Los 300.000 refugiados malagueños que huyeron de la guerra y el hambre

Una investigación realizada por el arqueólogo Andrés Fernández y la historiadora Maribel Brenes sobre el éxodo andaluz en 1937 duplica el número de personas que tuvieron que andar el camino de Málaga a Almería, la carretera de la muerte.

Lamarea/Olivia carballar / 01 abril 2016 / 10:33  

“Imaginaos ciento cincuenta mil hombres, mujeres y niños que huyen en busca de refugio hacia una ciudad situada a cerca de doscientos kilómetros de distancia. No hay más que un camino. No hay más vía de escape. Y este camino, encajonado entre los altos picos de la Sierra Nevada y el mar, cortado en sus mismos tajos, sube y baja, desde el nivel del mar a las montañas, en declives de más de 30 metros”.

Norman Bethune, El crimen del camino Málaga-Almería

“Tengo 91 años, era yo muy niña y no podré decir con mucha precisión cuántos llegaron o cuánto tiempo permanecieron aquí, pero sí tengo claro y nunca olvidaré en qué condiciones llegaron. Los vi entrar por la calle principal donde yo jugaba con otras niñas. De pronto una multitud de personas caminaba lentamente, arrastrando los pies. Había mujeres con niños pequeños en los brazos que apenas podían sostener, otros iban cogidos de la mano o de la falda de su madre, unos pasos rezagados pues casi no podían andar. Algunos hombres portaban pequeños bultos que podrían ser ropa o enseres que no querían abandonar. Pero la mayoría no llevaba nada pues lo que sacaron de sus hogares de Málaga, en la huida, lo fueron dejando en las cunetas de la carretera donde también quedaron muertos o perdidos muchos de sus seres queridos”.

El testimonio de María Teresa López Bervel, de Alhama de Almería, ilustra el horror que, como hoy en las fronteras europeas, vivieron hace 80 años aquellas personas que huyeron de las bombas y el hambre en la conocida como desbandá. El testimonio, escrito por ella misma, está recogido en 1937. Éxodo Málaga Almería, una investigación realizada por el arqueólogo Andrés Fernández y la historiadora Maribel Brenes que aporta un dato hasta ahora inédito: más de 300.000 personas huyeron de la ciudad andaluza y los alrededores, el doble de la cifra aceptada hasta hoy por la historiografía.

“Posiblemente no haya antecedentes de tan ingente cantidad de población civil huida en una guerra. A ello habría que sumarle la escasa o nula alimentación de entonces, muchos comían las cañas de azúcar que encontraban en la carretera”, reflexiona Fernández, que asegura que no habría escrito esta investigación sin su trabajo como arqueólogo de la memoria.

En su trayectoria, ha dirigido la mayor exhumación llevada a cabo hasta el momento en España, en el cementerio malagueño de San Rafael, donde fueron localizados 2.840 cuerpos. Ha participado en una veintena de intervenciones más y otros trabajos de localización por toda Andalucía. Ha escuchado a pie de fosa los lamentos de muchas personas que sólo querían recuperar a sus muertos, saber dónde estaban. Y ha descubierto que detrás de esas montañas de huesos había corazones. Que en cada orificio de bala había una historia perdida. Una vida por contar. “En los testimonios orales siempre salía a relucir la conocida desbandá o carretera de la muerte, y como historiador he leído los trabajos sobre este episodio -por cierto, algunos de excelentes investigaciones-, pero siempre hay preguntas que no tenían respuesta”, afirma.

10.000 refugiados en Almería

Otra de las aportaciones novedosas es el censo de refugiados que se quedaron viviendo en Almería, más de 10.000, y el censo del hospital, que indica las heridas o las condiciones en las que llegaban. “También se hace mención a los miles de huidos que continuaron por el levante. Y le dedicamos un capítulo a las pérdidas materiales, como los proyectos sobre las carreteras y casillas de peones camineros”, indica Fernández sobre el libro, que narra el desarrollo día por día, hora por hora, de toda la ocupación sublevada sobre Málaga.

