Manuel Almisas Albendiz. Amalia Carvia y Belén Sárraga: vidas paralelas de dos republicanas ilustres

Aunque la gaditana Amalia Carvia murió en Valencia en pleno franquismo y la vallisoletana Belén Sárraga falleció en el exilio mexicano dos años después, ambas librepensadoras «escritoras olvidadas» de la Generación del 98 parecieron tener durante la Segunda República dos vidas paralelas…

Manuel Almisas Albendiz
9.04.2019
www.kaosenlared.net

Aunque la gaditana Amalia Carvia murió en Valencia en pleno franquismo y la vallisoletana Belén Sárraga falleció en el exilio mexicano dos años después, ambas «escritoras olvidadas» de la Generación del 98 parecieron tener durante la Segunda República dos vidas paralelas de merecido reconocimiento público y de redoblados esfuerzos por mantener viva la esperanza de una República democrática y consolidada.
Desde su fundación en 1896 y hasta su desaparición en 1907, Amalia Carvia había sido una de las principales y más constantes colaboradoras de la conocida y perseguida revista La Conciencia Libre que dirigía Belén Sárraga. Además, ella y su hermana Ana, ésta como Secretaria en los primeros meses, habían militado en la Asociación General Femenina que había creado también Sárraga en Valencia en 1896.

Amalia y Belén se vieron por última vez con ocasión del fallecimiento de su hija Libertad Ferrero en la localidad valenciana de Burjasot. De hecho, Amalia fue la que dio a conocer a la prensa la pérdida de la hija pequeña de Belén Sárraga en agosto de 1905 («Niña malograda» en Las Dominicales de Madrid). Posteriormente, sus vidas se distanciaron por la marcha de Sárraga al continente americano donde vivió más de veinte años y obtuvo la nacionalidad mexicana.

Amalia Carvia tuvo una importantísima participación en el movimiento feminista y sufragista que se inició en Valencia en 1915, pero la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera y su independencia política, alejada de las luchas de «bandería» de los distintos grupos republicanos, la sumió en un casi absoluto silencio mediático hasta que llegó el gran día: el 14 de abril de 1931.

La llegada de la Segunda República para esta mujer, que ya vivió en su infancia la llegada de «La Niña», es decir, la Primera República en 1873, tuvo que ser la culminación de sus más queridos sueños. Y más aún cuando comenzaron a recogerse los frutos de las feministas y sufragistas, como ella, que tanto habían luchado décadas antes y que se fraguó en el articulado de la nueva Constitución con el otorgamiento del voto integral a las mujeres.

Amalia Carvia se pronunció de forma entusiasta sobre el anhelado voto de la mujer, considerándolo un enorme adelanto para ellas y para la República, y se mostró públicamente como republicana convencida, por lo que el Partido fundado por Blasco Ibáñez no dudó en llamarla a sus filas para que fuera un importante referente en las Agrupaciones Femeninas Republicanas que el Partido comenzó a organizar en esas primeras semanas.

De forma paralela, el Partido Republicano Federal también pasó a la organización de las mujeres en vista de que, muy a su pesar, les habían otorgado el derecho al sufragio, y fue entonces cuando Belén Sárraga volvió de su exilio americano. Según El Imparcial (Madrid), Belén, «culta escritora mejicana, directora de la revista Rumbos Nuevos», había desembarcado en Vigo procedente de Brasil y llegado a Madrid el 13 de octubre de 1931.

SUS PRIMEROS HOMENAJES

No pasaron ni dos meses del regreso de Belén, un 5 de diciembre de 1931, cuando el Partido Federal en Madrid organizó un acto de homenaje en su sede de la calle Echegaray, a «la gran propagandista del republicanismo en España», y antes de fin de año marchó a Málaga, donde había vivido y militado durante varios años a principios de siglo, y donde fue objeto de otro importante reconocimiento por parte del Partido Federal de Málaga. El 22 de diciembre se organizó un gran banquete en su honor en el transcurso del cual Belén pronunció un importante discurso, y allí en Málaga fue visitada por autoridades municipales y por varias sociedades obreras. También apareció en la primera plana del diario La Tierra(Madrid) del 25 de diciembre un extenso artículo del político federal Rodrigo Soriano ensalzando su figura, «Una gran luchadora».

