Jesús Rodríguez, el Chuchi: «El asesinato de mi abuelo es ejemplo de la atrocidad franquista por tener ideas»

“Deseo encontrar los restos, tirados en algún lugar, para darles sepultura en memoria de mi padre, Gil Rodríguez, que murió sin hallarle, es mi derecho”

LA OPINIÓN | SUSANA ARIZAGA | 8-12-2017

“Ni siquiera una rosa”, la persecución y fusilamiento del vecino por el bando falangista del cabrero de Matellanes Aquilino Rodríguez, cabrero y agricultor de 48 años, durante la Guerra Civil, cuyos restos fueron enterrados en una fosa común junto a otros cuatro vecinos del pueblo, está muy cerca de conseguir un Goya. El día 13 se conocerá si logra pasar a la final el trabajo de César Martínez, director de la cinta, con la producción de Jesús Rodríguez, el nieto del zamorano represaliado por las tropas del dictador Francisco Franco.

-¿Cuánto hace que emprendió esta búsqueda, todavía pendiente de un final feliz?

-A la muerte de mi padre, en 2011. El siempre quiso recuperar los restos de mi abuelo, fusilado en 1936 en el cementerio de Alcañices, donde están sus restos en teorías, para llevarlos a Matellanes, nuestro pueblo natal, y darles sepultura.

-¿Qué le mueve a continuar con el empeño de su padre?

-Retomo su lucha en su memoria, por la de mi abuelo y por mí mismo, son mis sentimientos, mi obligación y mi derecho. A los meses de la muerte de mi padre, digo “¿aquí se acabó todo ?, no puede ser que se quede en el olvido”. Quiero que sirva de ejemplo, para que no vuelva a ocurrir más.

-¿Cómo surge la idea de grabar el documental “Ni siquiera una rosa” que relata la historia de su abuelo fusilado por los falangistas en 1936 y su búsqueda de los restos?

-Estábamos centrados en hacer una película. y el 15 de octubre de 2016 se acuerda la excavación en el cementerio de Alcañices en busca de la tumba de mi abuelo, a César Martínez, que está en el proyecto como director, se le ocurrió ir a grabar por si encontrábamos los restos.

-¿No hubo subvenciones?

-No, ni lo pretendí, he trabajado toda vida, desde niño, y a a mí, afortunadamente, me sobra dinero para pagar todo esto. No busco dinero, como dijo el portavoz del PP, Rafael Hernando, cuando nos acusó de que “se acuerdan de desenterrar a su padre solo cuando hay subvenciones”. Me mueven sentimientos no subvenciones del Estado y menos del PP, que solo cierran todas las posibilidades de búsqueda, no quiero dinero, me sobra para hacer esto. El cariño por mi abuelo más allá de todo eso.

-La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica acaba de denunciar a Rafael Hernando por llamar “entretenimiento” las búsquedas de asesinados por Franco, ¿qué le diría?

-A ese señor del PP me gustaría decirle que mi abuelo está tirado en una cuneta, que he hecho la investigación por mi cuenta, sin ayuda, para que vengan a decirme que es un entretenimiento. Quiero que se sepa lo que los falangistas malnacidos hicieron con personas que solo tenían sus ideas, que sirva como muestra de la atrocidad que se cometió en estos pueblos de Aliste, donde nunca tenían que haber venido esos sinvergüenzas a asesinar a sus vecinos.

-No es un documental guionizado, ¿cómo surge?

-No, surge todo de forma espontánea, mientras se estaba realizando la excavación para buscar a mi abuelo. En él aparecemos mi prima Genoveva, que la nieta de mi tío Aquilino, y yo. Las emociones, la rabia, los sentimientos que se transmiten en ese corto son los que en ese momento experimentábamos, fue muy intenso todo.

-¿Terminará en una película?

-En la actualidad, y desde hace varios años, estoy trabajando con Pedro Ríos para guionizar la vida de mis abuelos, de mi padre y de mis tíos, una vida difícil y de persecución constante por parte de los franquistas y la dictadura, la Guardia Civil, desde que comenzó la Guerra Civil, hasta tal punto que mi abuela murió de un infarto tras el asesinato de mi abuelo y por las continuas palizas que daban a mis tíos.

-El documental, que ha sido elegido como finalista para el galardón de los Goya, ya se ha visto en Madrid con muy buena aceptación.

-Sí, se presentó ya en cines de Madrid, está en la candidatura para los Goya, con diez trabajos más entre los que la Academia de Cine elegirá a los finalistas el día 13 de diciembre.

-¿Una compensación a tantos desvelos y tanta frustración?