Los autores iniciaron la investigación hace seis años y se nutre principalmente de archivos militares, provinciales, municipales y estatales. “El acceso a la documentación ha sido facilitado por los archiveros, tanto militares como civiles, que no han escatimado en esfuerzos por contribuir a esta investigación, ayudándonos en todo lo que hemos necesitado y orientándonos para conseguir la información que nos pudiera ser de utilidad para difundir este episodio de la guerra civil”, señala Maribel Brenes. La obra será presentada este viernes en Málaga.

En estos trabajos se puede ver la capacidad del hombre de llegar al horror en el sentido más estricto de la palabra”, concluye Fernández, que destaca especialmente la ternura de los abuelos y abuelas que sufrieron a lo largo de la vida la pérdida de sus padres, familiares cercanos, la represión, el hambre, la vejación… “Y en la mayoría de los casos -insiste- sólo quieren sacar a sus seres queridos de las fosas”.

Los 300.000 refugiados malagueños que huyeron de la guerra y el hambre

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Rumbo a la verdad de La Desbandá

Andrés Fernández y Maribel Brenes presentan hoy su esperado libro sobre la masacre de la Carretera de Almería

Lucas Martín 01.04.2016 | 05:00

El trabajo, que se fundamenta en fuentes oficiales inéditas y de ambos bandos, cifra el número de exiliados en 300.000, el doble de los que se aventuraban anteriormente – En Adra sólo quedaban 200.000

Láminas de silencio miserable, testimonios pulverizados por el horror y el paso del tiempo y muchas luces aportadas, contra todo tipo de dificultades, por el ingenio de la investigación. El escándalo de La Desbandá, considerado unánimente en Europa como la mayor matanza del siglo hasta la aparición de Hitler y de Stalin, ha ido desbrozándose en estos casi ochenta años lentamente; en muchos casos pasando de un olvido a un conocimiento diáfano, en el que siempre, por la dispersión de fuentes y de los protagonistas, quedaban cosas por saber. Algunas, como el número de víctimas, las más elementales y otras confiadas a relatos que tenían menos valor científico que necesariamente sentimental.

Después de más de un lustro de trabajo, los historiadores Andrés Fernández y Maribel Brenes han logrado desentrañar muchos de los aspectos que hasta este momento parecían irresolubles. Su trabajo, que se presenta hoy oficialmente en la sede de Turismo Andaluz, la histórica fonda de la calle Compañía, supone una innovación de partida esencial: por primera vez, los investigadores han consultado a fondo el conjunto de archivos militares y oficiales que reseñaron las operaciones de ambos bandos y el paso infernal con el que fue tomando cuerpo la catástrofe, desde las dudas republicanas a los intentos precarios por establecer un recuento de víctimas y de supervivientes.

Brenes y Fernández, este último responsable técnico de la exhumación en Málaga del antiguo cementerio de San Rafael, han buceado en documentos que en muchas ocasiones no habían visto la luz desde la confusión de 1937, cuando formaron parte del enjambre de órdenes y comunicaciones de la toma y la resistencia de Málaga. La investigación es, en este sentido, un relato ordenado de decenas de textos inéditos, a los que se ha agregado todo tipo de material adicional. Mapas, entrevistas a testigos, fotografías e ilustraciones forman parte de un libro cuya extensión y variedad de puntos de vista da a veces la sensación de agotar el tema. Al menos, con los datos y las fuentes que están disponibles actualmente.

