Madrid. Medio siglo de la muerte de Ruano: “Mataron a un icono de la lucha contra el franquismo”.

El Ayuntamiento de Madrid rinde homenaje este domingo a Enrique Ruano, estudiante y opositor, que fue torturado y defenestrado en 1969 por policías franquistas, según sus allegados

Marcos García Rey / 19/01/2019 20:42

“Ni olvido ni perdono, no hay reparación posible. Era mi hermano y solo tenía 21 años cuando lo mataron”, dice Margot Ruano. ¿Qué trágicos sucesos le ocurrieron a esta mujer para que marcaran a fuego el resto de su vida?

En el año 1969 el franquismo se disponía a celebrar el XXX aniversario del ‘año de la victoria’ en la Guerra Civil. Pero la dictadura comenzaba a agonizar. La resistencia política y social de quienes no habían vivido el conflicto bélico ni los años más represivos de la posguerra estaba cada vez mejor organizada. A finales de los sesenta, la Universidad Central de Madrid, hoy Complutense, era territorio comanche para la policía del régimen, que combatía como podía la creciente rebelión estudiantil mediante delatores y espías infiltrados en los sindicatos más progresistas.

La situación internacional del último trimestres de 1968 y comienzos de 1969 animaba a los estudiantes a luchar por la libertad y la democracia. Las universidades de Estados Unidos, París y Alemania hervían. Las norteamericanas por la Guerra de Vietnam; en las europeas, las ascuas de Mayo del 68 no se habían apagado ni mucho menos.

En ese contexto, el año 1969 se inició con fuertes movilizaciones en las universidades españolas. El día 16 de enero, decenas de estudiantes irrumpieron en el Rectorado de la Universidad de Barcelona. Estuvieron a punto de defenestrar a su rector, Manuel Albadalejo. No lo lograron, pero lanzaron un busto de Francisco Franco por la ventana que se hizo añicos al estamparse contra el suelo. Como consecuencia de esos acontecimientos, la represión policial se agudizó en todas las universidades rebeldes.

A la noche siguiente de los incidentes de Barcelona, Enrique Ruano y su novia Dolores González Ruiz —ambos estudiantes de Derecho—, Abilio Villena y José Bailo, cenaban en un restaurante cercano a la Plaza Castilla. Celebraban una reunión del Frente de Liberación Popular (FLP), también conocido familiarmente como Felipe, un movimiento nacido en 1956 como oposición al franquismo y que logró muchos afiliados entre la disidencia estudiantil.

Los cuatro estudiantes fueron interrogados y torturados en la Dirección General de Seguridad en un clima de máxima agitación sociopolítica

Allí fueron arrestados por policías de la Brigada Político Social y llevados al día siguiente a la Dirección General de Seguridad, ubicada en la Real Casa de Correos de la Puerta del Sol, hoy sede del Gobierno regional. En esas dependencias fueron interrogados y torturados en un clima de máxima agitación sociopolítica. “Los acusaban de haber repartido panfletos de Comisiones Obreras, pero eso era mentira”, explica José María Mohedano, abogado, exdiputado socialista y amigo personal de los estudiantes apresados.

El 18 de enero, varios policías se presentaron en el domicilio familiar de Enrique Ruano con una orden de registro. Estaba en Conde Aranda 24, junto al parque del Retiro, lugar habitual de reunión para los ‘felipes’, según refiere Mohedano. Él mismo era uno de ellos. “Pasaron al cuarto de Enrique y comenzaron a inspeccionarlo. En un descuido mío y de mi padre, abrieron su armario y robaron cuatro cuartillas que había escrito mi hermano al psiquiatra Carlos Castilla del Pino, con quien se estaba tratando”, relata a este diario la hermana de Ruano, Margot. Esas notas manuscritas fueron manipuladas posteriormente por el Ministerio de Información y Turismo que dirigía entonces Manuel Fraga. Más adelante contamos por qué.

A los dos días, el 20 de enero, llevaron a Enrique Ruano, cuyo nombre clandestino era ‘Evaristo’, a un pequeño piso situado en el número 60 de la calle General Mola, hoy Príncipe de Vergara, donde vivían unos estudiantes vascos conocidos del grupo de arrestados. Allí prosiguieron el interrogatorio los policías Francisco Luis Colino, Jesús Simón y Celso Galván. Según la versión oficial, en un momento determinado, le quitaron las esposas para que firmase la declaración. Fue entonces cuando Ruano se abalanzó contra los agentes, corrió y se precipitó desde una ventana del piso a un patio interior desde una altura de 28 metros. Falleció al instante.

Qué le ocurrió a Ruano en ese piso

La historiografía sobre el caso, los allegados de Ruano y los fallos judiciales evidencian que los inspectores de la Brigada de Investigación Social —popularmente conocida por la Brigada Político Social— llamaron enseguida a su jefe, Saturnino Yagüe, quien se personó en el lugar de los hechos. Estuvieron más de una hora en el lugar sin llamar a las autoridades judiciales para que certificaran su muerte y levantaran el cadáver.

