Madrid. Historiadores dudan del plan de Ayuso para encontrar fosas con fusilados por los republicanos

Historiadores dudan del plan de Ayuso para encontrar fosas con fusilados por los republicanos

Los expertos consultados afirman que la zona donde se construyó una vía de tren para evitar el asedio franquista ya fue rastreada por el régimen y que no hay ningún dato en la Causa General que apunte que allí hubo fosas

Ayuso propone usar fondos del Gobierno central para localizar fosas de supuestos prisioneros de guerra explotados por los republicanos

La Comunidad de Madrid ha decidido usar parte de los fondos del Gobierno central destinados a tareas de memoria histórica para encontrar supuestas fosas comunes con cuerpos de presos políticos del bando nacional que trabajaron en la construcción del llamado ‘Tren de los 40 días’ o ‘Vía Negrín’, una línea de tren de Madrid a Valencia, encargada en 1937 por el entonces presidente del Gobierno Juan Negrín para que las fuerzas republicanas pudieran sortear el cerco de las tropas de Franco. Los expertos consultados por este diario desconfían del éxito de un proyecto que pretende localizar restos en una zona de Madrid que fue rastrillada exhaustivamente tras la victoria del dictador.

El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso tiene ya preparada una propuesta, que planea enviar próximamente al Ministerio de Presidencia, para iniciar estos trabajos de localización en dos campos identificados en los municipios madrileños de Pozuelo del Rey y Ambite. Según argumenta la propuesta del Ejecutivo regional, con un presupuesto de 63.747,30 euros, allí fueron enterrados por el bando republicano presos políticos que trabajaron en la construcción de esa línea ferroviaria.

Los redactores del proyecto cuentan con el testimonio de dos vecinos de edad avanzada de Villar del Olmo y Ambite, que oyeron a sus padres hablar sobre ese lugar de enterramiento. Los presos en cuestión, dice el escrito, no figuran en ningún documento del Archivo Histórico Nacional ni en las listas del Centro Documental de la Memoria Histórica ni en los archivos de la Cruz. “Eran presos gubernativos, dependientes de la policía secreta del Ministerio de Gobernación sin ningún control judicial y por tanto con escasa trazabilidad”, sostiene la propuesta.

Los expertos consultados por este diario, sin embargo, aseguran que sí hay documentación al respecto. Gutmaro Gómez Bravo, profesor titular de Historia contemporánea en la Universidad Complutense y director del Grupo de Investigación Complutense de la Guerra Civil y el Franquismo (Gigefra), dice que si bien hubo prisioneros de guerra en la construcción de aquella infraestructura, estos eran “reconocidos y totalmente trazables”. “Dicen que es una cosa de la dirección general de seguridad, que los eliminan y que no se sabe nada. Pero estos presos tienen una sentencia, están juzgados por un tribunal popular, con los cuestionamientos que se le pudiera hacer a ese tribunal, pero están juzgados, hay documentos y listados enormes. Es un tema conocido”, explica en declaraciones a este diario.

La construcción del tren

Tampoco parece factible que allí se diesen ejecuciones sumarias. El ‘Tren de los 40 días’ se empezó a pensar a comienzos de 1937, durante el asedio a Madrid por todos los flancos y en medio de la batalla del Jarama. Entonces, los franquistas consiguieron el flanco de la carretera derecha del río y estaban punto de interceptar la cadena de suministros que procedía de Valencia, explica Gómez Bravo. Meses más tarde, el Alto Mando del ejército republicano planteó al entonces presidente del Gobierno, Juan Negrín, construir una línea nueva para restablecer el tráfico ferroviario con la zona del levante y recuperar el abastecimiento de material militar y de alimentos para la población.

La construcción de la vía iba a tardar 40 jornadas en un primer momento –de ahí su nombre–, pero las obras se demoraron por el devenir de la guerra y no fue inaugurada hasta 100 días más tarde, a mediados de 1938. “Sacan los materiales de donde pueden, era una medida bastante a la desesperada”, explica el Antonio Cazorla-Sánchez, catedrático de Historia de Europa en la Trent University de Canadá, que detalla que en la obra trabajaron unas 10.000 personas, entre obreros, soldados, voluntarios y un grupo de prisioneros de guerra, que rondaba los 2.000.

La vía consiguió conectar las localidades de Torrejón y Tarancón, con un ancho de 1,64 metros, y un trazado que llegaba a superar desniveles de 240 metros y atravesaba varios túneles. En esos poco más de 90 kilómetros, el Gobierno republicano transportó durante meses, en cajones de madera, a soldados, cabezas de ganado, armas y otros enseres, un transporte que resultó esencial para alargar la resistencia al asedio franquista.

El franquismo exhumó todo

Cuando Franco ganó la guerra, el tren se desmanteló y en esa zona, como en el resto de las que habían sido controladas en algún momento por las fuerzas republicanas, el régimen encargó exhaustivos trabajos para recuperar e identificar los cuerpos enterrados en fosas durante los combates. “Todas las fosas de muertos en campaña después de la guerra se exhumaron. Es muy improbable, y mucho más en Madrid, que haya algo que escapara a esos trabajos, porque exhumaron todo”, opina Gómez Bravo, que indica que no hay en los archivos de la denominada causa general seguida contra los republicanos por el Gobierno de Franco ningún detalle sobre fosas en esa zona. “Es una cosa que se hizo bastante bien, con los protocolos de la época. Si no está documentado es que en su momento no lo dijeron”, comenta.

