el alcalde Bernabé Rico Cortés ordenaba  que se enviaran 9 ataúdes para otros tantos cuerpos que habían sido encontrados en el paraje de la laguna de Medina. Nadie preguntaba. La justicia civil, subordinada a los militares, no actuaba. Estos cuerpos, simplemente, eran inhumados en la fosa común por orden de la Comandancia Militar. No era necesario preguntar.

Según la investigación llevada a cabo por los investigadores Cristóbal Orellana González y José García Cabrera (La represión franquista en Jerez de la Frontera: censo de las víctimas y fuentes documentales para su identificación), 346 personas, vecinos y vecinas de jerez, fueron asesinadas. De ellas, para el año 1936 se sabe la fecha exacta de su muerte en el caso de 170 personas. Pues bien, de esas 170 víctimas cuyas muertes se conocen con exactitud, 56 de ella fueron asesinadas a lo largo del mes de agosto. Este último dato significa, señor Moreno Morilla, que el 33% de las víctimas con fecha conocida de su muerte en Jerez tuvieron lugar en agosto. Además, a ellas habría que añadir también, como mínimo, las otras 10 víctimas sin identificar ya mencionadas más arriba. De modo que, como cifra muy a la baja, fueron 66 las víctimas jerezanas asesinadas en agosto y en este caso el porcentaje respecto a las 170 víctimas con fecha de muerte conocida sería cerca del 39%, o lo que es lo mismo, el 19% del total de vecinos y vecinas de Jerez víctimas de la represión que recogen los investigadores antes citados.

Señor Moreno Bonilla, tenga en cuenta, si es que el próximo año de nuevo piensa acordarse de García Lorca en la fecha de su asesinato, que las personas vecinas de Jerez que se relacionan a continuación  fueron también  fusiladas en agosto de 1936, junto a otras miles  que lo fueron en toda la geografía andaluza.

La relación que sigue ya fue publicada en el trabajo de investigación de Cristóbal Orellana y José García Cabrera que figuraba incluido en un libro sobre la represión en la provincia de Cádiz editado por la Diputación Provincial. No obstante, volvemos a recogerla ahora en estas páginas, pensando sobre todo en nuestro presidente Moreno Bonilla. Estos son sus nombres. Aún no sabemos dónde están sus restos para que sus familiares puedan darle digna sepultura:

Fco. Acosta Gaitero, asesinado el 10 de agosto, en la Trocha de El Puerto, empleado municipal; Fco. Álvarez Prieto, asesinado el 23 de agosto; José Arantave Ortegón, asesinado el 13 de agosto en la Trocha de Jerez a El Puerto, albañil, CNT; Teófilo Azabal Molina, asesinado el 29 de agosto, en la Puerta de Rota, maestro, socialista; Juan Bermejo Sierra, asesinado el 19 de agosto; José Bernal Ramos, asesinado el 19 de agosto; José Bocanegra Barea, asesinado el 9 de agosto en la Puerta de Rota; Juan Bozanes del Río, asesinado el 3 de agosto, trabajador de bodega; José Castellano González, asesinado el 27 de agosto;  Juan Antonio Cordero García, asesinado el 18 de agosto en la Trocha, agricultor; José Cortijo Carretero, asesinado el 15 de agosto; Bartolomé Cotrino Salas, asesinado el 11 de agosto, arrumbador, CNT; José Couto Gómez, asesinado el 19 de agosto, albañil, CNT; Pedro Creus Saborido, asesinado el 8 de agosto, tonelero; Eduardo Díaz Martínez, asesinado el 10 de agosto, empleado de banca, concejal por Izquierda Republicana, masón; Juan Domínguez Bustillo, asesinado el 14 de agosto, en la Trocha, faenero; Rafael Domínguez Jiménez, asesinado el 4 de agosto, en el Alcázar; Manuel Domínguez Márquez, asesinado el 31 de agosto; Fco. Enríquez Bernal, asesinado en agosto, en la Trocha;  José Fernández Acosta, asesinado el 3 de agosto, viticultor; José Fernández Pérez, asesinado el 18 de agosto, en San José del Valle; Rafael Fernández Romero, asesinado el 14 de agosto por orden directa del comandante militar Salvador Arizón, empedrador municipal;  José García Candón, asesinado el 10 de Agosto junto a la plaza de toros; Antonio García Marina, asesinado el 9 de agosto, camionero; José Gómez Cantillón, asesinado el 3 de agosto, empleado municipal de Arbitrios, Izquierda Republicana, masón; Manuel Gómez Carrasco, asesinado el 15 de agosto en la Trocha, albañil; Diego Gómez Serrano, asesinado el 22 de agosto, capataz agrícola, concejal, Unión Republicana; Fco. Guerra Carrera, asesinado el 15 de agosto; Fernando Izquierdo González, asesinado el 10 de agosto, chófer, CNT,  masón; Domingo Lobato Gómez, asesinado el 8 de agosto en San José del Valle; José Márquez Oliva, asesinado en agosto, en Arcos de la Frontera, barbero; Pedro Márquez Puerto, asesinado en agosto, trabajador de compañía de electricidad; Fco. Molina Ruiz, asesinado el 12 de agosto; Lorenzo Montes Cerro, asesinado entre el 4 y 8 de agosto, en el Majuelo, tonelero; Antonio Morales Bernal, asesinado el 7 de agosto, de Torre Melgarejo; Manuel Moreno Durán, asesinado el 25 de agosto, sombrerero; Joaquín Morón Rodríguez, asesinado el 17 de agosto, en la Trocha; Sebastián Oliva Jiménez, asesinado el 19 de agosto, agricultor, CNT; Antonio Oliver Villanueva, asesinado el 24 de agosto, oficial de telégrafos, último alcalde republicano, Izquierda Republica; Rafael Orge Mejías, asesinado el 23 de agosto, pintor, concejal, Unión Republicana, masón; Luis Ortega Bartolomé, asesinado el 1 de agosto, en el rancho el Pescadero, en la Trocha; Juan Padilla Martín, asesinado el 28 de agosto; Manuel Parra Rodríguez, asesinado el 18 de agosto, metalúrgico; Antonio Pazos Benítez, asesinado en agosto, en Medina Sidonia, agricultor, de San José del Valle; Manuel Pérez Fernández, asesinado el 19 de agosto, tonelero; Juan Piñero López, asesinado el 20 de agosto, jornalero; Juan Ramírez Perales, asesinado en agosto, ferroviario; Salvador Romero Rasero, asesinado el 14 de agosto por orden directa del comandante militar Salvador Arizón, practicante de la Asistencia Municipal Domiciliaria; Fco. Retamero Rodríguez, asesinado en agosto, empleado de banca, UGT y PSOE; José Luis Rodríguez Valenzuela, asesinado el 27 de agosto; Manuel Ruiz Linares, asesinado el 30-31 de agosto; Manuel Salado González, asesinado el 30 de agosto en el Picadero de Domecq; Antonio Salas Jarén, asesinado el 15 de agosto, en la cuesta de la Chaparra; Pedro Soto Delgado, asesinado el 3 de agosto en San José del Valle; Manuel Suárez Moreno, asesinado en agosto, en Torre Melgarejo; Juan Taboada Jiménez; asesinado el 24 de agosto, concejal, Unión Republicana. Todos ellos también fueron fusilados en Jerez durante el trágico mes de agosto de 1936, presidente Moreno Bonilla.

Sabemos que su gobierno seguirá sin hacer nada por estas víctimas y la Memoria Histórica, excepto ponerle trabas y obviarla por la vía de los hechos. Pues, al menos, ahórrenos sus gestos de impostura de cada mes de agosto.

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