José Ignacio Lacasta Zabalza: «La hostilidad de la derecha hacia la Memoria Histórica es el caldo de cultivo de la tolerancia a la corrupción»

José Ignacio Lacasta Zabalza afronta en su nuevo libro un tema básico: ¿qué se entiende por Memoria Histórica? La respuesta es incómoda para la derecha y la Iglesia oficial

Noticias de Navarra | Txus Iribarren – Óskar Montero | Pamplona | 12-12-2015

No es la primera vez que este catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Zaragoza navega por la revueltas aguas de la Historia comprometida y la reflexión ética de la mano de Pamiela. Su nuevo trabajo —acotado en su extensión a las 120 páginas (un volumen asumible, aunque hoy están más de moda los 140 caracteres…) de la tendencia francesa del ensayo divulgativo— marca las líneas de un terreno de juego que muchas veces el debate político y mediático desdibuja. Parte de una idea conceptual básica (“La memoria histórica es la apuesta que apuesta por los derechos de las víctimas y cuestiona la impunidad”) para, a la luz de esta definición internacionalmente aceptada, concluir que el Reino de España en general y Navarra en particular son una “anomalía” en la tendencia mundial del repaso del propio pasado para evitar errores de futuro. España, según argumenta, se encuentra más cerca de Camboya que de Alemania, dos países que han tenido dictaduras al igual que el Estado español con el franquismo. Lacasta, no obstante, se retrotrae también a la época de la Conquista de Latinoamérica donde el papel español, sobre todo en temas como la esclavitud, tampoco fue muy loable aunque rescata políticos y sectores sociales que si rompieron una lanza en favor de los derechos humanos, papel que en los últimos años ha desempeñado aquí al sociedad civil ante la resistencia de gran parte de derecha política, la conferencia episcopal y un sector importante de los medios españoles. Éstas y otras ideas fueron destilándose de un encuentro con la prensa para presentar este libro titulado precisamente La memoria histórica.

¿Qué se entiende precisamente por Memoria Histórica?

—Es una manera de hacer Historia que privilegia a la víctimas y sus derechos y pone el centro de atención de sus críticas en la crítica de la impunidad. Esto es lo que diferencia la Memoria Histórica de la Historia académica o documentalista.

Sin embargo hay quien dice que no hay que reabrir el pasado o advierte de posibles manipulaciones de la Historia…

—Esto sucede sobre todo aquí. Países como Colombia o Alemania nos han dado una lección en torno a la Memoria Histórica. España, en este sentido, es una anomalía vergonzosa dentro de una amplia corriente internacional. Hay un poderoso frente hostil contra el propio concepto de Memoria Histórica. Se dice que es una “Historia sesgada”. Sí que lo es, pero a favor de las víctimas. La propia Conferencia Episcopal, que tiene aprobado un documento en contra de la Memoria Histórica, en realidad elabora su propia Memoria -y hace bien- cuando entroniza a los 8.000 religiosos fusilados en la Guerra Civil. La oposición del sector oficial de la iglesia y gran parte de la derecha tradicional es muy fuerte. Incluso Ciudadanos, que acaba de llegar, no ha cuestionado que Franco merezca un reconocimiento en Calatayud. ¿Se imagina alguien en Baiona que pudiera reservar una medalla de honor al mariscal Petain, cómplice de Hitler y de la deportación de judíos? Todos los judíos de Francia y la propia cultura de la resistencia heredada de la II Guerra Mundial se levantaría. Es impensable. Aquí enseguida salen con lo de que no hay que que reabrir heridas, animar el odio… Se habla del perdón. Pero por un lado sólo se puede perdonar aquello que se reconoce que ha pasado. Y por otro, sólo si el ofendido quiere. Existe una categoría de “cosas impersonables” que también hay que respetar.

Además de cuestiones que tienen que ver con la simbología, el relato de la historia y la reparación de las víctimas, ¿qué consecuencias tiene esto?

—Hay una clarísima en un tema actual que tampoco tiene parangón en muchos otros países: la corrupción política. En España salta un escándalo como el reciente del PP con las embajadas y casi se vive con normalidad porque si se compara con lo que sucedió en 1977, con la amnistía para todo tipo de torturadores, franquistas…, un delito económico parece una nimiedad. Esto está interiorizado. Aquello fue muy fuerte. España, con 114.000 desaparecidos, sólo es superada en este negro ránking por Camboya. De aquí ha surgido el caldo de cultivo para la tolerancia a la corrupción y la explicación de por qué millones de españoles siguen votando a partidos plagados de casos de corrupción. España vive con un gran retraso cultural en este sentido, aunque se han dado avances, como el cambio de postura del PSOE respecto a lo que hizo en la Transición.

El libro toma como hilo argumental las teorías de Teodorov sobre los principales problemas mundiales de Memoria Histórica…

—Sí. Este sociólogo habla de tres grandes monumentos a la barbarie humana, y en los tres tiene que ver el Reino de España. El primero es la esclavitud, y España fue el penúltimo país en abolirlo, ya que se alargó hasta 1886. Durante cuatro siglos se benefició de la trata de seres humanos, con participación o intereses económicos del rey y la Iglesia. El segundo es el holocausto nazi y es sabido que sin Hitler Franco no hubiera podido ganar la guerra y que luego colaboró con el genocidio del nazismo. Y el tercero es la conquista de América en el siglo XVI y sus terribles consecuencias para los pueblos indígenas. Aquí, entre la “leyenda negra” y la versión del nacionalcatolicismo hay una postura que tiene que ver con la línea de la Memoria Histórica que mantenemos. Lo que sucedió fue gravìsimo aunque para ellos fue peor los años de gobierno criollo que los del virreinato….

Sin ir tan atrás en el tiempo ni tan lejos geográfica, su libro puede tener una lectura en clave navarra.

—En Navarra el frente de la Conferencia Episcopal, la derecha y parte de los medios ha tenido efectos demoledores. Resulta muy duro reconocer esos más de 3.400 muertos en un lugar sin frente de guerra porque demuestra que hubo un planificación política de eliminación de grupos adversarios. Esto entra en lo que se entiende internacionalmente por genocidio. Por otro lado, en el lado positivo está la gran reacción de la sociedad civil con las asociaciones y producciones editoriales muy importantes. Destacaría el libro de Galo Vierge como memoria autodidacta; los libros de Sánchez Ostiz, como literatura; y el último de Mikelarena, como historiográfico. Ha sido un trabajo muy detallado aunque aún falta calibrar lo qué perdió navarra con la eliminación de todos los cuadros políticos, sociales, culturales, sindicales… más progresistas. El daño fue terrible y sistemático.

EL LIBRO DE PAMIELA

‘La Memoria Historica’

El libro tiene 120 páginas y su portada es una composición con tres elementos: un campo de concentración nazi; los Caídos y una estatua de un indigenista colombiano.

http://www.noticiasdenavarra.com/2015/12/12/sociedad/navarra/la-hostilidad-de-la-derecha-hacia-la-memoria-historica-es-el-caldo-de-cultivo-de-la-tolerancia-a-la-corrupcion