Madrid. Ocho Stolpersteine recuerdan desde hoy a republicanos víctimas de campos de concentración nazis

Ocho Stolpersteine recuerdan desde hoy a republicanos víctimas de campos de concentración nazis

Nuevas “piedras de la memoria” colocadas en las calles de Madrid rememoran a ocho españoles deportados a los campos de concentración nazis.
Ainoha J. Vilató

Este viernes ocho deportados a los campos de concentración alemanes han sido recordados a las puertas de las que fueron sus casas. Desde la Calle Duque de Osuna, pasando por Plaza de España, Santa Clara, Carmen, Gran Vía o Cervantes para concluir en Paseo del Prado y Recoletos. En las céntricas calles de la ciudad madrileña estas pequeñas piezas grabadas ayudarán desde hoy a combatir la desmemoria y reivindicar las vidas de los españoles republicanos víctimas del nazismo, pero también víctimas de la dictadura de Franco.

La primera placa ha sido en homenaje a Saturnino Arroyo Alonso, asesinado el 25 de diciembre de 1941. Era el menor de tres hermanos y según el Centro Documental de la Memoria Histórica fue teniente de la 68 Brigada Mixta. Tras pasar por los campos de concentración franceses durante su exilio, fue detenido e internado en dos stalags. Primero en Zalag (Polonia) y después en Trèveris (Alemania). Los stalags eran campos de prisioneros de guerra previos a los campos de concentración. Finalmente fue deportado al subcampo Gusen el 8 de abril de 1941.

La comitiva después se ha trasladado a Plaza de España donde el recorrido ha parado frente al lugar donde hace más de 80 años vivió el hijo de Constantino y Francisca, naturales de León y Madrid. Manuel Salvadores Verdasco también se exilió en el país vecino y las investigaciones apuntan a que su trabajo en Francia consistió en la construcción de la Línea Maginot. Una línea de fortificaciones construida por Francia a lo largo de sus fronteras con Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Suiza e Italia iniciada tras la I Guerra Mundial. Manuel fue detenido y hecho prisionero en el Stalag V-D, en Estrasburgo del que salió el 11 de diciembre de 1941 con destino a Mauthausen. Dos meses después de su llegada al campo fue destinado a Gusen donde permaneció un año trabajando en la cantera. El 4 de febrero de 1942 lo trasladaron a Hartheim donde lo asesinaron en la cámara de gas cinco días más tarde.

Las familiares de César Blasco Sasera esperaban junto al portal número tres de la Calle Santa Clara para homenajear a su tío abuelo. Tenía 65 años cuando la Gestapo lo detiene en el Hotel Alexandra de Francia junto a otros siete militares republicanos españoles. Los ocho apresados fueron trasladados y detenidos en la Ciudadela de Perpignan, acusados de diferentes cargos.  De ahí pasaron al campo de concentración francés de Vernet d’Ariege, a 20 km. de Toulouse. A este destino solo llegaron siete de los ocho militares, el General Mariano Gamir Ulibarri ingresó en el hospital. El 30 de junio de 1944 el resto fueron trasladados a la cárcel de Toulouse, desde donde días más tarde iniciarían un largo viaje. El 2 de julio los embarcaron en el tristemente conocido como “Tren Fantasma” para deportarlos al campo de concentración de Dachau donde lo asesinaron el 21 de diciembre de ese mismo año.

El recorrido después se ha parado en la Calle Carmen para homenajear a Venancio Ortells Menéndez. Asesinado el 15 de febrero de 1945 en Neuengamme. Ortells estuvo internado en el campo de Argèles y más tarde detenido por la Gestapo e internado en Compiègne de donde fue trasladado el 15 de julio de 1944 al campo de concentración de Neuengamme. En los archivos de Arolsen conservan un anillo de Venancio.

También se ha homenajeado a Doroteo Gordo Alonso, de quien se desconoce su destino. Doroteo nació en Madrid, fue el mayor de cuatro hermanos y tenía tres hermanas. Durante la guerra se sabe que el 31 de diciembre de 1936 fue ascendido a teniente y después únicamente se conoce que fue detenido el 20 de abril de 1943. Se presupone por las fechas que Gordo Alonso formó parte de la Resistencia. Tras su detención los llevaron a Compiège y más tarde a Buchenwald donde llegó el 19 de enero de 1944, momento en que se le perdió la pista.

