La fosa común del cementerio de Zufre (Huelva), testigo de la infamia.

La fosa común del cementerio de Zufre, testigo de la infamia

8 octubre, 2021 /

La recuperación de la Memoria Democrática es uno de los movimientos sociales que más intensamente desarrolla sus trabajos en la provincia de Huelva. En la comarca de La Sierra, una de las más afectadas por la represión de los vencedores de la Guerra Civil, surgen cada día iniciativas, se rescatan documentos, datos y fotografías que ponen de manifiesto la sinrazón que se impuso a partir del 18 de julio de 1936 en toda España.

Uno de los testimonios más trágicos que pueden hoy aún recordarse es el de las numerosas fosas comunes localizadas en la comarca. Entre ellas, la de Zufre desvela la crueldad de la represión de que fue objeto el pueblo. Está ubicada en el anexo noroeste del cementerio, entonces Católico de San Miguel, hoy municipal de Zufre.

Las investigaciones de Santiago González Flores se han encargado de recordar la existencia de este testigo de la infamia. Sus aportaciones son fundamentales para conocer algo más de este lugar repleto de memoria, dignidad y tragedia, aunque sus datos no son concluyentes en relación a las dimensiones y cuerpos que yacen en el interior de la fosa zufreña, ya que hay variaciones entre las fuentes documentales y orales sobre el número de vecinos que fueron arrojados a la fosa común que se abrió en la mañana del 15 de agosto de 1936. Ese día, el de la toma de la población por parte de las tropas franquistas, se desencadenó de forma premeditada una represión brutal que se tradujo en el asesinato de cientos de serranos.

Según González Flores, los primeros fusilados tras la toma de la población fueron dos jóvenes de 25 y 26 años, concretamente Antonio Contreras y Martín Hato. Durante el mes de agosto se fusilarían en Zufre 16 personas, aunque hay testimonios orales que elevan esta cifra hasta la veintena.

El 26 de julio de 1937 se produce el último fusilamiento en el camposanto municipal, donde es asesinado Manuel Casares,de 54 años. La muerte se produce nueve meses después de lade Victoriano Cortés y cogió por sorpresa a la población que, aunque dentro de un ambiente totalitario y de miedo constante, pensó que los ‘paseos nocturnos’ no se repetirían.

Una informante de 89 años contó a González en 2002 que ella y sus hermanos fueron testigos del discurrir de vehículos que paraban a la altura de la posada de la Calle Mesones, donde eran bajados “…unos hombres atados con cuerdas y tomaban la Calleja del Charquillo y al mucho rato todavía de noche escuchábamos unos petardos”. Lo que en realidad fueron disparos, algunos a bocajarro, quitaron la vida a braceros, jornaleros, alcaldes, concejales, empresarios afines a la República, maestros, mujeres e incluso niños.

El investigador localizó un testimonio que aseguraba que, años después, en torno a 1940-1941, hubo vecinos que pudieron sacar los restos de algún familiar de esa fosa sin conocimiento de la autoridad municipal.

La fosa común del cementerio municipal de Zufre se encuentra perfectamente localizada y delimitada en un espacio que ronda los 100 metros cuadrados. Se abrió a los pies de los tres paredones que la circundan. Hasta finales de los años 80 del siglo pasado, aún eran visibles en el tapial los restos de las balas que impactaron sobre ella.

Aunque hay estudios que documentan extraordinariamente los vecinos que fueron fusilados, González asegura que “estas listas no están completas, ya que la lista de desaparecidos tras la Guerra Civil se sitúa en el pueblo en torno a una docena depersonas“. A ello se suma que otros zufreños fueron fusilados en otras poblaciones, como las de La Granada de Riotinto, Sevilla, Aznalcóllar o Guillena, descansando sus restos en aquellas fosas.

En una de estas fosas, la del cementerio de Higuera de la Sierra, se buscaron los restos de dieciséis mujeres zufreñas en “la mal llamada ‘Fosa de las Mujeres de Zufre’, ya que no se encontraron sus restos allí, debiendo estar bajo una hilera de nichos frente a la capilla”, según González. El episodio, acaecido el 4 de noviembre de 1937, pudo haber sido aún peor, ya que, según la investigadora Raquel Almodóvar, la pretensión hubiera sido asesinar a todos los ocupantes de la cárcel zufreña en aquel momento, un total de 68 personas, según el archivo carcelario de Aracena, ya que el de Zufre se quemó en un incendio.

Desde el punto de vista de los responsables municipales republicanos, en esta fosa descansan tres alcaldes de Zufre y el último en el ejercicio de su cargo, Luis Sánchez Mallofret. Este último alcalde republicano, de 50 años, remitente de carbón, primo hermano del concejal Antonio Mallofret, presidió la última reunión de munícipes el 16 de julio, un acta que no fue incorporada a los libros capitulares, y fue asesinado el 29 de septiembre de 1936 en el cementerio de Zufre.

La fosa común del cementerio de Zufre, testigo de la infamia