Jerez de la Frontera (Cádiz). Va por Rafael, Diego, Manuel, Salvador y Antonio: cinco jerezanos asesinados en campos nazis

El Grupo de Memorialistas de Jerez organiza un acto de homenaje y la instalación de una placa en recuerdo de cinco vecinos de la ciudad que fueron destinados y fallecieron en campos de concentración

Francisco Romero

17 de julio de 2020

lavozdelsur.es

“No teníamos ni idea, a mí me impresionó bastante”, cuenta Tatiana Domínguez Aguilar, una joven de Jerez, sobrina nieta de Rafael Domínguez Redondo El Panaderito, uno de los cinco jerezanos —de los que se tiene constancia— que fueron asesinados en campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Casi 80 años después de sus muertes, El Panaderito, Diego Pérez Núñez, Manuel Carrasco Cortijo, Salvador Linares Barrera y Antonio de la Rosa Tozo son homenajeados en su ciudad natal con la colocación de una placa, financiada con aportaciones particulares, colocada en su barrio, San Miguel, gracias al impulso del Grupo de Memorialistas de Jerez.
“Ya era hora de que fueran homenajeados”, expresa Tatiana en conversación con lavozdelsur.es. “No sabíamos nada”, confiesa, “a mí me gusta la Historia, pero nunca me hubiese dado por buscar a un familiar mío entre los asesinados en los campos de concentración”. Su padre, sobrino de El Panaderito, desconocía su historia. Nunca escuchó hablar de él. “No se podía hablar, ni idea”, es la respuesta que le dio cuando conocieron, gracias a la labor de investigación del historiador Bartolomé Benítez, qué fue de su familiar tras el estallido de la Guerra Civil. “Cuando murió su tío, mi padre ni siquiera había nacido”, cuenta ella. En su familia el tema fue tabú.

Rafael Domínguez Redondo, El Panaderito, vivió en la calle Zarza, donde su familia tenía un horno de pan en el que aprendió el oficio. Rafael formó parte de las Juventudes Libertarias de la CNT, salió de Jerez pocos días después del golpe de Estado de 1936, llegó a luchar en la batalla del Ebro —donde fue herido— y fue prisionero en el campo de concentración de Le Barcarès, en terreno francés, donde estaba junto a otras 20.000 personas. “Nunca se habló de él en la familia, hace dos años que nos enteramos”, señala Tatiana.

Rafael, Diego, Manuel, Salvador y Antonio eran vecinos del barrio de San Miguel de Jerez, donde vivieron a principios del siglo XX, para años después reencontrarse en Gusen, un campo de concentración cercano a Mauthausen (Austria), donde estuvieron presos más de 7.500 españoles. “Siempre me he preguntado qué pasaría cuando se vieron por allí, después de ser casi vecinos en Jerez”, decía el historiador Bartolomé Benítez, en una entrevista reciente en lavozdelsur.es. 
 
“Es de justicia recordar a estas personas que lucharon contra los fascismos del siglo XX. Las tropas de Musolini dispararon contra los que, como El Panaderito y Diego Pérez, huían de Málaga en la Desbandá en febrero de 1937, y todos ellos lucharon contra las tropas franquistas para posteriormente ser destruidos por la Alemania nazi”, expresa Benítez durante el acto de homenaje. “En estos tiempos de incertidumbre moral que nos han tocado vivir, en los que vemos cómo las democracias pueden degenerarse hasta extremos que antes eran impensables, es importante que recordemos y traigamos al presente a estos jerezanos que nos enseñan que no se juega con los principios, que son innegociables”, agrega.
El historiador recuerda también a “las mujeres que se quedaron en Jerez y que tuvieron que tirar para adelante con sus familias. Es de justicia recordar a las familias que sufrieron las dificultades, las humillaciones y que pudieron salir adelante a pesar del miedo”. Bartolomé Benítez reseña que con este acto “recuperamos la memoria para dar dignidad a nuestras víctimas, para salvarlas del olvido que es la mayor de las injusticias. Los traemos hoy al presente, a su barrio, a su casa y a su ciudad. Este acto es un homenaje que trae de nuevo a casa a los que se fueron poco después del golpe del 18 de julio y no volvieron jamás”.

