Los pueblos en la Guerra Civil: ratoneras sin salida y epicentros del terror

► El proyecto documental Hogar busca poner voz a víctimas que todavía hoy recuerdan cómo aniquilaron a sus amigos y familiares

► Los pueblos, que podían parecer refugios, eran en realidad ratoneras sin salida en las que el hambre y el miedo eran protagonistas

ELDIARIO.ES | JOSÉ ANTONIO LUNA | 2-10-2018

“Escuchaba el traqueteo de un camión que venía en dirección a mi casa; que estaba al principio de la cuesta que subía al cementerio. Entonces escuchamos un llanto. Y a los pocos minutos, dos tiros”, recuerda emocionado Timoteo, uno de los muchos habitantes de la sierra de Aracena (Huelva) que asistió en primera persona a la aniquilación de amigos y familiares. Porque, aunque los pueblos podían parecer refugios durante la Guerra Civil, en realidad eran ratoneras sin salida donde el miedo y la sangre se convirtieron en protagonistas.

Sacar a  Franco del Valle de los Caídos o retirar simbología de la dictadura son consecuencias de una contienda que, a pesar de haber estallado hace más de 80 años, continúa siendo objeto de debate. Aun así, existe una Guerra Civil más allá de las grandes ciudades, más allá de la Batalla del Ebro o del‎ bombardeo de Guernica: la que se vivió en la España rural.

Para poner voz a una parte no tan conocida del conflicto nace el proyecto documental Hogar. Un camino de vuelta a casa, que en estos momentos  busca financiación para desarrollar lo que comenzó como una simple idea de dos universitarios: Michèle Novovitch y David Morano (ambos de 1992), los cuales se conocieron mientras hacían la carrera de Filosofía en Sevilla.

“Soy de un pueblo de 800 habitantes, de Alájar (Huelva), y desde pequeño he sentido la sombra de la Guerra Civil”, explica a Morano eldiario.es. Una sombra que no solo está presente a través de placas conmemorativas, también con relatos que el tiempo no ha conseguido borrar. “Un señor se encerró en un desván, otro que se travestía para poder ver a sus hijos de dos años… Cosas brutales que yo compartía con mi círculo de amigos en la universidad”, añade.

Fue en uno de los viajes de Michèle a Alájar cuando la curiosidad empezó a tomar forma de reportaje. Y, más concretamente, con la visita a la persona más mayor del pueblo: Asunción. La mujer de 95 años, según Morano, comenzó a relatar cómo su padre “era un señor de campo que no tenía nada que ver con la política”, pero que decidió convertirse en fugitivo tras comprobar cómo “en los pueblos de alrededor estaban buscando hombres para matarlos”. En ese momento firmó su sentencia de muerte. Fueron 9 meses en los que Asunción recuerda cómo llegó a esconderse un potaje caliente entre las piernas, a pesar de la quemazón, para poder llevárselo a su padre. Nada importó. No pudo escapar de su destino. 

“En las ciudades todo está más disperso, pero en el campo y en los pueblecitos quedan todavía más claras las estrategias del terror”, considera Novovitch. La filósofa apunta que “el campo es el gran olvidado de la historia”, algo que desean cambiar con Hogar. Por ello, comenzaron a visitar otros pueblos de la sierra de Huelva en busca de más historias. Sin duda, las encontraron. Santa Ana, Linares, Castaño del Robledo, Almonaster la Real… Cada localización esconde un pasado ligado a la represión.

“Investigadores como Paul Preston señalan la sierra de Aracena como uno de los puntos más negros de España. No por el número de muertos, sino por la cantidad en proporción a la población”, afirma Morano sobre una región azotada por el general golpista Queipo de Llano. “En algunas aldeas murieron todas las personas. Si no tenemos en cuenta a las mujeres, a los niños ni a los ancianos, que no solían asesinar, entonces ya no quedaban muchos más candidatos para quitarse del medio”, lamenta el onubense.

El dolor de enfrentarse al pasado

Hogar cuenta con varios hándicaps. Algunos son logísticos, como desplazarse por la sierra sin coche, con mal tiempo y haciendo autostop; y otros algo más serios, como las barreras de los supervivientes para enfrentarse a su pasado. Sin embargo, al final, lo que parecían problemas insalvables solo fueron pequeños obstáculos.

“Algunos decían que su padre estaba fatal, que no podía hablar de la guerra, y luego íbamos allí y se abría completamente”, sostiene Novovitch. De hecho, destaca que algunas veces consiguieron testimonios que “ni siquiera conocen sus propias familias”. La presunta distancia generacional tampoco existió. Los jóvenes destacan cómo “escuchando con atención e interés” consiguieron romper esa barrera a veces imaginaria.

Pero Hogar no es solo un documental centrado en el sufrimiento de un bando concreto, sino en el sufrimiento provocado por la guerra en general. Es justo ese respeto por el pasado el que ha permitido reunir unos hechos convertidos en tabúes y ocultos por temor. “Eso ha facilitado que haya un ambiente distendido, porque sabe que por nuestra parte no iba a haber ningún prejuicio, nos cuente lo que nos cuente”, asegura Morano.

A pesar de todo, todavía queda lo más difícil: la recaudación. A menos de un mes para la finalización de la campaña crowfunding han conseguido 6.200 euros de los 32.000 que tienen marcado como objetivo, una cantidad necesaria para que, según Morano, “llegue con los medios suficientes para que la gente joven lo entienda y les haga plantearse su posición con respecto a la memoria histórica”. También para que todos los entrevistados vean recompensados el esfuerzo de recuperar una parte dolorosa de su vida ante una cámara, ante dos desconocidos y, a ser posible, ante todo el mundo.

“Si no sale evidentemente esto tendrá que salir adelante con nuestros medios, lo que pasa es que el impacto no tendrá nada que ver con si lo hacemos con un equipo profesional”, lamenta el alajeño. De momento, como reconoce, solo piensan en algo: “En luchar por conseguirlo”.

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