-Después de toda la rabia y los malos momentos que he pasado al no poder hacer realidad mi deseo de encontrar los restos de mi abuelo es como una pequeña recompensa, un subidón, una pequeña gratificación, como si hubiera tomado un chupito.

-La familia como la recibió

-Bien.

-Si ganan el Goya, ¿irá a recogerlo personalmente?

-Iré a la entrega, haré acto de presencia, pero subir a recoger el premio, no lo sé, no me gustan mucho este tipo de actos, los cabreros somos así, un poco tímidos. Para eso está César Martínez.

-¿No tirará la toalla?

-No. He hecho excavaciones por mi cuenta, encontrarlo es muy difícil, he hecho todo el cementerio, lo quiero encontrar por empeño, a lo mejor lo enterraron en tierra santa junto o los sacaron del cementerio de Alcañices donde le mataron en la pared de dentro el 14 de septiembre al amanecer de 1936, junto a Rafael Sassot Rodríguez, catalán pero vecino de Alcañices y que trabajaba en la aduana; Laurentino Mata de Medina de Campo y conductor de la línea de autobuses Zamora-Alcañices; el farmacéutico Félix Prieto; y Antonio Rodríguez.

-¿Cómo detuvieron a su abuelo?

-Por la noche, llamaron a la puerta, se despidió de su familia porque sabía que no iba a volver. Durante una o dos noches, le mantuvieron en el calabozo goleándole, maltratándole, le dieron paseo, le llevaron al paredón y allí le mataron. En el pueblo se escuchaban los gritos del calabozo cuando les pegaban. Y los disparos de esa madrugada del 14 de septiembre cuando les fusilaron.

-¿Se sabe quiénes apretaron los gatillos?

-Sí. A Sassot lo mató Salvador Montejo Moreno, un conductor de autobuses; también participaron en la ejecución Luis Silva, “Pititis”, que era guardia civil; José García, alias “Mítrico”; y “El Amaro”; y Antonio.

-¿Cómo logró que conocer el nombre de los asesinos?

-Porque fueron Salvador y Luis a comer pollos al bar la Villa para almorzar, como héroes, como si hubiera sido una hazaña, a las doce del mediodía, después de matar a cinco personas y dejado huérfanos. Y “El Amaro”, que era tartamudo, decía que “el hijo puta”, en referencia a Sassot, “se reía de mí y me decía me matas ya o qué” porque se le atascó el revólver al disparar.

-¿Ha podido hablar con alguno de los descendientes de los ejecutores de esa madrugada?

-Hablé con su hijo, que me dijo que su padre fue muy malo, pero no sabía dónde estaban estos cadáveres. El hijo no sabía dónde los habían tirado. Y le di un abrazo al final de la conversación.

-¿Aún viven vecinos de Matellanes que conozcan lo que ocurrió aquella madrugada?

-Sí, pero siempre ha sido tabú y por los pueblos de 200, de 100, de alrededor de Alcañices ha habido muertes y nadie habla, preguntas a los hijos de las víctimas, que tienen 80 o 90 años, y les da vergüenza, no se atreven a hablar por toda la culpa que se les ha ido echando encima, en esa zona con tanto yugo y crucifijo colgado y olor a incienso. Yo creo que hay vecinos que saben, pero no quieren hablar.

-Las ejecuciones iban precedidas de denuncias de los vecinos, ¿no?

-Sí, para matar a mi abuelo recogieron denuncias, firmaron cuatro o cinco vecinos y el cura, mi abuelo no iba a misa. Tras el asesinato de mi abuelo, cada cuatro o cinco días la Guardia Civil iba a casa, les quitaban lo poco que tenían para comer, iban a por mi tío Domingo, le daba palizas, cuando volvía estaba en la cama días para recuperarse, se exilió a Brasil. En Argentina tengo a otros do tíos, Antonio y Ángel, les perseguían y no les dejaban vivir.

-El 23-F, su padre también abandonó Matellanes por miedo.

-Era socialista, el pequeño e los hermanos, Gil Rodríguez. Yo tenía 10 años, huyó a Portugal, pero antes fue a hablar con el cura y le dijo “mañana por la mañana toca las campañas y dices a todo el pueblo que como les pase algo a mi mujer y mis hijos vengo y mato a todo el pueblo”. Volvió en marzo o abril. Demetrio Madrid estuvo en mi casa para decirles a mi tío Anastasio, que era comunista, y mi padre que el 23-F estaban en el número 7 y 8 de la lista negra. Recuerdo a Demetrio en la cocina e casa tomando vino y chorizo.

http://www.laopiniondezamora.es/zamora/2017/12/08/asesinato-abuelo-ejemplo-atrocidad-franquista/1049947.html