Antes de acabar 1931, Belén visitó Valencia, donde también había vivido y militado durante un tiempo, y el diario republicano El Pueblo acudió a visitarla para realizar una entrevista y promover un encuentro con sus antiguas correligionarias de la Asociación General Femenina. Ese es el momento en que se volvieron a encontrar Amalia y Belén y que se inmortalizó en una histórica fotografía. Apareció en el diario del 1 de enero de 1932 y allí se apreciaba ahora la importante diferencia de edad que existía entre ambas: Amalia había cumplido los 70 años, y Belén 57; pero las dos tenían todavía una energía y una juventud vital admirables. Solo un hombre aparecía en la fotografía, el veterano maestro laico José Arnau Aparici, compañero docente de Amalia desde su llegada a Valencia.

Pocos días después, Amalia Carvia también recibió otro homenaje público en Valencia. Fue el domingo 10 de enero con ocasión de haber sido nombrada Presidenta de honor de la Agrupación Femenina Republicana «Entre Naranjos» del distrito de la Misericordia, donde había residido y trabajado como maestra laica muchos años. El acto fue institucional y político, acudiendo el alcalde, diputados y cargos electos del Partido Unión Republicana Autonomista (PURA), y donde Amalia leyó un extenso discurso que posteriormente sería publicado íntegramente en El Pueblo. A partir de este momento, al igual que Belén se convirtió en un personaje referente del Partido Federal, Amalia lo sería para el PURA, aunque sin una militancia política destacada ni participativa por su avanzada edad, pero sí en las Agrupaciones Femeninas, pues no era casualidad que con su dilatada docencia laica en su escuelita de niñas de la calle Villena había ayudado a conformar una grandiosa y comprometida generación de jóvenes republicanas en Valencia.

RECONOCIMIENTO DE LA REPÚBLICA

El 23 de julio de 1932, la Gaceta de Madrid publicaba el Decreto del Gobierno por el que se creaba la «Orden de la República» para «honrar y recompensar» a los ciudadanos que se habían distinguido por «sus méritos y servicios cívicos» en el servicio de la República. Pues bien, no sería hasta el 11 de febrero de 1934, en la conmemoración del 61 aniversario de la Primera República, cuando se otorgaron las primeras distinciones, en forma de Cruz de Caballero de la Orden que se concedió a más de una docena de veteranos republicanos. Con ello se daba respuesta a las peticiones de las Asociaciones de Veteranos para que se reconociera la importante labor de dichos hombres y mujeres en la llegada de la Segunda República.

Para ello, a finales del año anterior el Ministro de Gobernación había solicitado a los Gobiernos civiles una relación de republicanos veteranos, junto a su situación económica, para de esos listados realizar una selección y proceder a los nombramientos. El gobernador civil de Valencia incluyó en la lista a «Amalia Carvia, 72 años, maestra laica, pobrísima», quien a la postre sería la única mujer que accedería a tan alta distinción.

El diario de Santander, El Cantábrico, fue el primero en informar el 11 de febrero de 1934 sobre los diecisiete veteranos que fueron condecorados con la insignia de Caballero de la Orden de la República. Ciudadanos de Valencia fueron tres, pero solo con Amalia Carvia se volcaron las Agrupaciones Femeninas Republicanas y el aparato del PURA en hacerle un grandioso homenaje. Se tuvo que retrasar hasta el mes de julio por los avatares políticos de los socios valencianos del gobierno del Partido Radical, pero finalmente el 15 de julio tuvo lugar un acto institucional en la Casa de la Democracia de Valencia y un banquete en los Viveros Municipales, al que acudieron las más altas personalidades republicanas de la ciudad, incluido el gobernador civil, que le impuso la insignia, y el ministro valenciano Sigfrido Blasco, hijo del genial novelista y dirigente republicano Vicente Blasco Ibáñez.

Desde ese momento cumbre en su vida, la ahora presidenta de la Agrupación Femenina republicana «Flor de Mayo» se convirtió en toda una celebridad y en una figura intelectual indiscutible y reconocida a pesar de su avanzada edad.