Murió a manos de la policía, esa es mi convicción absoluta

Tras la autopsia, el régimen informó de que había sido un suicidio. El propio Manuel Fraga llamó la misma noche del fallecimiento al padre de Enrique Ruano y le comunicó la mala noticia. Seguidamente, Fraga, en persona, se encargó de hablar con los directores de medios de comunicación para darles instrucciones. Al día siguiente, el diario ‘ABC’ publicó en portada la noticia con el titular: “Cuatro comunistas, detenidos. Uno se suicidó arrojándose desde un séptimo piso”. En la pieza acusaban a Ruano de ser miembro del Partido Comunista Revolucionario.

Los amigos y familiares de Enrique Ruano y las obras de varios historiadores (recomendamos el libro ‘Historia del “Felipe”: FLP, FOC y ESBA, de Julio Cerón a la Liga Comunista Revolucionaria’ de Julio A. Garcia) impugnan la versión oficial que ofreció el franquismo. No hallan razón alguna para que el estudiante de cuarto de Derecho, a sus 21 años, se suicidara.

Las movilizaciones de los opositores en los días siguientes fueron masivas hasta el punto de que el día 24 de enero Francisco Franco y el vicepresidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, firmaron un decreto-ley por el que se imponía el primer estado de excepción en todo el territorio nacional por un periodo de tres meses. ¿El motivo? “Acciones minoritarias, pero sistemáticamente dirigidas a turbar la paz de España y su orden público, han venido produciéndose en los últimos meses, claramente en relación con una estrategia internacional que ha llegado a numerosos países”. Recuerdan a las razones que esgrime hoy Nicolás Maduro en Venezuela.

Un par de días antes, en su edición del 22 de enero, ‘ABC’ había publicado las cuartillas de Enrique Ruano, filtradas por la policía, como si fuera un diario. Entre sus notas, destacaba el periódico algunas frases supuestamente escritas por el activista. “Me encuentro debilitado, con dificultad de expresión y dificultad para concebir ideas”, era un de ellas. Otra: “Pienso que el suicidio será una solución, si todavía tuviera creencias religiosas…”.

Margot Ruano niega que las cuartillas fueran un diario, Según, Margot, fueron manipuladas antes de ser publicadas por ‘ABC’. “Lo hicieron para justificar su muerte y así se pervirtió su memoria”, dice Margot. Relata la hermana que estaba un poco deprimido y por eso había acudido al doctor Castilla del Pino, pero “se debía fundamentalmente a la inquietud que sentía por la represión del franquismo en una situación de desesperanza”.

El que fuera secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, estudió al igual que Ruano en el Colegio Nuestra Señora del Pilar. Cree firmemente que su compañero fue arrojado por la ventana. Apunta Pérez Rubalcaba a El Confidencial que en una exposición sobre el franquismo en Barcelona, siendo él ministro del Interior, se demostraba fehacientemente cómo aquellos escritos de Ruano habían sido falsificados por la dictadura.

El sumario judicial por suicidio se abrió el mismo mes de enero de 1969 y se cerró en 1971. Los policías fueron absueltos de todo cargo. Pero en 1989, justo antes de que prescribieran los hechos, el catedrático de Derecho Penal de la UCM José Manuel Gómez Benitez y otra hermana de Enrique Ruano, Beatriz, consiguieron reabrir el caso en la Audiencia Nacional. La sentencia, publicada en 1996 y ratificada por el Tribunal Supremo un año después, absolvió a los tres policías del asesinato del estudiante por falta de pruebas concluyentes, aunque reconoció las torturas a Ruano. Sin embargo, ese delito había prescrito. Pero uno de los éxitos de la acusación fue que el fallo arrojaba muchas dudas sobre la versión oficial y otorgaba bastante crédito a lo que habían sostenido durante dos decenios su familia y amigos: Ruano fue defenestrado por los inspectores.

Tras la exhumación del cadáver para realizar pruebas forenses, la decisión judicial ratificó que al activista político le habían serrado la clavícula durante la autopsia sin conocimiento de la familia. Además, confirmó que “tuvo una lesión no compatible con la precipitación”. Esa lesión era un agujero circular. La acusación particular afirmó durante el juicio que se debía al disparo de una bala que le pudo ocasionar la muerte antes de que el cuerpo fuera arrojado por la ventana.

Aunque la sentencia recogía que ese hecho no se pudo acreditar durante la investigación, el voto particular de la magistrada María José de la Vega Llanes admitió la existencia del asesinato, pero acordó “la absolución por falta de determinación del autor”. De la Vega Llanes alegó que “la lesión en el hemitórax derecho se produjo en vida” y que “por las características descritas [por los forenses] es totalmente compatible con el impacto de bala”.

El abogado de la acusación, Gómez Benítez explica a este medio “que el juicio probó que la tesis del suicidio no se sostenía. No se precipitó voluntariamente, con certeza recibió una bala y lo situaron junto a un ventana desde donde cayó”. Se lamenta el catedrático de que la sentencia no aclarara lo que realmente sucedió en ese piso, pero asevera lo siguiente: “Murió a manos de la policía, esa es mi convicción absoluta”.

