Mallorca. Excavación de la fosa común de Son Coletes: Abrir para arrojar luz sobre la verdad

“La memoria de las víctimas y sus familias merecían esta recompensa”, defiende Tugores, que ve que las tesis de los investigadores se confirman

Rosa Ferriol y Joan Sitges 

01.08.2020

diariodemallorca.es

 
Memoria histórica. La exhaustiva investigación que han hecho durante años los historiadores de Manacor ha sido determinante para los trabajos de excavación que el equipo de arqueólogos está realizando en el cementerio de Son Coletes

“Solo encontramos aquello que buscamos y solo buscamos aquello que conocemos”. Es una de las frases preferidas del arqueólogo de ATICS, Cesc Busquets, que tras los hallazgos de esta semana en las excavaciones del cementerio de Son Coletes no dudó en agradecer el exhaustivo trabajo de los historiadores manacorins. “Han sido años recopilando información de testimonios orales”, remarca el experto, que sentencia que las investigaciones de Antoni Tugores y Antoni Sureda han sido “el punto clave” de los trabajos que los arqueólogos llevan a cabo desde hace dos semanas en Manacor y, sobre todo, para que la excavación haya dado frutos con la localización de restos óseos de la Guerra Civil o una bala de 9 milímetros, entre otros hallazgos.

Y si en las excavaciones de Manacor la base histórica ha sido determinante, otro factor clave ha sido el estudio de una fotografía aérea hecha por la aviación de Estados Unidos entre 1942 y 1945 facilitada por el departamento de Geografía de la UIB“La imagen ha sido clave para decidir cómo abríamos y qué buscábamos. Uno de los objetivos era que si encontrábamos la base de la cruz [reto cumplido en la primera semana], se nos abrían grandes expectativas”. La existencia de esta imagen ya se conocía en 2018, pero los expertos de ATICS han dado un paso más. Su estudio ha consistido en hacer un tratamiento a través de sistemas de información geográfica, de filtros de fotografías y de fotointerpretación para ver si “la foto podía hablar”. Así fue. Vieron una mancha negra que “por fuerza” tenía que ser la cruz del antiguo Son Coletes y a su alrededor se veía que la vegetación no había crecido. La imagen era “la prueba material” de todo lo recopilado por los historiadores a partir de las fuentes orales, que apuntaban que las zanjas donde se enterraron a los represaliados durante 1936 partían de la cruz.

Testimonios orales

Y es que Antoni Tugores buscó durante años a los supervivientes y descendientes de la represión franquista en Manacor“Ante la falta de documentación escrita y dado que muchos informes de la Guerra Civil y los primeros años de dictadura mienten, nos teníamos que aferrar a lo que recordaban los que vivieron estos hechos en sus propias carnes”, explica la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver. Tugores consiguió convencer a muchas de esas personas, pero “algunos estaban muertos de miedo, un hecho que era comprensible; lo que resultaba difícil que entendieran era que conocer la historia de sus padres o hermanos y reivindicar todo lo que representaron tenía que pesar mucho más que el miedo“, explica el investigador.

Ahora, años después, con los hallazgos de restos de represaliados, “se confirma que Son Coletes fue un lugar de exterminio masivo y se van demostrando las tesis que habíamos mantenido, no siempre con comprensión por parte de gente que quería resultados inmediatos”, explica emocionado Tugores. En ese sentido, Oliver recuerda que “esta fosa, en principio, se había calificado como inviable. Nadie creía que se pudiera encontrar algún resto”. Por ese motivo, en el caso de las excavaciones de Manacor, se habla de éxito sin tapujos. “Lo que ha salido a la luz en Manacor es la verdad, en mayúsculas, porque una bala disparada de 9 milímetros nos habla de asesinatos y del financiero y contrabandista Juan March, porque sabemos que era él quien facilitaba ese tipo de munición al bando franquista”, comenta igual de emocionada Oliver. “La memoria de las víctimas y sus familias merecían esta recompensa. Se ha tapado la boca a los que lo niegan todo cuando ya había múltiples indicios“, apostilla Tugores.

