Madrid. Así será el centro de memoria de la antigua cárcel de Carabanchel

Habrá dos espacios diferenciados, uno bajo la cúpula que hubo en la prisión, y el otro consistirá en un edificio de varias plantas con aulas multiusos que también utilizará Instituciones Penitenciarias.

El anuncio de la construcción de un lugar de memoria en el terreno que ocupó la cárcel de Carabanchel, ahora yermo después de que el Estado la derribara, no ha pillado por sorpresa al movimiento memorialista. Un pedazo de la historia de la represión franquista se destruyó durante la madrugada del 24 al 25 de octubre de 2008, justo dos décadas después de su cierre tras 55 años de funcionamiento. Ahora, una nueva oportunidad se abre para que vuelva la vida hecha memoria a este enclave madrileño.

Por lo pronto, desde Más País han suscrito un acuerdo con el Gobierno para que sea la secretaría de Estado de Memoria Democrática, y no el Ministerio del Interior, dueño del solar, quien ponga en marcha el centro memorial. Según explicita este partido político, el Gobierno tiene seis meses y 300.000 euros para comenzar el proyecto, aunque desde el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática afirman que también están actuando conjuntamente con Instituciones Penitenciarias.

Fuentes internas del Ministerio dirigido por Félix Bolaños afirman que el centro de memoria “se concretará en diálogo con las asociaciones de memoria interesadas vinculadas a la prisión”. También adelantan que el centro tendrá dos espacios: una rotonda en el lugar que ocupó la cúpula de la cárcel, en la que se exhibirá algún monumento conmemorativo fruto de un concurso de ideas y “un memorial propiamente dicho que es un edificio de varias plantas en el que además irán unas aulas multiusos para actividades de formación de Instituciones Penitenciarias y actividades para promoción de la memoria democrática“, agregan desde el Ministerio.

En el diseño de musealización del espacio también contarán con las asociaciones de memoria y vecinales, añaden. “Lógicamente habrá centro de interpretación e investigación, exposiciones permanentes y temporales, etc.”, expresan fuentes internas del Ministerio.

El colectivo reclama un espacio independiente

Luis Suárez-Carreño es miembro de la Plataforma ciudadana por el centro de memoria Cárcel de Carabanchel. Él pasó por la prisión en dos ocasiones debido a su militancia política: al principio fueron dos meses, en 1970 tras su primera detención; a los que se sumaron otros nueve meses, en 1973, ya como reincidente. Para ellos, el anuncio del espacio de memoria no es nuevo: “Hace un año y medio, aproximadamente, mantuvimos alguna reunión con Instituciones Penitenciarias, que depende del Ministerio del Interior, en las que nos comentaron el proyecto que tenían”, dice.

“La cárcel fue un gran hito urbano, político e histórico del franquismo y requiere cierta dignidad y funcionalidad”

Así se enteraron de que la idea era construir diversos edificios en el mismo terreno que albergó la cárcel de Carabanchel. “Desde ese momento, les dijimos que nosotros queríamos un centro de memoria en un edificio independiente. Aquello fue lo normal en este tipo de negociaciones, que no estábamos de acuerdo del todo pero vimos positiva su predisposición”, agrega Suárez-Carreño. Lo que sí les ha sorprendido algo más es que no les hayan vuelto a contactar después de aquello sabiendo que el proyecto saldría adelante: “La cárcel fue un gran hito urbano, político e histórico del franquismo y requiere cierta dignidad y funcionalidad, así que el centro de memoria debe tener el rango y la presencia necesarias para albergar todo el conjunto de actividades que un lugar así debe realizar”, en sus propios términos.

Julián Rebollo, miembro también de la Plataforma, hace años que escribió a mano los cientos de nombres de los presos políticos que pasaron por el centro penitenciario construido con mano de obra de reclusos republicanos y que desde el colectivo exhiben siempre que organizan algún acto de homenaje. “No sabemos muy bien qué quiere hacer ahí el Gobierno, no especifican demasiado. Nosotros queremos un edificio aislado, independiente de los demás, pero parece que no es eso lo que van a hacer”, dice.

Antes con Memoria Democrática que con Interior

El terreno en cuestión pertenece al Ministerio del Interior, aunque una de las demandas por parte de Más País para aprobar los nuevos presupuestos generales del Estado pasa por la secretaría de Estado de Memoria Democrática, dependiente del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Dicha demanda ya ha sido aceptada por el Ejecutivo, quien asegura que contará con las asociaciones memorialistas y vecinales en la futura concreción del proyecto.

“La secretaría tiene un plazo de seis meses para habilitar el espacio”

En palabras de Íñigo Errejón, “la secretaría tiene un plazo de seis meses para habilitar el espacio, pero esto solo es un primer paso; es evidente que en el diseño concreto de cómo se hará va a hacer falta presionar con toda la fuerza que tengamos, tanto desde la política institucional como los colectivos“. El líder de Más País, además, cifra el presupuesto acordado para ello con el Gobierno: 300.000 euros. Preguntado el Ejecutivo por este aspecto, responde que “el centro de memoria está en el marco de las actuaciones y presupuesto que ha diseñado Instituciones Penitenciarias para sus actuaciones en los antiguos terrenos de la cárcel de Carabanchel y en otros lugares de la geografía española”.