Quizá uno de los datos más valiosos de cuantos aparecen en el estudio es el que hace referencia a la cantidad de personas que, acosadas por la artillería nacional, decidieron emprender la marcha por la antigua carretera. Hasta ahora la única cifra con la que se contaba, más allá de las conjeturas conmocionadas de los corresponsales, era la del médico y humanista Norman Bethune, que desde su caseta improvisada de auxilio, llegó a hablar de alrededor de 150.000 exiliados. Fernández y Brenes han localizado hasta tres registros distintos, algunos con el sello de oficialidad del Gobierno y otro con el de las tropas golpistas, que elevan siniestramente el número: el terror de la persecución, aclaran los autores, va todavía más allá de lo que comúnmente se entiende como verdad aproximativa e incluye prácticamente al doble de huidos. Según el trabajo, fueron 300.000 los andaluces que iniciaron la huida, toda una ciudad en movimiento que paradójicamente superaba de largo la población de Málaga de la época, y que se nutría de grandes bolsas humanas llegadas desde otras localidades y provincias. Durante las horas previas a la entrada del ejército nacional, Málaga se convirtió en una plataforma tambaleante de viajeros que llegaban en busca de una vía de salida. Solamente desde el interior vinieron 80.000 personas con la intención de integrarse en la diáspora. Familias enteras, con mayoría de mujeres y de niños, que en mitad del desaliento de la guerra apenas intuían que se acercaban a un desastre de dimensiones todavía más ásperas que las que trataban de dejar atrás. Una ratonera insalvable para la que Queipo de Llanos había dispuesto una estrategia cuya falta de humanidad espeluznaría hasta a los propios soldados encargados de ejecutarla: la de disparar indiscriminadamente a todo aquel que fuera avistado sobre el paisaje.

Para cumplir con el macabro objetivo del general, la represión nacional no estaba precisamente huérfana de armas. A la aviación italiana se sumaban buques como el Cervantes o el Canarias. Una ofensiva multidireccional y prácticamente sin oposición que demudó en un genocidio de civiles sin precedentes en la historia contemporánea. Del violento peregrinaje de esos días, el libro de Fernández y Brenes (1937. Éxodo Málaga Almería. Nuevas fuentes de investigación) proporciona una reconstrucción meticulosa, con la posición exacta que iba tomando la artillería y hasta la distancia desde la que se abría fuego en cada uno de los ataques. Lo que continúa siendo un misterio es conocer el alcance exacto de la desgracia. Las hipótesis, en este caso, han sido numerosas, si bien todas han tropezado con una dificultad infranqueable: la de contabilizar rigurosamente el número de cadáveres. Aunque hay quien sostiene que todo el recorrido podría estar minado de pequeñas tumbas anónimas, la única certeza es la que también sugiere por primera vez el trabajo: de los 300.000 que partieron de Málaga sólo 200.000 llegaron a Adra. Andrés Fernández señala a este respecto que sería imprudente relacionar el baile de números con la matanza; hubo, sin duda, muchos que murieron, sí, pero otros optaron por regresar e, incluso, por seguir rumbo hacia la frontera una vez columbrado el final de la antigua N-340. El grado de destrucción, sin embargo, no se cuestiona. En sus últimas páginas, la investigación, que arranca en 1936, detalla con censos y cartas buena parte de la lectura oficial que se hizo de la conclusión de La Desbandá: adolescentes llegando al hospital con los pies hinchados y a cargo de decenas de niños, mujeres enfermas y medio derruidas, personas obsesionadas en encontrar por todos los medios a los familiares que habían ido perdiendo por el camino.

El libro de los jóvenes investigadores aborda igualmente otros interrogantes que siempre han estado circundando la literatura de la huida. Entre ellos, el protagonismo extraoficial de los nazis o el papel que tuvieron en el conflicto personajes de tanta resonancia local como Carlos de Haya. Un acercamiento desprovisto de retórica y que deja múltiples itinerarios de pensamientos al lector. «Conforme íbamos ordenando cronológicamente el material nos dábamos cuenta de que ya desde 1936, en las comunicaciones y las dudas de la República se veía que todo estaba abocado a la derrota de la resistencia», resalta Fernández. El trabajo se acompaña de una exposición itinerante que actualmente, y hasta el día 8 , se puede visitar en el Archivo Histórico Provincial.

http://www.laopiniondemalaga.es/malaga/2016/04/01/rumbo-desbanda/839404.html