Localizan a la familia de uno de los republicanos asturianos que las tropas de Franco fusilaron en Galicia para celebrar la toma de Madrid.

El Comité de Memoria de Celanova encuentra a las nietas de Abelardo Suárez del Busto, uno de los últimos defensores de Asturias asesinado en el campo de concentración de la localidad ourensana.

El Comité de Memoria Histórica de Celanova, en Ourense, ha logrado localizar a los familiares de uno de los siete soldados republicanos asturianos fusilados en esa localidad por las tropas de Joaquín Ríos Capapé, el jefe de la Bandera de Falange de Marruecos originario de la localidad gallega, que viajó a Galicia con sus tropas para celebrar la toma de Madrid en marzo de 1939.

Los restos de los represaliados fueron hallados este año en una fosa común del cementerio de la localidad, y la investigación del Comité permitió conocer sus identidades. Pero nada se sabía de sus descendientes. De hecho, la familia del primero de los asesinados cuyos parientes han podido ser localizados no tenía noticias suyas desde que fue internado en 1939 en el campo de concentración de Celanova, uno de los más mortíferos del franquismo en Galicia.

El Comité de Celanova lleva meses buscando a los familiares de los muertos. Entre ellos a los de Abelardo Suárez del Busto, un albañil de 28 años que formaba parte de las últimas tropas de la defensa republicana de Asturias. Abelardo intentó huir a Francia con sus compañeros a bordo de un barco, el Gaviota, tras la caída de Gijón, pero todos fueron capturados por las tropas franquistas y, tras ser sometidos a un Consejo de Guerra, enviados a Celanova después de pasar por el siniestro campo de concentración de Camposancos, cerca de Tui, en Pontevedra.

Las tropas de Ríos Capapé fusilaron a Abelardo el 22 de septiembre de 1939. El tribunal que lo juzgó junto a varios de sus compañeros le condenó a muerte tras dar por probada su militancia en la UGT y en la Federación Anarquista Ibérica, una de las organizaciones políticas más activas en las primeras décadas del siglo pasado. También le acusaron de participar en el asalto a dos cuarteles militares franquistas durante la guerra.

Tras descubrir la fosa y estudiar los documentos forenses y eclesiásticos que relacionaban a los cadáveres hallados en ella con la represión desatada en Celanoa por las tropas de Ríos Capapé, los técnicos del Comité de Memoria empezaron a investigar para encontrar a las familias de los represaliados.

La única pista que tenían era un breve comentario en un blog firmado en el 2009 por Graciela, una mujer que preguntaba si alguien sabía qué había sido de Félix Suárez Del Busto, uno de los presos de Celanova. Pero el blog había sido desactivado hacía tiempo.

Graciela, a quien su familia conoce en realidad como Gracia, es junto a María José y Luis Enrique una de las tres nietas de Abelardo. Y explica la razón de que buscara a su abuelo Félix, y no a Abelardo: “Se llamaba Abelardo Félix, pero en casa siempre escuché referirse a él como Félix. En el 2009 intenté buscarlo. Tiempo después, dejé un poco de lado el asunto. Pero mi hermana María José y mi sobrina Irene me dijeron que debía insistir“, cuenta.

El Comité inició la investigación sobre la fosa a finales de 2020. Había información sobre los fusilamientos y los nombres de los siete asturianos figuraban en publicaciones del historiador Domingo Rodríguez Teijeiro, de la Universidade de Vigo. Además, había otras evidencias “en fuentes orales indirectas de la existencia de la fosa en el cementerio parroquial de Celanova”, aseguran fuentes de la organización.

El Comité publicó las actas de defunción de los siete asesinados e hizo públicas las causas que se llevaron contra ellos y que permanecen en el Archivo Militar de Ferrol. Trasladaron la documentación a la Dirección General de Memoria Democrática de la Consejería de Presidencia del Gobierno de Asturias, que dirige Begoña Serrano, y a las asociaciones memorialistas asturianas. Y lograron localizar a las descendientes de Abelardo.

“Era hijo de un carretero. Era albañil. En casa eran muy pobres. No sabía leer ni escribir, por eso en los escritos de la causa aparece su firma con el dedo”, explica Gracia, Graciela.

“Emilia, mi abuela, sabía que su marido había estado preso en Celanova. Su hijo mayor, Enrique, murió. Fue otro mazazo para ella, que se casó después por segunda vez. Mis padres emigraron a Francia y mi hermana y yo nos criamos con ellos. Mi madre murió hace tres años, justo un 3 de octubre. Este domingo, durante el aniversario, me dio por buscar en Facebook cosas sobre Celanova. Encontré la página del Comité, la información sobre el acto de la semana anterior en el patio del instituto, donde había estado la cárcel, con el Gobierno asturiano. Y apareció el nombre de mi abuelo… En seguida se lo dije a la familia, y mi sobrina Irene decidió escribir al Comité. Por eso estamos aquí”, afirma.

Fuentes del Comité de Memoria de Celanova aseguran que la asociación es partidaria “de que se proceda a exhumar los restos que pudieran hallarse” en la misma fosa en la que se encontró el cadáver de Abelardo. Una iniciativa que, al amparo de la nueva ley de memoria democrática, en trámite parlamentario, “puede llevar adelante cualquier Administración pública”, aseguran.

El Comité también es partidario, si así lo desean los familiares, de que puedan realizarse las correspondientes pruebas de ADN, “para confirmar” definitivamente las identidades de los asesinados. “Una vez realizada esta labor, la decisión sobre que hacer con los restos corresponderá a las familias o, en ausencia de familiares, al Gobierno de Asturias”. “Mientras tanto, el Comité trabajará para que los nombres de los siete asturianos sean recordados en el lugar” y que éste “sea tratado como un espacio de memoria”, concluyen.

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