Saludos a esa pequeña parte del mundo que sigue este blog. La entrada del mes pasado, referente a la vida en la sierra, ha sido la más leída desde que publico en redes, ya sea como parte de Diagonal o de El Salto. Algo tendrá que ver que la cuadrilla encargada de la web me pusiera en lugar de honor durante una jornada. La verdad es que se notó, ya te digo si se notó. Así que todo mi agradecimiento al equipo encargado de la misma.
Y como esto de los “likes”, “los tweets”, y todas estas mierdas enganchan más que los caramelos con dronga, me dispongo a buscar una nueva ración. ¿Donde podré encontrarla? ¿De donde sacar nuevos “retweets”, o mandangas similares que satisfagan mi ego?… ¡¡¡Del fútbol, faltaría más!!! Así que hoy, sin vaselina ni dilación, nos lanzamos a por nuestras dosis de memoria mensual, y nos metemos de lleno en algunos temas que supuestamente nada tienen que ver: El fútbol, el anarquismo y la guerrilla. Aunque si te animas a leer las lineas que siguen, igual sí, igual si que tienen aventuras comunes. Hoy nos calzamos las botas, pero no las de monte, si no las de tacos futboleros, metemos la pipa en la bolsa de deporte, y sin más vacilaciones, nos vamos al lío.
Para empezar nuestras historias futboleras, nos vamos a retrasar un poco en el tiempo. Un par de apuntes curiosos antes de emprender la aventura de hoy. El primero, nos lleva hasta el otro lado del charco. Resulta que Argentinos Juniors, el equipo donde se formó ni más ni menos que Diego Maradona, cuando vio la luz en 1904, se llamaba Martires de Chicago, en honor a los anarquistas norteamericanos ejecutados. La plantilla estaba formada en su mayoría por libertarios y socialistas.Si nos vamos hasta Croacia, el Hajduk Split, cuando echó a andar allá por 1911, se llamaba originariamente Anarkho. De hecho, en el libro Futbol y anarquismo, se detallan cerca de 40 clubes que tuvieron relación con el anarquismo. Saltamos algunos años hacia adelante y nos metemos en plena 1ª Guerra Mundial. Durante las fechas navideñas, los soldados de ambos bandos, decidieron tomarse una tregua. A parte de cantar villancicos, compartir botellas y decidir dejar de matarse entre si, jugaron sus buenos partidos de fútbol. Y lo que tiene el conocerse y echarse un partidillo, es que después ya no te apetece matar al otro. La mayor parte de los que no quisieron volver a tomar las armas fueron ejecutados por sus oficiales.
Por si alguien lo desconoce, los republicanos españoles agrupados en Grupos de Trabajadores Extranjeros, se sumaron masivamente a la Resistencia en el país vecino. Unos en unidades francesas, y otros en las que formaron directamente los españoles. Cuanto más te acercabas a los Pirineos, más fuerza tenían estas últimas. En la zona de Carcassone había tres GTE´s con cientos de españolitos trabajndo, ya fuera en la minería o en la construcción de pantanos. Nos vamos a centrar en el 105, que estaba estacionado en la localidad pirenáica de Axat, y cuyos miembros trabajaban principalmente en la construcción de la presa de Usson-les-Bains. Y mientras no trabajaban, decidieron pasar parte de su tiempo libre jugando al fútbol. Así que formaron un equipo en Axat para participar en el campeonato que se seguía jugando en la región. Los españoles consiguieron ser aceptados en el Torneo de la Haute Vallée y el Campeonato de L’Aube en el que compartían cartel con los equipos de Axat, Limoux, Espéraza, Couiza, Quillan, Espezel, Belfort, Belcaire, Camurac y Rodome. Los colores del equipo ya dejaban bastante claras las cosas, camiseta roja y pantalón negro, ¿os suena de algo? Parte de los jugadores eran miembros de la resistencia, y para desplazarse de su lugar de residencia, tenían que lograr un permiso especial, que nunca duraba más de 24 horas, sólo se concedía en fines de semana y que era sellado a la llegada a su destino y al regreso a sus casas por las autoridades. Gracias a esta movilidad, podían hacer contactos y pasarse información con diversos grupos resistentes de otras zonas con los que les hubiera sido imposible ponerse en contacto. Además de esta libertad de movimientos, ya hemos comentado que parte del grupo actuaba en acciones directas en Axat y alrededores. Esto duró hasta el 20 de enero de 1944, cuando una redada de la Gestapo en Carcassone atrapó a parte de la cúpula resistente y la atención se puso sobre los GTE´s españoles.
Dirigimos nuestra mirada hacia este, y volvemos nuestros pasos hacia Barcelona. Allí nos encontramos con Miguel Fornés Marín. Anarquista e integrante de los grupos de acción, aunque si le damos la palabra, nos comenta: Mi vida se iba desarrollando en dos niveles, de un lado el anarquismo, y de otro, el fútbol, que me encantaba y donde ya destacaba. Fornés vivía en el barrio de las casas baratas, y allí, además del equipo donde jugaba, se formaron otros tres. Los comerciantes de la zona pusieron dinero e hicieron un campo. El día que se inaguró, con gente de equipos del barrio y con algunos jugadores conocidos como Manchón, que jugaba de extremo junto a Kubala en el Barcelona, Fornés jugó y marcó a pase de Manchón. No sabemos si Fornés guardaba la pistola en la taquilla, me imagino que no, pero más de una vez salió del entreno para dedicarse a su otra afición. Miguel Fornés participó en algunas acciones del maquis anarquista durante el año 49, hasta que cayó en octubre del mismo año en manos de la policía. Lo condenaron a 30 años. Primero pasó 40 días en la terrible comisaría de Vía Layetana y después deambuló por diversas cárceles hasta su liberación en 1960.
José Pascual Palacios, el encargado de la sección conspirativa del Movimiento Libertario Español en el exilio, había montado una operación. Se consiguió una camioneta, se le instaló una ametralladora pesada con tripode en la parte trasera y el vehículo se dirigió hacia las afueras del estadio. Un miembro de la FAI era el encargado de apretar el gatillo.
Cuando el partido terminó, y Moscardó salió del campo, su vehículo fue localizado y seguido. El coche estuvo varias veces en la mira del arma de guerra, pero el compañero no disparó. Posteriormente comentó que podían resultar heridas o muertas personas inocentes que estaban en los alrededores y no disparó. Pascual Palacios no era de la misma opinión, pero ya no hubo otra oportunidad.