La ruta londinense del exilio español

El nieto de Chaves Nogales y el hijo de Luis Portillo, el exministro y estrella de TV Michael Portillo, recorren lugares vinculados a los desterrados de nuestro país

Íñigo Gurruchaga / 4.02.2022 / lasprovincias.es
 
Luis Gabriel Portillo perdió su trabajo en el Ministerio de Justicia el 18 de julio de 1936. Nacido en Ávila, el catedrático de Derecho se montó en un autocar para regresar a Salamanca. En el trayecto se paró en una venta, adonde llegó otro autocar que hacía el itinerario inverso. Una amiga le dijo: «No vayas a Salamanca, Luis, están matando a todos». Utilizó entonces las diversas estrategias para sobrevivir que estaban al alcance de un exsecretario del ministro de Justicia del Gobierno de la República, que era «muy católico, políticamente moderado y pacifista». Esos tres rasgos de su padre los trazaba ayer Michael Portillo, hijo del exiliado español y exministro de Defensa del Gobierno británico.

El ahora comentarista de la política británica y estrella de la televisión por sus documentales de viajes se unió a un grupo de españoles, entre los que estaban el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y el embajador, José Pascual Marco, en la presentación de un paseo, Memoria de Exilios, que recorre la geografía urbana de los exiliados españoles de todas las épocas en Londres.

Incluyó en Temple la mención a Casiodoro de Reina y Antonio del Corro, partidarios de la reforma protestante. Los liberales se refugiaron al inicio del siglo XIX en Somers Town, en el norte de Londres. El doctor Josep Trueta, Arturo Barea o Manuel Chaves Nogales, huidos de la victoria de Franco, llevan a la bella plaza Lincoln’s Inn, a la vieja sede de la BBC, en Bush House, o a la otrora avenida de los periódicos británicos, Fleet Street, donde en 1941, el novelista y periodista sevillano montó su propia agencia en el número 54 de la misma calle.

Direcciones ocultas

El nieto de Chaves Nogales y el hijo de Portillo compartieron experiencias frente al bloque de apartamentos en el que vivieron sus familiares, en una esquina de Russell Square. Como temían que se conociera su dirección en Inglaterra o revelar la de sus familiares en España, las cartas a esposas o hermanos pretendían ser de amigos lejanos que pedían fotos.

Luis Portillo, del que su hijo nunca ha sabido cómo llegó a Inglaterra, encontró pronto ocupación. Fue instructor en un campamento cerca de Oxford de los niños vascos evacuados ante la inminente toma de Bilbao por el bando nacional. Una escocesa, estudiante de español y voluntaria en ese lugar, «le pidió la mano», según su hijo.

Portillo se reencontró en Londres con Manuel Irujo, que fue su ministro y lideraba un Consejo Nacional Vasco. Se dedicaban, por ejemplo, a la protección de soldados españoles concentrados en diferentes puntos de Inglaterra tras la Segunda Guerra Mundial, a los que las autoridades querían desmovilizar en el norte de África o en Italia. Unos regresaron antes de morir, como Portillo, y otros, como Barea y Chaves, fallecieron en Inglaterra. Este último, enorme cronista de la Guerra Civil, está enterrado en Londres bajo una tumba sin nombre.

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