Málaga. Del puzzle a la antigua prisión provincial.

Trabajo tiene la empresa que vaya a remodelar la cárcel, presa de una abandono pertinaz pero reversible

alfonso vázquez 28.11.2019 | 05:00

El martes pasado acababa el plazo para que las empresas presentaran ofertas para remodelar la antigua prisión provincial. Es de esperar que entre las mejoras que se lleven a cabo, una de ellas tenga en cuenta el paso cortado por la avenida de Ortega y Gasset, por el olvido de no mandar a un jardinero durante largos meses: las buganvillas se hicieron mayores y terminaron inclinando la verja principal de la cárcel.

El pasado martes, el día en que finalizaba el plazo para presentar ofertas para la remodelación de la antigua cárcel, el firmante volvió a pasarse por la antigua prisión provincial. Lo llamativo es que, gracias a su conversión en plató televisivo, está adquiriendo mucha más relevancia que cuando se dedicaba a sus menesteres originales.

La licitación, más de 400.000 euros, permite que los paseantes que desde hace semanas conviven con los vallas de protección colocadas por la policía en la avenida de Ortega y Gasset, aventuren un futuro más prometedor para este terrible lugar de memoria histórica del que, a lo largo de toda la Guerra Civil y después, salieron miles de malagueños para perder la vida en una tapia. Por cierto que el panel de la Junta de Andalucía que recuerda que es un lugar de Memoria Histórica se encuentra emborronada por la acción de algún intransigente.

De la necesaria reforma ya se sabe que irán fueran los dos pequeños módulos laterales de la avenida, construidos con posterioridad a 1933 y dos traseros que dan a la calle Fernández Fermina y que, siendo originales y si se mira la disposición de la vieja cárcel, permitirán que el futuro centro cultural gane espacio.

En cualquier caso, en todo este proceso burocrático lo que resulta fascinante, desde el punto de vista antropológico, es la rigidez extrema de nuestra administración más cercana, que a lo más que llega es a poner una valla separadora, para que a los malagueños no se nos caiga encima la verja de la cárcel, pero no pone remedio al problema que origina esta caída desde hace meses y meses.

Ya llegarán las obras de mejora, supone un servidor que concluirán los responsables de no hacer nada. Como saben, dos tramos de verja han cedido y están inclinados por el peso desmesurado de dos buganvillas del tamaño de sendas lunas de Plutón. Y si han crecido tanto es porque nuestro Consistorio no ha tenido reflejos de mandar a un jardinero a podarlas antes de que la cosa pasara a mayores.

Suponemos que esta nueva lección de hieratismo administrativo se deberá a que las verjas están tan perjudicadas, que ya no se sabe muy bien quién sostiene a quién.

Cuando lleguen estas obras de remodelación saldremos de dudas, pero el cuajo de dejar crecer las buganvillas hasta que el peso ha hecho que cedan las verjas donde se apoyan es digno de Bartleby el escribiente, ya saben, el personaje de Melville que a todo respondía eso de «preferiría no hacerlo».

Lo que esperemos que sí hagan las obras, además de enderezar el entuerto, es limpiar los patios delanteros, llenos de gatos, maleza y latas de cerveza y de paso, reponer las piedras que le faltan al muro de la cárcel, algo que puede apreciarse con toda nitidez si usted pasea por la calle Valderaduey, por ejemplo. Ánimo y a completar el puzzle.

El martes pasado acababa el plazo para que las empresas presentaran ofertas para remodelar la antigua prisión provincial. Es de esperar que entre las mejoras que se lleven a cabo, una de ellas tenga en cuenta el paso cortado por la avenida de Ortega y Gasset, por el olvido de no mandar a un jardinero durante largos meses: las buganvillas se hicieron mayores y terminaron inclinando la verja principal de la cárcel.

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