“La Guerra Civil Española es un genocidio silenciado”: una argentina que lucha contra los crímenes del franquismo

“La Guerra Civil Española es un genocidio silenciado”: una argentina que lucha contra los crímenes del franquismo

Adriana Fernández pudo cruzar el océano y descubrir el cuerpo de su abuelo, asesinado en España durante los años de plomo. Contó en esta entrevista las similitudes y diferencias con el proceso de memoria, verdad y justicia de nuestro pueblo

En una de las entrevistas que realizamos en Radionauta durante este año, hablamos con Adriana Fernández, presidenta en Argentina de la ARMH (Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica) que se organiza para disputar los sentidos de la llamada Guerra Civil Española y denunciar los crímenes del franquismo.

Nacida en Argentina y con el conocimiento de la lucha por los derechos humanos de nuestro país, logró trazar un puente con lo sucedido en España. Conceptos y herramientas acuñados en la historia de nuestro país, puestos al servicio de lo ocurrido en el país ibérico.

Tres generaciones

Adriana es nieta de Antonio Fernández González, a quien le decían “El Cesterin”. Ella no sabía que era nieta de un “represaliado” del franquismo, como se les dice allí a las víctimas republicanas. Tampoco su papá lo sabía. “Por el silencio, que siempre todo lo cubrió y por el pánico de contar estas historias”, adelanta en la entrevista.

Un día, a fines del 2009, haciendo en Buenos Aires un curso sobre terrorismo de Estado en Argentina empezó a tomar conciencia de las fechas en la que su abuelo había muerto del otro lado del Atlántico y de las circunstancias. Ahí empezó a investigar y encontró que efectivamente “Cesterín” había sido un represaliado del franquismo y estaba enterrado en una fosa común. 

A partir de allí se contactó con la organización RMH en España, que tenía su sede en Ponferrada, ciudad de la comunidad de Castilla y León: casualmente el pueblo de su abuelo.

Luego de un mes, a principios del 2010, logran confirmar que el hombre había sido asesinado en la “lucha nacional contra el marxismo”, como le decían desde las tropas franquistas. Allí partieron a buscar sus restos.

De algunas charlas durante su adolescencia, el papá de Adriana, recordó algunos datos sobre la zona que podría estar enterrado Cesterín. “Le decían que allí donde el pasto crecía más alto y más verde, estaba enterrado su padre”. Luego de una búsqueda forense, finalmente pudieron encontrar la fosa: “Siempre me acuerdo de esos días, y de un niño que estaba siempre en ese lugar arando las tierras, me decía de una forma muy inocente que los campesinos que morían en su lugar de trabajo eran enterrados allí mismo, porque cuando se araban las tierras aparecían cuerpos”, rememoró Adriana y agregó: “cuando me contaban esto a mí lo que primero que se me representaban eran las fosas comunes”, dice respecto a las historias conocidas en Argentina de los N.N enterrados en pozos en centros clandestinos y cementerios.

A los meses de recuperar los restos del Cesterín se recuperaron restos de otros represaliados que estaban a pocos metros.

Una forma de ver la Guerra Civil

Adriana resumió en pocas palabras lo que se puede buscar en enciclopedias virtuales, buscadores y libros de historia, pero con un determinado punto de vista. Dijo que en los 30´ había un gobierno republicano, legítimamente elegido por el pueblo; “era un gobierno que otorgaba derechos a las mujeres y a los más vulnerables; tenía la meta de alfabetizar porque casi todos los que trabajaban en el campo, mucha gente humilde, no sabían leer ni escribir”. La educación era fundamental por eso los más represaliados, castigados, fueron los maestros. La jerarquía católica, por su parte, no estaba de acuerdo con este tipo de gobierno laico y, en alianza con un grupo de militares, entre ellos Francisco Franco, se sublevaron y dieron un golpe de Estado el 18 de julio de 1936. 

Allí comenzó la llamada Guerra Civil. “No me gusta decirle guerra civil, porque en sí no fue una guerra, fue un terrorismo de Estado, que arrasó con todos los que los que no estaban de acuerdo con el régimen”, comenzó a explicar. 

Después vinieron los 40 años de franquismo (1939 – 1978), lo que terminó haciendo una España con una historia totalmente silenciada, por eso hablamos de “genocidio silenciado”, dice bien sostenida en cada palabra. “Porque no es algo que tuvo una repercusión mundial como el genocidio contra los judíos o los armenios, el español no, el español quedó como una guerra civil, cuando prácticamente no hubo campo de batalla”.

En ese sentido, agregó que todavía en el año 2023 hay más de 100.000 personas enterradas en fosas comunes que “estamos tratando de a poco de que esas historias se recuperen, porque es terrible”.