Estos cinco jerezanos deportados son una muestra “pequeña” pero muy “representativa” de los tipos de prisioneros de Mauthausen. Todos llegan a Francia, donde son internados en campos de concentración improvisados. Cuando los alemanes conquistan Francia, estos deportados son tratados como presos de guerra bajo la protección de la Convención de Ginebra, pero el Gobierno franquista se desentendió de ellos y pasaron a manos de la Gestapo.

Diego Pérez Núñez llegó al campo de concentración en agosto de 1940 y Benítez intuye que pudo ayudar a su construcción, ya que era fontanero de profesión y llegó en los primeros convoyes de prisioneros, aunque luego fue trasladado a Gusen, un subcampo de Mauthausen con una cantera aun más peligrosa, y más tarde al castillo de Hartheim, donde murió en diciembre de 1941 en una cámara de gas usada para depurar la raza aria. Salvador Linares Barrera llegó a Mauthausen en noviembre de 1940. De este jerezano que nació cerca del Tempul hay poca información, pero se sabe que lo capturaron los alemanes y fue mandado al campo de tránsito de Fallingbostel, desde donde lo enviaron al campo de concentración austriaco.

Manuel Carrasco Cortijo fue destinado al campo de Saint Cyprien una vez que cruzó la frontera con Francia, donde se hacinaron unas 100.000 personas en unas condiciones sanitarias y humanas deplorables. Con El Panaderito coincide más tarde, y junto a él y a otras 1.500 personas, es trasladado a Mauthausen, donde llegan en enero de 1941, para luego ser trasladados a Gusen, donde estaban Diego y Salvador. Manuel Carrasco murió en noviembre de 1941 y Domínguez en febrero de 1942, suicidándose al lanzarse contra una valla electrificada. Antonio de la Rosa Tozo llegó en 1943 llega al campo de castigo de Vernet, al sur de Francia, donde llevan a los detenidos de la Resistencia, aunque se desconocen los motivos que lo llevaron hasta allí. De la Rosa viajó en un “tren fantasma” por el país galo, y falleció a finales de 1944, apenas cuatro meses antes de que el campo de concentración fuera liberado por los americanos.

“Recordamos con enorme afecto, respeto y consideración a estos vecinos del barrio de San Miguel que lucharon por la libertad y dieron sus vidas, frente al fascismo, para que hoy podamos seguir avanzando en derechos y en dignidad para todos”, expresa Cristóbal Orellana, en representación del Grupo de Memorialistas de la ciudad. “El pueblo de Jerez no olvida vuestras vidas, vuestros nombres. El pueblo de Jerez no consiente el fascismo”, agrega. “En la víspera del sangriento aniversario del golpe de estado de 18 de julio de 1936, recordamos a las víctimas del fascismo en Europa y recordamos al Ayuntamiento de Jerez que todavía no ha suprimido de la vía pública varios símbolos franquistas muy conocidos y visibles que siguen señoreando nuestras calles y plazas”, apunta Orellana, poniendo como ejemplo a “los generales fascistas que aparecen en el pedestal de la estatua al dictador Primo de Rivera en la plaza del Arenal”.

El Grupo de Memorialistas de Jerez pide al Ayuntamiento que elimine los símbolos franquistas de la vía pública y anuncia, que de no hacerlo, acudirá a los tribunales para que sea cumpla la Ley de Memoria Histórica y Democrática. “Afortunadamente, a través de la Diputación de Cádiz sí hemos conseguido los familiares de víctimas y los memorialistas de Jerez reactivar los trabajos de prospección arqueológica en el antiguo cementerio de Santo Domingo, unos trabajos a los que este Grupo de Memorialistas ha aportado, con todo su ahínco, y empeño algunos trabajos de investigación sobre fosas en Jerez”, reseña.

“Manifestamos nuestra alegría por haber hecho posible entre todos que se abra una vía, en el ámbito estatal, para reformar una Ley de la Memoria Histórica que estaba necesitada de más determinación, más empeño y más respaldo económico por parte del Gobierno central. Porque sin esto, al parecer, no será posible, por ejemplo, que ayuntamientos tan inoperantes como el de Jerez hagan lo que tienen que hacer en materia de memoria histórica en esta ciudad”, remata Orellana su discurso, en un acto en el que actúan El Domador de Medusas y Niño de la Fragua, tras descubrirse la placa en recuerdo de Manuel, Rafael, Diego, Antonio y Salvador.

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