La construcción de este espacio memorial se enmarca en la modificación del Plan de amortización y creación de centros penitenciarios aprobado por el Consejo de Ministros este martes y que estará vigente hasta 2028. Los mismos terrenos de la antigua prisión también albergarán las dependencias de la Entidad de Derecho Público, Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo. Esto, sumadas a las intervenciones que se prevén en Cuenca, Siete Aguas, Alcalá de Guadaira, Cádiz, Burgos y la provincia de Málaga, tendrán un coste para la Sociedad de Infraestructuras y Equipamientos Penitenciarios y Seguridad del Estado (SIEPSE), como órgano de contratación, de 256,5 millones de euros, y para la Dirección General del Patrimonio del Estado, de 318 millones.

Historia viva de la memoria política

A sus 73 años, Suárez-Carreño, antiguo preso y militante comunista encarcelado bajo el régimen franquista, repasa la historia de la prisión: en 1940 comenzó su construcción con mano de obra procedente de los presos republicanos, y aunque cuatro años más tarde no estuvo terminada del todo, empezó a funcionar. La mitad de las ocho galerías radiales que salen del centro panóptico de la prisión quedaron sin terminar, así que en 1955 el régimen reinauguró la prisión con dos de esas galerías terminadas.

“Allí estuvo también el reformatorio, un edificio en forma de peine que da al sur de la estructura radial, el hospital psiquiátrico y, ya en los años 60, el hospital penitenciario“, añade el integrante de la Plataforma. De hecho, este hospital es el único edificio que quedó sin demoler en 2008. Ubicado en la punta del vértice que da al noroeste, actualmente es ocupado por el centro de internamiento para extranjeros (CIE) de Aluche.

“No podemos olvidar la relevancia que esta prisión tuvo para los presos políticos”

Para la historia también quedan las dimensiones de esta cárcel provincial de Madrid, la más grande en España por aquel entonces con 17 hectáreas. “Tampoco podemos olvidar la relevancia que esta prisión tuvo para los presos políticos. Como en la capital estaba el Tribunal de Orden Público y algunos tribunales especiales militares franquistas, por aquí pasaban presos de todas las regiones del Estado”, explica Suárez-Carreño.

Tanto es así, que el poco tiempo que él estuvo encarcelado pudo contar a unos 300 presos políticos que o bien esperaban su juicio o bien se encontraban en tránsito de una cárcel a otra, ya que la prisión de Carabanchel no estaba destinada para el cumplimiento de las penas. “Era una cárcel con una vida de la población reclusa muy intensa. Parece mentira, pero la vida política allí era muy rica porque conocías a gente de todas las corrientes de la resistencia antifranquista”, dice este activista por la memoria.

Por aquel entonces, los presos políticos poseían cierto estatus diferenciado dentro de la prisión. Tenían ciertos “privilegios” vetados para los demás que se materializaban en una mayor libertad de movimientos y de reunión o la posibilidad de compartir los precarios bienes que guardaban. Según el propio Suárez-Carreño, “esto se consiguió con muchas huelgas de hambre y plantes a lo largo de los años anteriores, pero sí se puede decir que vivimos una represión carcelaria atenuada, aunque no dejamos de realizar acciones políticas como huelgas de hambre por los fusilamientos de septiembre de 1975 o el asesinato de Salvador Puig Antich“.

Epicentro de las luchas de los presos sociales

La cárcel de Carabanchel también fue testigo de unos de los mayores motines que se recuerdan en la historia reciente del país, sobre todo por su carga simbólica. Sucedió en 1977 y casi fue la presentación de la Coordinadora de Presos en Lucha (COPEL) al país. Los presos sociales, tras haber adquirido conciencia de su carácter de víctimas del régimen dictatorial, se encaramaron al tejado de la prisión y allí resistieron días ante el duro asedio de las fuerzas policiales por tierra y aire.

“Se tendrá en cuenta a los presos políticos y a los movimientos sociales antifranquistas”

El Ministerio que lidera Bolaños admite que no habrá gran diferenciación en el centro de memoria entre los presos políticos y los sociales. Las fuentes consultadas sostienen que “se tendrá en cuenta a los presos políticos y a los movimientos sociales antifranquistas que germinaron en el seno como respuesta al sistema penitenciario franquista“.

Para Errejón, además, la creación de un centro de memoria en este enclave tiene gran calado a nivel familiar y sentimental, ya que su padre pasó por la prisión de Carabanchel. “Estoy muy orgulloso de él y de las razones que le llevaron a ser un preso político, por luchar contra la dictadura, por la libertad y un país más justo”, concede.

El diputado, por su parte, colectiviza este avance en materia de memoria democrática: “Esto es un homenaje a todos los que pasaron por la cárcel, como mi padre. No es un homenaje al sufrimiento, no a una derrota, sino a cierta victoria. La cárcel de Carabanchel no solo fue una prisión, sino una escuela política en la que los presos aprendieron solidaridad, donde estudiaron, donde se siguieron organizando, y al salir en libertad siguieron militando. Y ahí los carceleros no les ganaron, salieron con sus ideas más fortalecidas, por mucho que les robaran años o les hicieran sufrir”.

Este es el pasado que desde la Plataforma ciudadana por el centro de memoria Cárcel de Carabanchel y diferentes grupos políticos quieren recordar con la dignidad que se merece, al igual que sucede en la Modelo de Barcelona. “Y eso es lo que queremos, que el centro no quede en un par de salas para exposiciones, sino que tenga espacios para la documentación e investigación, y también didácticos. Solo queremos recuperar este lugar como un centro de defensa de los derechos humanos y la memoria”, concluye el mismo Suárez-Carreño.

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