Las veces en las que el Estado fue el que homenajeó a la División Azul

Más allá de las marchas neonazis, en muchas ocasiones ha sido el propio Estado quien ha conmemorado a la División Azul

 
Dani Domínguez
Dani Domínguez /19 febrero 2021 Una lectura de 6 minutos
 

Hay un calle en el distrito madrileño de Chamartín que desde 1958 ha conservado su nombre. Lo ha hecho, en parte, gracias a que el juzgado de lo contencioso-administrativo número 8 de Madrid decidió anular el cambio de denominación en 2018 al considerar que no se veía afectada por la Ley de Memoria Histórica. Aunque en los registros oficiales sí se cambió –por el nombre Memorial 11 de Marzo de 2004–, las antiguas placas siguen en la vía. Así, todavía es posible pasear por la calle Caídos de la División Azul, en homenaje a los españoles que perdieron la vida combatiendo al lado del nazi Adolf Hitler.

La 250.ª División de Infantería fue creada a instancias del ministro franquista Ramón Serrano Súñer con la excusa de apoyar a los nazis en la lucha contra el comunismo pero sin entrar en conflicto con ningún país y así mantener la neutralidad en la II Guerra Mundial. Al frente se colocó el general Agustín Muñoz Grandes, por cuyo Paseo en la capital se podía circular hasta 2018, el año en que se cambió su denominación por la del sindicalista Marcelino Camacho.

Pero estos no han sido los únicos homenajes que la División Azul ha recibido durante la democracia. Más allá de las marchas neonazis como la vivida en el cementerio de la Almudena el pasado sábado 13 de febrero, con motivo del aniversario de la batalla de Krasny Bor, en la que se lanzaron proclamas antisemitas, en muchas ocasiones ha sido el propio Estado quien ha conmemorado a los divisionarios.

Uno de los actos más polémicos fue ideado por el ministro socialista de Defensa José Bono en 2004, algunos meses después de llegar al Gobierno. Con motivo del desfile de las Fuerzas Armadas durante el Día de la Hispanidad, Bono decidió que un veterano de la División Azul y otro republicano desfilaran juntos para emular una especie de acto de conciliación. La idea no gustó a los partidos a la izquierda del PSOE, que aseguraron que lo único que se conseguía era “igualar a quien luchó por la libertad con quien rompió la legalidad”, según defendió Izquierda Unida.

Joan Tarda (ERC) acusó al ministro de Defensa de poner al mismo nivel “a los defensores de la Segunda República y a los golpistas fascistas”, lo que consideró “una falta total de respeto a las víctimas que dieron su vida por la democracia y las libertades”. Incluso la derecha nacionalista catalana de CiU consideró el acto de “esperpéntico, desafortunado y rayano en la comicidad”.

Prácticamente 9 años después, la ocurrencia de Bono sirvió al Gobierno de Mariano Rajoy para justificar la entrega de un diploma a la Hermandad de Combatientes de la División Azul por parte de la Delegada del Gobierno en Catalunya María de los Llanos de Luna. La organización fue una de las homenajeadas durante la celebración del 169º aniversario de la Guardia Civil, y la entrega de la mención por parte de De los Llanos de Luna provocó que todos los partidos del Parlament catalán –excepto PP y Cs– pidiesen su dimisión. Alfred Bosch, portavoz de ERC en el Congreso, llegó a pedir la comparecencia del entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz por lo que consideraba que había sido un acto de “glorificación del nazismo”.

En una entrevista con lamarea.com, el portavoz de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), Juan Antonio Delgado, aseguró que el reconocimiento “fue un acto insultante hacia las víctimas del nazismo” que “ensucia gravemente” la imagen del cuerpo: “Desde luego, el papel de una policía en un Estado democrático debe ser precisamente lo contrario, perseguir y combatir el racismo y la intolerancia en todas sus vertientes y nunca homenajearlo”, defendió entonces.

La “tradición” sirvió de excusa nuevamente al gobierno de Rajoy para justificar un año después el saludo institucional y la conmemoración que se hizo a Germán Pérez Casado, veterano militar franquista que llegó a participar en la División Azul. En el acto celebrado en casa de Pérez Casado –el más veterano de la provincia de Burgos– participó el por entonces jefe de las Fuerzas Pesadas, el general Miguel Alcañiz. El diputado de Amaiur Jon Iñarritu preguntó al Gobierno la razón “por la que Defensa homenajea a un militar franquista que, para más ‘inri’, fue un voluntario nazi”, que se escudó en la “tradición del Ejército de Tierra”.

Repatriar divisionarios

23.300 euros. Esa ha sido la cifra que el Ministerio de Defensa ha desembolsado desde 2003 para la repatriación de los cuerpos de 29 voluntarios de la División que se encontraban en Rusia o Alemania, según Europa Press. En 2018, el diputado del PSOE Odón Elorza preguntó al Ejecutivo de Rajoy “desde cuándo el Gobierno viene colaborando con las exhumaciones” de los divisionarios. Sin embargo, durante los años del gobierno de Zapatero se repatriaron al menos doce cuerpos: diez en 2007 y dos en 2010. El presidente para la Asociación de la Recuperación de la Memoria Histórica, Emilio Silva, denunciaba ya hace algunos años que “los muertos de la División Azul han tenido una oficina a la que acudir, algo que nunca han tenido los desaparecidos de la dictadura”.

Fue en 1995 cuando el entonces ministro socialista Gustavo Suárez Pertierra firmó un acuerdo de colaboración con la organización humanitaria alemana Volksbund para la búsqueda e identificación de los restos de los divisionarios. A petición de las familias, el ministro popular de Defensa Federico Trillo autorizó la repatriación de 20 cuerpos y desembolsó unos 130.000 euros (22 millones de pesetas) para financiar e identificar a los caídos y mejorar aquellos cementerios en los que se encontraban enterrados. 

En el 97, Defensa promovió la creación de una parcela en el cementerio alemán de Novgorod, cerca de San Petersburgo, para enterrar a los caídos de la División Azul, cuyos muertos se estiman en unos 4.500. Una delegación española viajó al camposanto por aquellos años, compuesta por unos 70 veteranos divisionarios y presidida por el director de la Dirección de Asistencia al Personal (DIAPER) de Ejército de Tierra, el general José Colldefors Valcárcel.

Muy cerca de allí, en el lugar en el que se produjo la batalla de Krasny Bor, el cónsul general de España en San Petersburgo, Juan Antonio Martínez-Cattáneo, participó en 2015 en un homenaje a la División Azul. El acto fue organizado por la fundación que lleva el nombre del regimiento y entre cuyos vocales se encuentra el propio Martínez-Cattáneo, según la información pública del Ministerio de Justicia. Su padre fue un militar falangista sublevado y, posteriormente, voluntario en la 250ª. En 2018, y a propuesta del Ministro de Exteriores Alfonso Dastis, Martínez-Cattáneo fue ascendido “a la categoría de Embajador al Ministro Plenipotenciario de Primera Clase».

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