Al mismo tiempo, Gómez Benítez aduce que lo positivo de la sentencia de 1996 consistió en que se sentó a los responsables del franquismo, pese a que se había instalado el pensamiento de que no podían ser juzgados después de la Ley de Amnistía de 1977. “Con esto demostramos que hechos no confesados podían ser investigados judicialmente de ahí en adelante”, recalca el letrado.

Un hito contra el franquismo

El Frente de Liberación Popular (FLP) significó una alternativa a la lucha sindical de Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores y a la política del Partido Comunista y el PSOE. En sus principios establecidos en 1963 en la ciudad francesa de Pau, el FLP se definió como una organización revolucionaria, socialista, democrática, federalista, laica y no dogmática. Entre sus afiliados, hubo una larga nómina personas que luego fueron de ministros y líderes políticos del PSOE —como Alfredo Pérez Rubalcaba, Joaquín Leguina o Pasqual Maragall— e intelectuales como el escritor Manuel Vázquez Montalbán o el editor Jesús Aguirre.

 

El Felipe se caracterizaba por su pluralismo ideológico, ya que aunaba a marxistas, cristianos progresistas y libertarios laicos. Los ideales que les unían era la lucha por la libertad y contra el totalitarismo. Esa heterodoxia la explica con su propio ejemplo Francisca ‘Paquita’ Sauquillo, abogada y expolítica socialista. “Ruano y yo íbamos a misa juntos, a las ceremonias oficiadas por el cura progresista Jesús Aguirre, quien fuera luego marido de la duquesa de Alba. Nuestras familias eran conservadoras, como lo eran todas las de esa época”.

El caso de Enrique Ruano, uno de sus activistas más dinámicos y destacados en su momento, causó un ‘shock’ en la oposición contra la dictadura porque era la primera vez que mataban a un estudiante, al mismo tiempo que su muerte espoleó la resistencia universitaria. “Mataron a un icono de la lucha contra el franquismo y eso no sucedió en vano”, dice Paquita Sauquillo. Ella, como responsable del Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, logró que el activista tuviera su vía en el barrio de Salamanca, cerca de donde murió: pasaje de Enrique Ruano, en lugar del pasaje del General Mola, uno de los oficiales clave en el golpe de estado de 1936.

Pérez Rubalcaba: “Ese episodio supuso un antes y un después en mi vida hasta el punto de que la muerte de Ruano me llevó a la política”

Paquita Sauquillo, una de las abogadas de la calle Atocha y hermana de Javier, quien fue asesinado en la matanza de 1977, señala que para ella la muerte de Ruano fue “el primer gran golpe porque implicaba la impotencia de luchar contra el franquismo”. La pareja de su hermano Javier fue herida de un balazo en el rostro durante ese atentado perpetrado por pistoleros fascistas. Ella era Dolores González Ruiz, la exnovia de Enrique Ruano.

“Me he acordado toda mi vida de este episodio, para mí supuso un antes y un después hasta el punto de que la muerte de Ruano me llevó a la política”, explica Pérez Rubalcaba. “Me encontré de bruces con la cara más dura del franquismo, la muerte de un compañero de colegio, un tipo comprometido con la gente y de repente lo tiran por la ventana”, dice en tono triste el ex vicepresidente de gobierno con José Luis Rodríguez Zapatero.

Para Gómez Benítez el hecho tan trágico de la muerte de un estudiante antifranquista “fue un punto de inflexión, un salto cualitativo y cuantitativo en la resistencia universitaria porque habían cruzado las líneas rojas”.

Pero lejos de arredrar a los estudiantes, las manifestaciones y protestas se sucedieron en los meses posteriores a los hechos. José María Mohedano organizó las movilizaciones de los días 21 a 24 de enero, hasta que lo detuvieron y lo llevaron también a la sede de la Dirección Nacional de Seguridad, donde compartió celda con el filósofo Fernando Savater, a la sazón íntimo amigo de Ruano. “Allí me zurraron de lo lindo y un tribunal militar me pedía 15 años de cárcel. Luego me trasladaron a la prisión de Carabanchel hasta que mi padre hizo una gestiones y me deportaron a Valencia”, relata el exdiputado socialista.

Mohedano perdió a un amigo de verdad cuando murió Ruano. Hace memoria vivida sobre ese trágico suceso, que no memoria histórica, según defiende él. “A lo largo de toda la vida, esa pérdida me impregnó personalmente de dos sentimientos: siempre había que defender la democracia y la libertad; y por otro lado, la necesidad de la reconciliación en España y el deber que tenemos de no utilizar a los muertos como arma arrojadiza contra otros adversarios políticos”, se explica Mohedano.

El Ayuntamiento de Madrid homenajea a Enrique Ruano este domingo con motivo del “50 aniversario de su asesinato” en los jardines dedicados a la memoria de Gregorio Ordóñez. Este último, político del Partido Popular, fue otra víctima de la violencia política, la de la organización terrorista ETA

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