Por otra parte, Belén Sárraga fue elegida como vocal en el Consejo Nacional del Partido Federal en su Asamblea de febrero de 1932, pero poco después marchó nuevamente al continente americano, donde estuvo casi un año. Según El Heraldo de Madrid, el 30 de marzo de 1933 desembarcó del «Reina del Pacífico» en el puerto de Santander, procedente de Centroamérica, «la ferviente propagandista republicana» Belén Sárraga. A los pocos días, se celebró un Congreso de su partido y ella obtuvo 11 votos para que asumiera la presidencia del mismo, solo seis menos que Pi y Arsuaga, hijo de Pi y Margall, y líder indiscutible del Partido hasta ese momento.

A partir de entonces, la trayectoria política de Belén fue en continuo ascenso, siendo elegida presidenta del Partido Federal de Madrid y candidata del mismo partido por Málaga en las elecciones generales de noviembre de 1933. Dos meses antes, había sido propuesta por la Asociación de Veteranos de la República Madrid para alguna distinción del Gobierno por su «labor de constancia y de consecuencia en la lucha por la República», pero el gobierno de Lerroux no pensó de la misma manera. De hecho, no formó parte del listado para ingresar en la Orden de la República de febrero de 1934. Quizá fuera por la edad, pues aún no cumplía los 60 años, o por su holgada situación económica, por lo que se desechó su candidatura, pero nunca por su militancia política alejada de los radicales de Lerroux, pues en Valencia sí se distinguió a Aurelio Blasco Grajales, dirigente como ella del Partido Republicano Federal.

Sin embargo, sus admiradoras y simpatizantes seguían viendo a Belén como una mujer referente del republicanismo español, y el 11 de febrero de 1935, después de su discurso en la comida de socios de la Asociación de Veteranos de la República, de la que era presidenta desde el año anterior, un grupo de mujeres asistentes propusieron que se pidiera para Belén Sárraga, «la insigne luchadora», el Collar de la Orden de la República, «iniciativa que fue acogida por simpatía por todos».

La Comisión de mujeres, cuya presidenta fue Dolores Meras de Posada, inició una vasta campaña para solicitar al Gobierno que le concediera a Belén Sárraga la Banda de la República (se dieron cuenta que el Collar solo lo podían ostentar los presidentes de la República) y que incluyera los beneficios de la ley de 19 de abril de 1934, asignándole una pensión económica. De hecho, el Patronato «Rosario de Acuña» reclamaba para sí la primacía en la petición de una distinción para Belén, a raíz de su participación en el ciclo de conferencias que organizó la entidad madrileña en junio de 1933, y la prensa madrileña también recogía el titular de «Justo homenaje. La Orden de la República para Belén Sárraga» (La Libertad, 26 febrero de 1935).

Dos meses más tarde, la Comisión de mujeres visitó a Lerroux para que apoyara la distinción, petición que el presidente del gobierno «acogió favorablemente». E incluso apareció en la prensa del 13 de abril la existencia de una instancia firmada por numerosos republicanos solicitando al Consejo de Ministros dicha condecoración para Belén Sárraga.

Esta condecoración nunca fue concedida, pues los acontecimientos se precipitaron. El Partido Federal, con Belén Sárraga como vocal en el Consejo Nacional, firmó pocos días después la adhesión de su partido al Frente Popular y las elecciones de febrero de 1936 impidieron la concesión de nuevas distinciones a los veteranos de la República.

Las dos permanecieron durante la guerra revolucionaria en España: Amalia en Valencia y Belén en Madrid primero y en Barcelona después. Belén marchó al exilio y Amalia sufrió el calvario de la represión franquista por partida doble: un Proceso Sumarísimo por haber sido vicepresidenta del comité provincial valenciano de la Liga Española de los Derechos del Hombre y la Ciudadanía (otro paralelismo con Belén, que fue vocal de la Junta nacional de esa misma organización), y posteriormente otro Sumario abierto por el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.

Ambas republicanas ilustres de vidas paralelas cayeron en el olvido por un motivo u otro, y es deber del republicanismo y de todas las personas demócratas y progresistas hacer que su valor, coherencia y su constancia en la lucha constituyan un ejemplo que perdure en el tiempo.

Artículo basado en «¡Paso a la mujer! Biografía de Amalia Carvia» de Manuel Almisas Albéndiz. Ediciones Suroeste, El Puerto (Cádiz), marzo de 2019. Incluye un CD con su obra recopilada por el mismo autor, «Desde las Cumbres, de Amalia Carvia». Correo de la editorial: <editsuroeste@yahoo.es>.