Mallorca. Cuando el delirio de Hitler llegó a Esporles

El Grup de Memòria Històrica trabaja en las biografías de decenas de vecinos represaliados por el franquismo, entre los cuales figuraron dos judíos alemanes que regentaban una tienda de fotografía

diariodemallorca.es | I. Moure | Palma | 9-11-2014

La siniestra sombra del delirio nazi llegó a un pequeño pueblo de la Tramuntana de la isla en los años cuarenta, alejado de los escenarios principales de la Segunda Guerra Mundial. Sucedió en Esporles. Allí residían dos ciudadanos alemanes judíos. Se llamaban Leo Israel Frischer y Hans Israel Mayer Classen, y vivían en la calle Nou de Sant Pere, donde regentaban también una tienda de fotografía.

A diferencia de las novelas, en las que el relato tiene un planteamiento, un desarrollo y un desenlace que cierra el círculo narrativo, la investigación histórica se compone de retazos documentales y orales que no siempre dejan una historia cerrada con su principio y final. Lo han podido comprobar en el Grup de Memòria Històrica d´Esporles, que se han lanzado a recuperar las historias de los represaliados en el pueblo en la primera época del franquismo. De momento, ya manejan una lista de 184 personas.

De la historia de Leo y Hans sólo se conocen cuatro fechas para seguir su trayectoria. Unas fechas que permiten intuir lo que pasó, sin poder llegar, sin embargo, a una conclusión definitiva. Está documentado, en primer lugar, que Leo recibió el 11 de junio de 1940 un requerimiento del alcalde de aquel entonces, Francisco Bosch. Le decían que tenía tres días para cambiar el rótulo de su tienda, “que dice FOTOS por el español de FOTOGRAFÍA” [sic].

Este particular celo ortográfico de las autoridades ya revelaba tiempos difíciles para estos ciudadanos extranjeros. Cinco días después, el 16 de junio, la presión sobre ellos aumentaba.

Eran los tiempos en los que el franquismo flirteaba abiertamente con el nazismo. Leo recibió una citación del comisario jefe de investigación y vigilancia de Balears para que se personase “a la mayor brevedad” en sus oficinas para comunicarle la expulsión. El requerimiento se repitió un mes después, incluyendo a Hans. Poco después, el alcalde informaba al comisario de que había localizado a los dos judíos alemanes y que les había entregado la citación.

Destino incierto

Eso era el 14 de julio de 1940 (tres meses después se celebraría el histórico encuentro de la estación de Hendaya, entre Franco y Hitler). A partir de aquí, silencio documental. El Grup de Memòria Històrica d´Esporles no ha podido rastrear más datos, aunque, a partir del testimonio de un vecino, se sabe que el 15 de julio la tienda apareció vacía.

No se supo nada más de Leo Israel Frischer y Hans Israel Mayer Classen en Esporles. Fin (provisional) de la historia.

¿Escaparon a algún país neutral donde pudieron ponerse a salvo de la barbarie del Holocausto? ¿O fueron detenidos en Esporles y puestos a disposición de las autoridades militares? ¿Fueron expulsados de España? ¿Acabaron en Alemania en algún campo de concentración compartiendo el triste destino de otros judíos? Son las lagunas de una historia que, a falta de encontrar más documentos o testimonios, comparten destino con otras historias aún incompletas de vecinos de Esporles, un pueblo que sufrió de manera especial la represión franquista por su fuerte arraigo sindical. Los componentes del Grup de Memòria Històrica d´Esporles, que no son historiadores profesionales, se han sumergido sobre todo en archivos de Memòria de Mallorca, para investigar decenas de biografías de estos esporlerins que sufrieron el franquismo en cualquiera de sus formas de represión y que se pueden seguir a través de actas de consejos de guerra o resoluciones del Tribunal de Responsabilidad Política.

Llamamiento ciudadano

En los últimos días, este grupo de investigación ha hecho un llamamiento a los vecinos para que participen con la aportación de fuentes orales y documentales que puedan arrojar luz sobre algunos de estos episodios. Su intención es recopilar toda la información en un libro, con el objetivo de “hacer justicia” a gente que fue “represaliada por sus ideas”.

Entre esas historias, estará también, por ejemplo, la de Joan Cañellas Capllonch, un socialista que era el presidente del sindicato de la construcción. En el inicio de la Guerra Civil, que en Esporles generó conatos de resistencia contra el bando nacional con cortes de carretera incluidos, optó por esconderse.

Refugiado en su casa, dos falangistas locales llamaron a la puerta. El tono amenazante que emplearon con su hija pequeña le obligó a salir de su escondite, lo que le llevó a la prisión de Can Mir de Palma. Su familia nunca supo nada más de él. El campo de concentración de La Savina, en Formentera, fue también otro de los destinos de las víctimas esporlerines del franquismo.

“Comían paja”

“La comida lucía por su ausencia. Sólo nos daban calabazas. Después, cebollas. Había gente que era como esqueletos. Muchos murieron. Algunos comían hasta la paja de los colchones. Podíamos recibir visitas, pero, como había que hablar en castellano, la comunicación se hacía muy difícil”, relató el esporlerí Antoni Vich Mates, testimonio que recogió en un libro Jean A. Schalekamp.

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