Durante los años de la agitada Transición, varios partidos se declaraban de ideología maoísta, entre los que destacan el Partido de los Trabajadores de España (PTE) y la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), esta última con una presencia reseñable en Extremadura.
Rafa González/@OtraExtremadura / 30 abr 2020 10:10
A finales de los 60, durante el tardofranquismo, florecieron decenas de organizaciones políticas en la izquierda que miraban lo que sucedía a lo largo del mundo y bebían de las experiencias que los distintos pueblos habían tomado con éxito en el camino de su liberación. Varias de esas organizaciones tomaron como ejemplo la Revolución China que dirigió Mao Tse Tung y que se saldó con la instauración de la República Popular China.
Según relata Ramón Franquesa en el libro Pan, trabajo y libertad, el maoísmo, o más exactamente la Revolución Cultural, ejerció un gran atractivo para la juventud, casi como una expresión generacional: “Una revolución fresca frente a la gerontocracia que gobernaba la Unión Soviética”. En el caso español, como un aglutinante de la izquierda crítica con el carrillismo.
Fueron más de una decena los grupos los que asumieron el maoísmo como ideología en el Estado español, entre los que destacan el Partido del Trabajo de España (PTE) y la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT). Estas dos organizaciones, junto a sus sindicatos, tuvieron presencia en Extremadura, destacando la influencia de la ORT entre los trabajadores y las trabajadoras de las vegas bajas del Guadiana.
El Partido del Trabajo de España fue un partido político español de ideología maoísta, creado en 1967 en la clandestinidad en el contexto de la dictadura franquista bajo el nombre de Partido Comunista de España (internacional). Su primer secretario general fue Eladio García Castro. La ORT se constituyó en 1969 en Alcalá de Henares (Madrid). Tenía su origen en medios católicos y buena parte de su militancia inicial procedía de la radicalización de la Acción Sindical de Trabajadores (AST), un movimiento sindical católico nacido en la HOAC.
La presencia de ambas organizaciones fue desigual en la región, mientras el PTE se encontraba en ambientes universitarios y en algunas localidades concretas como Zahínos y Talavera, la ORT consiguió cierta implantación en la provincia de Badajoz, destacando la influencia en la comarca de Mérida-Tierra de Barros.
FUERZA SINDICAL
Ambas organizaciones pusieron en marcha sindicatos bajo su influencia. La ORT organizó al Sindicato Unitario (SU), con una fuerte presencial sobre todo en Mérida, ciudad industrializada por aquel entonces con fábricas como ATESUR, IFESA (el Matadero, la mayor empresa de Extremadura, poco después convertida en CARCESA), la Corchera, Forte, Rumianca…, en donde destacaría la labor desarrollada por Joaquín Martínez Trejo, un ejemplo destacado del militante sindical surgido de la base, dirigente nato, con grandes dotes de agitador e incansable actividad, que desarrolló la responsabilidad de Secretario Regional del SU.
Además, el Sindicato Unitario tuvo un papel determinante en las huelgas de la vendimia (1976) y de la construcción en Badajoz (1978). Esta última se convirtió en un hito de la lucha de clases de la región, como se puede leer en el artículo La huelga del 78: andamios de esparanza de Manuel Cañada.
Por su parte, el PTE puso en marcha la CSUT, del cual formaba parte el Sindicato de Obreros del Campo, con influencia en varias localidades como Talavera, Azuaga…, realizando en julio de 1977 el I Encuentro Jornalero de Extremadura, al que asistieron 150 jornaleros de 20 pueblos de la región.
JUAN CANET, JOAQUÍN MACIAS, FRANCISCO JAVIER SERVANT Y BIENVENIDA GÓMEZ
Llegaron las primeras elecciones generales desde la República y las dos organizaciones maoístas con presencia en la región no estaban legalizadas, por lo que se vieron obligadas a presentarse bajo otro paraguas; la ORT optó por el nombre de Agrupación Electoral de Trabajadores (AET) y el PTE formó junto a otros grupos el Frente Democrático de Izquierdas.
La campaña fue intensa y los militantes de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores nunca podrán olvidarla. El 6 de junio de 1977, mientras se dirigían a un acto electoral a Cabeza del Buey, fallecen en accidente de tráfico Juan Canet, Joaquín Macias, Francisco Javier Servant y Bienvenida Gómez. El suceso conmocionó a toda la izquierda extremeña y miles de personas acudieron al entierro.
