Linares (Jaén). Anita Molina cumple un siglo de lucha

Ha celebrado su 100 cumpleaños siendo un referente en la Memoria Histórica

Ideal.es. JESSICA SOTO Linares Lunes, 20 abril 2020, 12:50

La vida de Ana Molina Gil, más conocida como Anita Molina, bien daría para una buena serie de esas que ahora tanto se llevan. Hace algo más de un mes cumplió 100 años y en su siglo de vida ha sido testigo de uno de los episodios más negros de la Historia de España, como fue la Guerra Civil, y también de la llegada de la ansiada democracia.

Esta linarense de adopción, porque nació en Mogón el primer día de marzo de 1920, llegó a la ciudad minera con sus padres y sus dos hermanos cuando tan solo tenía 3 años de edad. A los 11 años vivió la proclamación de la II República (14 de abril de 1931), pero pronto su vida dio un giro inesperado porque los ideales políticos que compartía con su padre le trajeron no pocos problemas. Como todos sus contemporáneos, vivió la Guerra Civil (1936-1939) y aún siendo muy joven ya tuvo que ejercer su liderazgo para ayudar a aquellos que defendían un sistema republicano. «Yo estaba estudiando en Valencia y de ahí nos mandaron a los frentes para que nosotros habláramos con los militares para que no desfallecieran en esta lucha. Fueron años muy duros», indica Anita.

Ahí no solo sufrió un duro varapalo con la derrota de los suyos, sino que al acabarse la contienda detuvieron y encarcelaron a su padre, Nemesio Molina Teruel, en la prisión de ‘El Pósito’. Su progenitor fue dirigente socialista, miembro de la UGT y finalmente fue fusilado en la tapia del cementerio de Linares en 1939. Tal fue la tristeza que invadió a su familia este terrible hecho que su madre, Francisca Gil Martínez, falleció nueve días más tarde. Y como las desgracias nunca vienen solas, a los ocho meses de la muerte de su madre, su hermana Ramona perdió la vida cuando estaba dando a luz y con tan solo 22 años de edad.

Anita tuvo que aprender a salir adelante con la única compañía de su hermano pequeño y de sus tíos.

Activista política

Anita ocupó el cargo de secretaria femenina de las Juventudes Socialistas Unificadas en Linares. Posteriormente, en Jaén fue la secretaria femenina del Comité Provincial de las Juventudes Socialistas Unificadas y secretaria femenina de la ‘Unión de Muchachas Antifascistas’, en 1938. En este colectivo se encargaban de pedir y de recoger en los comercios productos para el aseo de los militares a los que enviaban paquetes durante la guerra.

Aunque pretendientes no le faltaban a Anita, fue Francisco Cerezuela el que se convirtió en su gran amor y con el que contrajo matrimonio en 14 de julio de 1945. El destino, de nuevo, le tenía preparado un duro revés a Anita ya que a los 9 días de celebrarse el enlace, detuvieron a su marido por formar parte del Comité Provincial del Partido Comunista. Fue condenado a pena de muerte pero finalmente logró salir de la cárcel, tras 20 años en la prisión de Burgos. «Solo iba una vez al año a verlo. No podía ir más porque no tenía dinero. Además yo me tuve que ir al campo a coger aceituna, que no había cogido en mi vida. Él siempre me decía que iba a salir pronto, pero se tiró 20 años allí», comenta Anita.

Las circunstancias hicieron que no pudieran tener descendencia, pero la vida le recompensó con María José, una hija para ella, que la cuida y a la que llama cariñosamente ‘tita’ y cuyo padre fue íntimo amigo del marido de Anita en la cárcel.

Detenida y condenada

En 1941 fue detenida en Linares y llevada a la prisión provincial de mujeres de Sevilla por pertenecer al Partido Comunista. El Consejo de Guerra dictaminó que debía pasar encarcelada 18 años, pero al final estuvo un año entre rejas. Regresó a Linares a seguir buscándose la vida trabajando donde buenamente podía.

El fin de la dictadura y la llegada de la democracia supuso para ella un soplo de aire fresco después de décadas de represión. Sin embargo, esto no ha hecho que haya abandonado sus ideales, esos que proclama cada vez que tiene una oportunidad.

Desde su vivienda, en la barriada obrera de Arrayanes, presume de los reconocimientos obtenidos a lo largo de su vida. Con la inseparable compañía de María José muestra orgullosa, por ejemplo, el que recibió de manos del expresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves. El documento que lo atestigua fue un homenaje «por su entrega a la causa de la libertad y la democracia durante la Guerra Civil y la dictadura franquista», según reza.

El más reciente lo recibió el pasado 1 de marzo, coincidiendo con su onomástica y durante la comida-celebración en un restaurante de Linares en la que estuvo arropada por familiares y amigos. Fue una placa que le entregó la Asociación de la Memoria Histórica de la Provincia de Jaén. También cuelga de una de las paredes de su salón un calendario en el que una fotografía suya está rodeada con la bandera republicana, además de otro cuadro con un montaje fotográfico de su vida, ambos obsequios de su gran amigo Antonio Orcera.

El resto de reconocimientos se disponen por su dormitorio y le ha tenido que buscar un espacio a los ramos de flores que también le regalaron por su cumpleaños.

Igualdad y memoria

Anita sigue rebosando vitalidad y ganas de seguir luchando por aquello que considera que es justo. Sin ir más lejos, el 8 de Marzo está presente siempre para ella. «Las mujeres son las que se tienen que mover también. En la cosa política, lo mismo tienen que trabajar las mujeres que los hombres. Si queremos la igualdad entre unos y otros, tiene que ser así», destaca Anita.

Además de ser feminista que aboga por la igualdad, su caballo de batalla ha sido y es la recuperación de la memoria histórica. De hecho, es miembro del colectivo provincial de la Memoria Histórica. Como curiosidad, cuando se construía el monumento a la memoria en el Patio de San Diego del Cementerio de Linares, y que fue inaugurado en 2008, Anita Molina acudía todos los días para opinar acerca de cómo se debían hacer los trabajos. «La Memoria Histórica está haciendo muchas cosas. Creo que se debería trabajar más para honrar a las víctimas de la represión franquista», sentencia Anita.

De lo que no se olvida tampoco es de una poesía que recita de memoria como pocos y que recoge parte de su vida. «El día 6 de noviembre, a las seis de la mañana, en la cárcel de Linares los presos allí encerrados amargamente lloraban. Son lágrimas muy amargas, lágrimas de honda emoción, son lágrimas de impotencia de esta cruel represión», recuerda Anita.

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