La Andalucía del Exilio. Eva Díaz Pérez. 54º ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE PEDRO VALLINA.

La Andalucía del Exilio. Eva Díaz Pérez.

El Mundo. Andalucía. 25/04/2007/ Cultura.

PEDRO VALLINA. El médico anarquista, nacido en el sevillano pueblo de Guadalcanal en 1879, protagonizó  luchas por los derechos de los obreros y campesinos y participó en diversas conspiraciones contra la Dictadura de Primo de Rivera y Alfonso XIII. Ejerció la medicina revolucionando su profesión, ya que ofrecía sus servicios a los más necesitados. Siempre llevó la fama de su leyenda ácrata y, por esta razón  sufrió el destierro en la llamada Siberia extremeña, en Londres y en París. Tras la guerra civil, se inicia su segundo y definitivo exilio. Vallina siguió sanando en lugares olvidados de Santo Domingo y de México. En los últimos años de su vida, escribió sus memorias y  dos libros. Aspectos  de la América actual (1957) y Crónica de un revolucionario (1958).

La leyenda del médico libertario. 54 aniversario de su muerte.

La mano de Pedro Vallina olía a estomaraque y almizcle, como ese aire atrapado en las antigua boticas. Apenas podía tomas la pluma, pero estaba arrebatado por una obsesión: escribir sus memorias. En las páginas, que llena de histórias sorprendentes, retrata un mundo perdido, una utopía, un sueño. La letra apenas  se entiende, un garabato como el rastro titubeante de una araña de esas que se esconden en los desvanes.

No hace mucho que un grupo de amigos, al verlo depresivo y sin ánimos, le han sugerido un proyecto: recordar, contar quién fue y la España por la que luchó. El viejo médico anarquista, que ya ha perdido a su inseparable compañera Josefina Colbach, está abatido, enfermo y sufre de insomnio. A veces, se levanta por la noche y pasea por la casa diciendo <<Aquí no se puede hacer nada>>. Triste sino del exiliado.

Parece que Vallina acaba de enterrar todos sus sueños. Ha abandonado la clínica medico-quirúrgica de Loma Bonita, en el estado mexicano de Oaxaca. Ahora vive en Veracruz, que será para él, la ciudad de la muerte y de la memoria.

Las memorias de Vallina resultan ilegibles, así que su nieta Xóchitl se ocupa de mecanografiarlas. Vallina dicta, vive sumergido en el pasado: su infancia en Guadalcanal, sus primeros contactos con los ambientes libertarios en Sevilla, las conspiraciones en Madrid, el destierro en París, Londres y en la llamada Siberia extremeña, la Guerra Civil  y el exilio definitivo, primero en Santo Domingo y después en México.

La editorial Tierra y Libertad publicó Mis Memorias en 1969 en Venezuela y en México en 1971, un año después de su muerte. Sin embargo, como tantos libros del exilio no volvió a publicarse, así que las memorias llegaban a España en fotocopias que circularon durante algún tiempo hasta que, de tanto reproducirse, se volvieron ilegibles.

Esa es la razón de que desde la CGT se impulsara la reedición de este valioso documento sobre la vida del héroe libertario. Decenas de personas participaron en un maratón mecanográfico para reescribir el texto, al mismo tiempo que se organizaba un homenaje y la visita de su familia: su hijo Harmodio y su compañera Sara, junto a su nieta Xóchitl, que viven en México. Así, Mis Memorias se pudo leer en España gracias a la edición del Centro Andaluz del libro y Libre Pensamiento en el año 2000.

Los recuerdos del médico anarquista que había revolucionado la España de comienzos del siglo XX regresaban con aquella epopeya  mítica de sus luchas por la libertad y los derechos de los campesinos y obreros, además de su revolucionario ejercicio de la profesión de médico sin cobrar a los más necesitados.

Las memorias se detienen en el momento en el que abandona España tras la guerra. Apenas menciona su labor de médico en el exilio. La dirigente anarquista Federica Montseny escribió poco después de morir Vallina: <<¿Quién narrará los últimos años de doctor Vallina en México? ¿Lo que fue su existencia, perdida entre montañas, viejecito ya, desplazándose penosamente a través de la selva, protegido de lejos por los pobres campesinos que, después de muchas reservas y recelos, lo adoptaron de tal forma que hubiesen dado la vida por él?>>.

El doctor sevillano siguió ejerciendo la medicina durante su exilio y en los últimos años se volcó en sus memorias.

Este tomo por escribir es el que hay que recomponer a partir de las semblanzas, el correo, los artículos sobre su figura o la memoria oral de quienes lo conocieron en esta etapa.

El hombre se había convertido en una leyenda del anarquismo, que había participado en los intentos de asesinar a Alfonso XIII en París y en Madrid, que había sido compañero de líderes libertarios abandona España siguiendo la cola de fugitivos que intentaba alcanzar Francia.

En las memorias, aporta algunos datos sobre este éxodo. <<No muy lejos del puerto de Rosas encontré un hospital militar que desocupan los enfermos; me impresionó profundamente contemplar a varios ciegos que cogidos de la mano preguntaban cuál era el camino de Francia>>.

Cerca de los Pirineos pasa su última noche española. Antes de partir, entrega a la madre de un soldado que conocía varios libros de medicina que llevaba. Y apunta: << Por si pudiera algún día volver a recogerlos>>.