“Encontrar la cruz de 1922 era algo simbólico, pero sabíamos que aquella piedra era el centro del antiguo cementerio y confirmaba que se estaba encima de la pista correcta”, explica el historiador manacorí. Pero “sabíamos que Mateu Ballester y que Toni Saïm habían sido enviados a Son Coletes para recoger los huesos de los asesinatos y ponerlos en sacos para llevarlos a otra parte, eso nos hacía pensar que sería muy difícil realizar un hallazgo importante. De hecho, los cuerpos aparecidos en Son Coletes solo se explican por “un descuido o un exceso de confianza de aquellos hombres”.

Precisamente, la distribución de los primeros restos localizados esta misma semana indica que podrían haber sido almacenados en bolsas o sacos.

“Había que agotar todas las posibilidades porque, por el hecho de buscar a las víctimas, sus descendientes sienten que las instituciones reparan un daño que hasta hace no mucho esas mismas instituciones negaban que hubiera existido”, añade la presidenta de Memòria de Mallorca. En ese sentido, en Manacor existía la posibilidad de no encontrar ningún resto. En 1947, cuando empezaron los movimientos que culminarían con la construcción del actual cementerio, “la gente que entonces mandaba en Manacor había ordenado limpiar el lugar de restos de represaliados y solo existía una esperanza: que se hubiera encargado el trabajo a alguien poco diligente o poco eficiente”, concluye Tugores.

Ahora, cuando ya hay indicios que apuntan a la posible existencia de decenas de cuerpos de represaliados en Son Coletes, el proceso de identificación supondrá el próximo paso para poder entregar los restos a sus familias. Entrarán en juego la genética y la ciencia forense. De hecho, aún viven tres mujeres que son hijas de represaliados en Manacor. “Se trata de abuelitas muy mayores de las familias Amat, Bibilioni y Alcover. Solo por ellas ya ha valido la pena este trabajo”, asume Maria Antònia Oliver. “Esas familias ya han aportado sus muestras de ADN, pero sabemos que muchos más vendrán para aumentar el banco”, añade. “El impacto de abrir una fosa puede suponer que una familia entera rompa ese silencio y salga a la luz la verdad”, explica la presidenta de Memòria de Mallorca. “En ese momento, las personas que toman consciencia de esa injusticia quieren entregar sus muestras para cotejarlas con las de los cuerpos que van apareciendo”, añade.

Margen para nuevas pistas

La historia aún tienen margen para aportar nuevas pistas para identificar los restos aparecidos en Manacor. Y es que si se encontraran cuerpos de mujeres, podrían ser las enfermeras de Cruz Roja. “Pero hay testigos de peso que indicaron el cementerio del Pla como el lugar donde fueron conducidas”, añade Tugores, que no descarta que “con posterioridad fueran trasladadas a Son Coletes”. Sin embargo, los últimos hallazgos no suponen un punto y final en la búsqueda de más víctimas de la represión. “Puede que nos esperen aún más sorpresas”. Y es que con los últimos hallazgos parece evidente que “hay que poner en duda la capacidad, la diligencia o la profesionalidad de la gente que se encargó de limpiar los restos y de intentar borrar uno de los episodios más vergonzosos de nuestra historia”, concluye Tugores.

De cara al futuro, “lo que sería importante es saber dónde se trasladaron los restos de los represaliados que sí fueron desenterrados cuando se levantó el camposanto actual, en 1953, porque abrir más fosas sin tener una mínima documentación no sé si sería prudente”, reconoce. “Esos testimonios existen, se hará un estudio y si hay una mínima posibilidad de encontrar algo más, pediremos que se incluya en la segunda fase de la excavación de Son Coletes, pero no podemos hacerlo a ciegas”, asume Oliver, que apuesta por convertir la base de la cruz que ha aparecido durante las excavaciones en un nuevo memorial para dignificar la memoria de los desaparecidos.

Una idea que no comparte el Comité de Son Coletes, que inició los homenajes a las víctimas del franquismo en el cementerio. “El hallazgo de la base es un punto de referencia importante ahora, pero sin mucha relación con la memoria de lo que ocurrió. Las víctimas no necesitan una base de una cruz donde rendir homenaje porque siempre se ha hecho al lado de la fosa y desde hace unos años con el mural de’n Frau acompañando el acto”, tal como argumentan.

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