También hay quien sobrevivió al horror, aunque no fue lo más habitual. Estos son los casos de los exiliados Eleuterio Diaz Tendero Merchán, Vicente Parra Bordetas y Rafael Acosta Moreno. Este último nació en Madrid en 1916. Acosta fue el segundo de seis hermanos y durante la Guerra Civil fue teniente en el cuerpo de Sanidad. En el exilio pasó por el campo de concentración de Septfond y se alistó en la compañía de trabajadores número 64 siendo destinado a Cravant-à-Mezidon y posteriormente a Bretevilles-sur-Laize en Calvados. Lo detuvieron en Compiègne y después deportado al campo de concentración de Neuengamme el 21 de mayo de 1944. En ese convoy fueron deportados 2004 personas. Rafael sobrevivió y como muchos de sus compatriotas se quedó en Francia. Murió a principios de 2000 en Martignas-sur-Jalle, próximo a Burdeos.

Vicente Parra Bordetas nació en Madrid en 1886 y se licenció en medicina en 1908. La sublevación militar le sorprendió trabajando en Toledo, pero pronto se volvió a Madrid, donde colaboró con el Socorro Rojo Internacional, a la vez que trabajaba como médico de la Guardia de Asalto. Al finalizar la Guerra, se exilió a Francia y pasó por los campos de Argelès, Le Vernet, Septfonds y Clairfont. En 1943 lo detuvieron y encarcelaron en el campo de concentración Le Vernet de donde partió camino a Dachau hasta la liberación del mismo el 29 de abril de 1945. En Dachau trabajó en la enfermería y posiblemente esa ocupación le salvó la vida. En 1948, al contrario que Rafael, Vicente Parra Bordetas se exilió en Venezuela.

Víctimas del franquismo

El final de la guerra civil española arrastró a miles de ciudadanos al exilio. El avance de las tropas aceleró esa huida y en febrero del 39 muchos republicanos cruzaron los Pirineos ante la inminente victoria de los sublevados. Muchos de ellos vivirían en extremas condiciones en campos de refugiados como el de la agrupación de tiendas en las playas de Argelès, en Francia. Tan solo un año más tarde el país del exilio español sería ocupado por las tropas nacionalsocialistas alemanas durante la Segunda Guerra Mundial y los refugiados españoles caerían en manos de la Alemania nazi ante la pasividad de las autoridades españolas.

La embajada alemana en España remitió varias notas verbales en las que preguntaba al régimen de Franco si este estaba dispuesto a “hacerse cargo de los españoles rojos” a los que había recluido temporalmente en el campo de concentración de Les Alliers, cerca de Angoulême. En estas notas, las autoridades alemanas también mostraban su deseo de colaboración en la captura de los “dirigentes rojos españoles”. La respuesta “fuera de España no hay españoles” forma parte de la historia no escrita. Y así los republicanos españoles pasaron del exilio a los campos de concentración.

Poco después saldría de Angoulême el primer gran convoy de la Europa Occidental con destino a Mauthausen. Durante cuatro días los vagones de ganado trasladaron a 927 personas entre mujeres, hombres y niños al horror nazi.

Piedras de la memoria

La primera piedra de la memoria nació en Colonia de la mano del artista alemán Gunter Demnig en un encargo para conmemorar el 50 aniversario del decreto nazi de deportación de los gitanos ordenado por Himmler en 1942. A raíz de este homenaje Demnig decidió indagar en la vida de estas personas y situar el lugar del que procedían para darse cuenta de que muchas de las víctimas habían formado parte de su comunidad ante su completo desconocimiento. Entonces el artista decidió crear una obra para situar a las víctimas en su último emplazamiento, además de dotarles de nombre y apellidos con la intención de devolverlas a la historia. Decidió que el proyecto incluiría a todas las víctimas del nacionalsocialismo alemán comprendidas entre 1933 y 1945. Y en mayo de 1996 se colocaron las primeras stolpersteine en Berlín.

A Madrid llegó en 2019 de la mano de Isabel Martínez y Juan Rodríguez. Esta pareja se ha dedicado a localizar las últimas viviendas en la que residieron los madrileños deportados a los campos de concentración alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y desde entonces la ciudad cuenta con 35 piedras memoriales. Más de 100.000 en todo el mundo. Una idea catalogada como el proyecto de memoria más grande de Europa que ya se puede ver en 28 países.

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