Esta frase, escrita tantos años después en su exilio mexicano, esta cargada de pesadumbre. Habría que imaginar a un Vallina envejecido, casi vencido, que recuerda el paradero de sus libros de medicina en los que había anotado algunos casos sobre la viruela, la tifoidea, la escrofulosis  o la tisis venéreas. A veces su memoria se convierte en un albarelo que guardaba los malos humores y las fiebres malignas de todos los que sanó.

Vallina sigue el terrible camino del destierro. El chalequillo le huele a polvo de quina aluminoso y jarabe de adormidera con el que quisiera olvidar el verdadero olor que lleva en la ropa y en el alma: el hedor abstracto de la muerte.

En Perpiñán el médico es obligado por las autoridades francesas a entregar el fusil e ingresa en un refugio-prisión. Allí ejerce de médico en una barraca de curaciones. Luego, pasará al campo de internamiento de Angelès hasta poder refugiarse en un sanatorio antituberculoso, un panorama desolador  que él conoce muy bien. Es entonces cuando recuerda  sus experiencias en el sanatorio antituberculoso que creó en Cantillana, to ese mundo que dejó atrás y que ahora parece tan lejano.

Camino de América

Finalmente, Vallina abandona Francia y se embarca en vapor La Salle rumbo a Santo Domingo. En la colonia de Dajabón abre una clínica para sanar a los nativos que padecen el paludismo y la tuberculosis

Poco después se establece en México. Primero vive con su familia en la calle Bolívar y luego se traslada a Loma Bonita en Oaxaca donde permanecera cerca de treinta años curando a los indios y campesinos mexicanos en el Consultorio Médico Quirúrgico Ricardo Flores Magón.

Em una de las cartas de sus últimos años, en concreto en una enviada a Renée Lamberet, profesora de História en París, describe su trabajo: <<Te remito tres fotografías de indios de esta selva. La muchacha que levanta el brazo izquierdo, lo tiene enfermo de gangrena y hay que amputarlo. (:..) El calor aquí es espantoso por este tiempo, y la disentería, el paludismo, etc. hacen grandes estragos, pero el peor enemigo es el alcohol. Los asesinatos son muy frecuentes>>.

En sus últimos ya en Veracruz, Vallina se volcará en su libro de memorias. En octubre de 1968 recibe los primeros ejemplares, que se venden muy bien. El dinero conseguido, que podría haber servido para aliviar su situación económica se empleará desgraciadamente en los gastos del entierro. Fue un entierro modesto, apenas diez personas lo acompañaron. La tumba en el cementerio de Veracruz quedó cubierta por claveles rojos y gladiolos que colocaron sus nietas.

Recuerdos sin nostalgia de un pueblo andaluz

<< Mi nombre es Pedro Vallina Martínez, y nací en Guadalcanal provincia de Sevilla, el 29 de junio de 1879. Mi padre era asturiano y de muchacho marchó a pie a Sevilla, con otros de su edad, en busca de ocupación>>. Así comienzan las memorias de Vallina, uno de los libros más singulares sobre aquellos personajes de la leyenda libertaria.

Vallina moría en el exilio mexicano el (14) de febrero de 1970 y, aparentemente, solo restaba que se cumpliera el macabro rito del olvido, ese sudario definitivo que cubre la memoria de los desterrados. Pero, algunos años más tarde, a pesar del silencio y el interés por el olvido, en Sevilla -la ciudad que apenas recordaba su leyenda maldita- un grupo de personas se interesaba por rescatar la leyenda del llamado <<tigre libertario>>, ese hombre que definían como una mezcla <<entre Bakunin y San Francisco de Asís>>.

Pero no se trataba solo de la reedición de sus memorias. Un escritor sevillano, a su modo también un lúcido ácrata, se atrevía a novelar la vida de Pedro Vallina. Era Vicente Tortajada quien en Flor de cananas (Renacimiento 1999) recataba la curiosa existencia del médico libertario. En este pasaje narra como era la casa de Vallina en la calle Bustos Tavera , en el corazón de Sevilla la roja: <<Había una alacena cuyo fondo camuflaba una puerta, y una escalerita que iba al `cuarto de las conspiraciones´, salón subterráneo a donde se colaba  el anarquismo cabal del barrio: desde San Marcos al Pumarejo y San Julián, de los Terceros a la cúpula blanca y azul de San Luis de los Franceses y al arco bellisimo y populachero de Bab-Al-Macaraná>>.

Pero más allá de este atractivo ejercicio de ficción, las memorias de Pedro Vallina son el mejor documento para conocer a este personaje . Especialmente extremecedor es el capítulo a su pueblo natal, Guadalcanal y como el niño Vallina se da cuenta de las injusticias y decide convertirse en anarquista. El relato evocador nada tiene que ver con el habitual tono de nostalgia de los libros de memorias del exilio: <<el personal en su mayoría  valía poco y no aspiraba a otra cosa que vegetar. La  propiedad de la tierra estaba en manos de unos pocos, los más malos y brutos del lugar . Los ricos holgazanes pasaban el día en el casino, hablando de tonterías; los artesanos, las noches en las tabernas. (…) Las mujeres de los ricos hablaban como cotorras, se visitaban entre ellas, y organizaban fiestas religiosas, bailes y corridas de toros>>.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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