Justos por pecador. Por Santiago Macias.

EL BIERZO /Santiago Macías | 22/12/2019

Memoria Histórica Acaba de presentarse la reedición de uno de los libros sobre los ‘maquis’ bercianos más exitoso de todos los tiempos. ‘El monte o la muerte’, del autor local Santiago Macías vuelve ampliado y con nuevas informaciones. Macías comparte, desde La Nueva Crónica uno de sus capítulos.

 l amanecer del 28 de junio de 1948, José López Fernández se despidió de su mujer en el domicilio de ambos en Fontoria, en el municipio de Fabero; como cada lunes, se disponía a hacer caminando los más de doce kilómetros que separan esa localidad de Candín, cabecera municipal del valle de Ancares, donde regentaba con su hermano Santiago una sierra de madera. Allí permanecía durante los días laborables, tras los cuales regresaba a su domicilio familiar, en aquellos días con un motivo extra, pues su mujer se encontraba en avanzado estado de gestación. Aquella semana, José López habría de realizar un pago de 12.000 pesetas al empresario minero Domingo López en Lumeras, aldea situada a medio camino entre Fontoria y Candín. Sin embargo, la reunión nunca llego a producirse; el miércoles 30, su hermano Santiago mandó aviso a su cuñada Pilar Neira, esposa de José, para que éste se presentara en su puesto de trabajo de Candín, ignorando que dos días antes había salido en aquella dirección, de igual modo que su mujer desconocía que su marido no había llegado al destino.

Ese mismo día, los familiares de José López denunciaron su desaparición en el puesto de la Guardia Civil de Fabero. Horas después comenzaron las tareas búsqueda, en las que participaron amigos y numerosos vecinos de la zona, que acudieron a la llamada a concejo. Por la vertiente de Fabero peinarían el terreno los de Fontoria, Sésamo, Villar de Otero y Lumeras; por el valle de Ancares, lo harían los de Pereda, Candín, Sorbeira y Villarbón. A las 11:30 de la mañana del 3 de julio de 1948, Donato Rodríguez del Río, compañero de trabajo de José López, halló su cadáver en el interior de una bocamina abandonada situada en el paraje de Los Pizarros de Lamoco, cerca de Fontoria. El cuerpo apareció semicubierto por escombro y carbón, a unos veinte metros hacia el interior de la mina. Junto a Donato Rodríguez se encontraban Santiago y Valerio, hermanos de la víctima, que corroboraron su identidad.

Horas después, Pío López Fernández, juez comarcal de Vega de Espinareda, procedió a tomar testimonio a las tres personas que habían hallado el cadáver y posteriormente hizo lo mismo con la viuda de José López, Pilar Neira García, que manifestó literalmente:

«La exponente ruega al señor Juez que haga constar en su declaración que desconfía de que el autor de la muerte de su esposo haya podido ser el guardia primero sr. Juanes, ya que en otra ocasión lo maltrató en Cacabelos y posteriormente le amenazó y precisamente el día de autos la exponente y su madre vieron a dicho guardia y a otro que desconocen bajar por el paraje en donde días después fue encontrado el cadáver de su esposo. Hace constar también que preguntado el tal guardia por donde habían bajado se contradecía, llegando a decir que aquel día habían estado descansando en el café de Santos, en Sésamo, constándole a la exponente que tal extremo es incierto, porque dicho café aquel día estuvo cerrado, por habérselo así manifestado el propietario del mismo».

El día 5 de julio, Estrella Rodríguez Fernández, vecina de Pereda de Ancares, manifestó ante las autoridades que había salido de su pueblo en compañía de una pareja de guardias hasta el paraje conocido como la Barraca de Lumeras, quedando allí sus acompañantes y continuando camino sola.

Un poco más adelante, en el alto de la Cruz que separa los municipios de Candín y de Fabero, Estrella Rodríguez aseguró que se había cruzado con José López Fernández, que iba en sentido inverso en dirección a Candín, habiendo tenido que encontrarse obligatoriamente más adelante con la pareja de guardias.

Al día siguiente, la Benemérita identificó de inmediato a los componentes de la pareja a la que se había referido la vecina de Pereda. Uno de ellos era el salmantino José Juanes Ramos, al que señalaba directamente la viuda de José López. El otro era el coruñés José Peteiro Pérez; Juanes estaba destinado en Cacabelos y concentrado en Vega de Espinareda, el lugar de destino de Peteiro.