Cazorla-Sánchez ve raro que, si en ese ramal trabajaron 2.000 prisioneros, no haya habido durante la dictadura una búsqueda, toda vez que el franquismo construyó un “discurso total de victimismo sobre los suyos mientras negaba la dignidad de los republicanos”. Además, apunta, la mayoría de esos presos sobrevivieron a la guerra, ya que en esa época, recuerda, la República apenas ejecutaba ya a nadie. “Es muy extraño. No está ni en la Causa General, que era detalladísima, ni hay ningún testimonio de nada, nadie que en su momento saliera a hablar de eso”, comenta.

Ambos historiadores apuntan a que algunos de esos presos podrían haber fallecido por cansancio, por las condiciones de trabajo o incluso por accidente, pero insisten en que es improbable que el régimen no los encontrara en su momento y que ningún familiar denunciara la situación, cuando aquello les favorecía de cara a las autoridades: “Nunca hubieran tenido miedo a denunciarlo –dice Gómez Bravo–. Era un incentivo. La causa de la Comunidad de Madrid está totalmente llena. Los ayuntamientos señalaban dónde había cadáveres. Es muy improbable”.

El proyecto se remite a esos dos vecinos de gran edad que oyeron hablar a sus padres del lugar de enterramiento. “Las ejecuciones y desapariciones forzadas a las que hace referencia este estudio preliminar corresponden a las últimas incorporaciones al Campo de Trabajo, y es donde queremos centrar nuestra investigación y localización, atendiendo de esta forma al principio de verdad, justicia y reparación”, dice el escrito del Gobierno regional, que propone al Ministerio de Presidencia un estudio con “medios no intrusivos –aéreos y terrestres, aplicando la tecnología más avanzada– que puedan situar estos lugares de enterramiento con el objeto de añadir evidencias físicas que contrasten los datos orales y documentales, colaborando de esta forma en la confección del Mapa de Fosas”.

Ambos historiadores plantean que si esas personas tienen recuerdo sobre lo sucedido está bien que se investigue. “Está bien que recuerden que hubo un tren y que recuerden que hubo presos nacionales. Si esa gente lo dice y lo recuerda, debe haber un trabajo con arqueólogos y un proceso científico y lo que salga de ahí deberían informarlo y documentarlo”, dice Gómez Bravo. “Vamos a asumir que la memoria de estas dos personas es buena y lo que dicen es verdad. Me parece muy bien en principio que el Gobierno regional haya decidido que sacar víctimas de la Guerra Civil de fosas comunes no es un acto de revanchismo, que no hay que consignarlas al olvido y que son igual de víctimas que las de ETA”, opone Cazorla-Sánchez, que se muestra cauto sin embargo ante la iniciativa ante la sensación de que este esfuerzo sea algo aislado y con fines partidistas.

Sin placa en la Puerta del Sol

El portavoz de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Emilio Silva, coincide con los expertos en que la propuesta parece “etérea” y lamenta que, hasta donde se sabe, no cuente con los familiares de las supuestas víctimas. “Me parece perfecto que cualquier persona busque los restos de sus familiares. En nuestro caso siempre trabajamos a partir de los familiares de las víctimas y en este caso no lo he visto. Me gustaría que estuvieran porque son los que tienen más legitimidad”, afirma Silva, que también se muestra extrañado de que ni siquiera el franquismo durante 40 años hiciera una investigación al respecto.

Silva reprocha por otro lado que el Gobierno del PP, mientras hace estas propuestas sobre memoria, rechace otras como la que le ofreció la ARMH para colocar una placa en la fachada de la sede de la Comunidad de Madrid, la Real Casa de Correos en la Puerta del Sol, en memoria de las personas que fueron torturadas por el régimen franquista cuando en ese edificio funcionaba la Dirección General de Seguridad.

“El Gobierno prefiere centrarse en unas víctimas posibles de la represión por parte de los republicanos mientras sigue ignorando y negando que en Madrid hubo una inmensa represión contra los republicanos. Ella –Ayuso– lo debe saber bien por el lugar donde trabaja”, completa Cazorla-Sánchez, que lamenta que el turista accidental, el historiador o el curioso que acude a la sede del Gobierno no pueda ver una placa o un código QR con un detalle de lo que ocurrió en ese edificio durante décadas.

El historiador Gómez-Bravo también se extraña de que el Gobierno regional quiera hacer ahora –como figura en la segunda parte del proyecto que han presentado– una señalización de toda la zona, cuando su equipo presentó a la Comunidad hace años, antes de la pandemia, un proyecto para colocar un recorrido de memoria en toda la zona de la Batalla del Jarama, que incluía el recorrido del tren. Todo eso, dice, quedó en nada. “Presentamos un proyecto de investigación para hacer un trabajo a fondo en esa zona y recuperarla para la gente, pero no nos hicieron caso. Se niegan a todo y ahora plantean una cosa que no tiene base”, concluye.