Juan Canet, con 34 años, era abogado laboralista en ejercicio y encabezaba la lista al Congreso por la Candidatura de los Trabajadores. Era natural de Madrid y pertenecía al Comité Central de la ORT. En su actividad profesional defendía siempre a los trabajadores contra las empresas, cuestión que le había hecho ganarse el cariño de la clase obrera.
Joaquín Macías, de 43 años, era jornalero de Almendralejo, muy conocido por su lucha a favor de los trabajadores del campo. Había sido detenido en numerosas ocasiones con motivo de organizar a sus compañeros en la lucha contra el paro y la explotación.
Los otros dos acompañantes eran Francisco Javier Servant y Bienvenida Gómez, jóvenes que se habían incorporado hacía poco a la organización.
RESULTADOS ELECTORALES
Los resultados electorales de la izquierda no suelen corresponderse al nivel de lucha y compromiso, y en este caso no sería una excepción. En las elecciones generales de 1977 la Agrupación Electoral de los Trabajadores obtuvo 3.272 votos y el Frente Democrático de Izquierdas 2.229. Malos resultados que se achacaron a la circunstancia de tener que concurrir con otro nombre, al no estar dichos partidos legalizados.
La segunda cita electoral fue en 1979, en donde pudieron presentarse con su nombre. La ORT tuvo 6.282 votos (1,17%) y el PTE 3.279 (0,61%). Estos datos llevaron a la reflexión de ambas organizaciones, que comenzaron contactos de cara a una posible unificación.
La siguiente cita electoral fueron las elecciones municipales de 1979, en donde la Organización Revolucionaria de los Trabajadores pudo mostrar su implantación con el resultado de 22 concejales en la región, destacando los 3 de Mérida y las alcaldías de Torremejía en la provincia de Badajoz y Valdastillas en Cáceres, dos de los pocos municipios que gobernaría este partido en todo el país.
El alcalde de Torremejía, además, pasará a la historia al ser denunciando por exhumar la fosa común de las víctimas de la represión franquista en la localidad. Las responsabilidades subsidiarias fueron fijadas en 50.000 pesetas, y el juzgado ordenó el embargo de la vaca propiedad del alcalde, ya que era trabajador del campo y se encontraba en desempleo.
El Partido del Trabajo de España consiguió 10 concejales, todos en localidades cuya principal actividad era la agrícola. Ambos resultados fueron modestos si se comparan con los 921 concejales del PSOE o los 210 del PCE.
En estas elecciones, la Organización Revolucionaria de los Trabajadores y el Partido del Trabajo de España habían iniciado un proceso de unificación pero no había concluido, por lo que acordaron apoyar a la candidatura con mayores posibilidades de ambas organizaciones, intercambiando militantes en las mismas: en unos lugares la candidatura correspondería al PTE y en otros a la ORT. Con esta estrategia, ambos partidos a nivel nacional consiguieron 242.000 votos, 400 concejales (11 de ellos provinciales) y 20 alcaldes. Pero aunque se consiguió una buena representación municipal, la estrategia no cumplió con lo esperado, pues la suma conjunta de ambas organizaciones en las anteriores elecciones generales del 1 de marzo de ese mismo año fue de 320.315 votos (78.315 votos menos en esta ocasión).
UNIFICACIÓN Y DISOLUCIÓN
Con estos datos, el proceso de unificación de las dos grandes organizaciones maoístas del Estado español se acelera, y en julio de 1979 vería la luz el Partido de los Trabajadores de España como resultado final de la unión del PTE y la ORT. Este partido tuvo una vida de poco más de un año, pues las fuertes disensiones internas expresadas en los órganos del partido y la diferente visión desde Andalucía, principal agrupación territorial, de la estrategia política a seguir, originó la disolución del partido en 1980.
Con el fracaso de la unificación y la posterior disolución, los militantes que siguieron en la lucha por la emancipación de la clase obrera se incorporaron al PCE y a lo que luego fue Izquierda Unida en el ámbito político, y a CCOO en la rama sindical.
Pero también fueron muchos los dirigentes y cuadros que fueron cooptados por el PSOE y su aparato institucional en los años 80 y 90. Así mismo, una parte de su militancia se implicaría en los movimientos sociales contra la OTAN, el movimiento antinuclear, las luchas antimilitaristas por la objeción de conciencia y la insumisión y otras demandas sociales. Este paso de la política de partido a los movimientos sociales permitió la revitalización de estos en los duros años, para la izquierda política, de la consolidación institucional del régimen del 78.
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