El teniente Luis Pérez Pardina, jefe del puesto de Vega, fue el encargado de desarmar a los guardias y realizar un disparo con cada una de sus armasas El teniente Luis Pérez Pardina, jefe del puesto de Vega, fue el encargado de desarmar a los guardias y realizar un disparo con cada una de sus armas reglamentarias. Con las vainas obtenidas y las recogidas en la bocamina de Lumeras, el maestro armero del Cuarto Tabor de Regulares nº 1, Matías Sauquillo Pérez, elaboró un informe en el que indicaba que todas ellas eran de un arma corta del calibre 9 mm., de la Fábrica Nacional de Sevilla, coincidiendo exactamente con las de la Star número 8148 asignada a José Juanes. En el mismo documento se señalaba la conveniencia de cotejar los casquillos de Lumeras con los recogidos meses atrás en un triple asesinato en Campelo meses atrás, pero fue descartado de inmediato: Todo indicaba que aquellos disparos también habían sido realizados con el arma reglamentaria del guardia Juanes, destinado entonces en Cacabelos, a cuya demarcación pertenecía Campelo. Los numerosos testimonios que señalaban a la pareja de guardias, sumados a otras circunstancias, obligaron a las autoridades a descartar totalmente la implicación de los guerrilleros.

Por si no estaba claro, un día antes de conocerse el resultado del informe de balística, José Juanes Ramos desapareció del cuartel donde estaba concentrado. Era el 8 de julio de 1948. Su fuga era la prueba definitiva de la autoría de un crimen que salpicaba a la Guardia Civil, que decretó orden de busca y captura dando aviso inmediato a todos los puestos y destacamentos. Previamente, su compañero José Peteiro Pérez había sido detenido en el cuartel de Vega de Espinareda.

El 11 de julio, José Juanes fue detenido en el tren correo Coruña-Madrid a la altura de Palencia. Según manifestó en su primer interrogatorio, tenía la intención de huir a Francia desde la capital de España. Preguntado sobre los detalles del episodio de Lumeras, afirmó que detuvo a José López por sospechar del mismo como colaborador de la guerrilla y lo introdujo posteriormente en la bocamina para comprobar si en su interior se ocultaba algún fugitivo.

Al día siguiente de la detención de Juanes, un radiograma remitido a la comandancia de León por el Director General de la Guardia Civil, Camilo Alonso Vega, decía literalmente: «Sin perjuicio de medidas carácter judicial y por inconvenientes, acuerdo inmediata expulsión Guardias 108º Comandancia JOSÉ JUANES RAMOS Y JOSÉ PETEIRO PÉREZ.» A partir de ese momento, pasaban a estar detenidos como paisanos e ingresados en la cárcel de Ponferrada. En la cárcel de Ponferrada, los careos entre Juanes y Peteiro contribuyeron a aclarar lo sucedido aquel 28 de junio de 1948; el primero asesinó al vecino de Fontoria con la única intención de despojarle de las 12.025 pesetas que llevaba encima, de las cuales entregó una parte al segundo. Días después, Laura Diñeiro, esposa de José Peteiro, se presentó ante las autoridades para devolver las 5900 pesetas que le había entregado su marido días atrás. Por su parte, Juanes llevaba consigo 3068 pesetas en metálico. Según manifestó, el resto se lo había gastado en el billete de tren, en comer y en el traje de paisano que vestía en el momento de su detención.

El procedimiento judicial contra los dos acusados siguió adelante. El fiscal pidió pena de muerte para Juanes y 40.000 pesetas de indemnización para la familia de la víctima, además de restituirle al completo la cantidad robada. En el caso de su cómplice, la petición fue de 17 años de prisión. Por su parte, el abogado defensor de Juanes solicitó doce años de prisión para su defendido alegando que había actuado correctamente contra un indeseable, un enemigo de la patria que colaboraba con las partidas de huidos de las que había formado parte su hermano.

El 31 de agosto de 1948, un consejo de guerra celebrado en León sentenció a muerte a José Juanes por robo con homicidio; José Peteiro fue condenado a doce años y un día de prisión menor por encubrimiento. El primero fue fusilado al amanecer del 14 de octubre de 1948 en el campo de tiro de Puente Castro. Peteiro fue trasladado a la cárcel del Dueso y posteriormente al destacamento penal del Pozo Fondón, en Sama de Langreo.Los dos acusados fueron declarados insolventes, lo que supuso que la viuda de José López no pudiera recuperar hasta unos años después el total de la cantidad sustraída a su marido y las 40.000 pesetas de indemnización. Finalmente, el 3 de noviembre de 1970, el embajador de España en Argentina fue el encargado de la entrega de la cantidad íntegra a Pilar Neira y a José López Neira, hijo póstumo de José. Ambos habían establecido su residencia años atrás en Argentina. Era el final de un largo proceso de más de dos décadas, que culminaría con éxito decretándose la responsabilidad civil subsidiaria del Ministerio del Ejército en el asesinato de José López Fernández.

Este capítulo tiene como objetivo culminar el proceso para conocer la verdad sobre dos episodios, los protagonizados por el guardia civil José Juanes Ramos, sobre los que ha pesado el silencio y la distorsión durante más de setenta años.

 
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