Diferencias y similitudes entre los procesos de búsqueda de justicia a ambos lados del océano

Para Adriana, lo fundamental es cómo lo vivido impactó en la sociedad. “Yo siempre digo que todos sabemos que Argentina ha sido y es ejemplo en derechos humanos, la lucha de Madres y Abuelas ha sido fundamental, de los movimientos sociales, los familiares: esa resistencia que no bajó los brazos aun en los peores momentos”. Y describió que en España los 40 años de franquismo hicieron que el pánico y el terror lo silencie todo, que hablar de estos hechos sea algo solamente que se hacía dentro de las casas, en lo privado, pero en lo público no.

Además mencionó el Pacto de la Moncloa, una ley de olvido: “había que olvidar la reconciliación, la mal llamada reconciliación que lo único que hacía era favorecer a los que ganaron la guerra y los otros tenían que callar, olvidar y llorar en silencio”.

Fue con el transcurso de los años que las nietas y los nietos empezaron a preguntar qué pasó con sus abuelos. “Siempre digo que fue al revés que acá en Argentina, donde las abuelas buscan a los nietos y en España los nietos y nietas de republicanos buscamos y queremos saber qué pasó con nuestros abuelos”.

Así empezaron a generarse “movimientos memorialistas” que de a poco se fueron empoderando para pedir Memoria, Verdad y Justicia, pero no es un tema instalado en España como sí lo está en Argentina. “En España no van a salir masivamente como se hizo acá cuando se intentó instalar el 2 x 1 para que los genocidas queden libres”, comparó. Pero de a poco destacó que con la Ley de Memoria Democrática que se instaló hace un año empiezan a verse algunos cambios que favorecen al pedido de memoria, verdad de justicia que vienen haciendo los familiares desde hace tanto tiempo.

Incluso, como para tener un ejemplo concreto, desde el 2001 al 2019 se le ha cambiado el nombre alrededor de 500 calles y plazas que eran homenajes a Franco; se ha ido avanzando también en esta disputa simbólica. “Y queremos que en las escuelas se pueda estudiar lo que pasó porque realmente en los libros no aparecía nada de lo que tuviera que ver con esto, se hablaba de Guerra Civil Española, pero no de lo que hicieron con la republicanas y republicanos, eso no existía en la historia y la generaciones crecían sin saber realmente qué era lo que había pasado”.

“Mi padre no lo sabía y mucho menos la generación posterior porque era un tema del cual no se hablaba ni se enseñaba y solamente con mucho miedo y, te vuelvo a decir, en los ámbitos privados, pero en lo público costó”, reiteró y contó que desde el año 2000 para adelante es cuando cuando ya se empezaron a ver cambios, aunque “aun falta mucho.

Exhumaciones de cuerpos y querellas en Argentina

Consultada por las reivindicaciones más urgentes de los movimientos memorialistas o de derechos humanos en España, Adriana asegura que la búsqueda de cuerpos es de las más importantes. Las asociaciones de cada región van buscando las fosas, empiezan a exhumar, algunas tienen restos de 2000 republicanos, denuncian. “Es un trabajo que no hacía el gobierno sino las asociaciones. Ahora empieza a haber un poco más de empuje. Si el alcalde de ese lugar era del Partido Popular y no estaba de acuerdo, no se podía abrir una fosa. No había política de Estado. Ahora eso empieza de a poco a abrirse”, relata, respecto a los logros de la lucha.

“El problema es que se mueren los familiares, se mueren sin recuperar los restos de los suyos que estuvieron tantos años luchando por tenerlos y darles un entierro digno”, concluye.

Justicia desde Argentina

Adriana es la tercera querellante en estos crímenes. El primero fue Darío Rivas, querella que se interpuso en Argentina en el 2010 y era única en el mundo. Rivas abrió las puertas para que pueda ver más repercusión y para que puedan venir más personas desde España a denunciar los crímenes. Vinieron asociaciones y pudieron atestiguar delante de la jueza Servini De Cubría por primera vez en sus vidas. Gracias a esto se hicieron exhumaciones por exhorto como fue la de Timoteo Mendieta, menciona Adriana. También se pidió la extradición de torturadores y de gente del gobierno que todavía estaba con vida y que era cómplice: “gente que había firmado sentencias de muerte”.

De a poco se empiezan a presentar querellas en España y se empiezan a aceptar: “sobre todo del tiempo de la transición (75 al 82) cuando todavía se asesinaba y  se torturaba. Una o dos fueron aceptadas hace muy poquito y bueno, vamos a ver qué es lo que sucede”, agrega.

ARMH y sus objetivos

Tal como mencionamos, Adriana es la presidenta de la ARMH Argentina, la Asociación para la Recuperación de la memoria por los crímenes del franquismo. Según explicó, hacen un trabajo de dignificación de la memoria histórica y de difusión. Tienen convenios con el Archivo Nacional de la Memoria, con la Secretaría de Derechos Humanos. El objetivo es poder hacer un archivo con todas las historias y con todo el material que les envían los familiares, para que en Argentina exista también un lugar de consulta. Explicó (previo al cambio de gobierno) que la idea sería poder tener en la Ex Esma un lugar de consulta y de investigación. “Seguimos con la difusión de la querella y con todo lo que significa la reivindicación de la lucha de nuestras abuelas y abuelos”, finalizó.

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