Manuel Hijano del Río y Manuel Ruiz Romero. La verdad histórica del “fallecimiento por fusilamiento” de Blas Infante

EL ‘PADRE’ DE ANDALUCÍA.  Su cuerpo sigue en una fosa común

La verdad histórica del “fallecimiento por fusilamiento” de Blas Infante

MANUEL HIJANO DEL RÍO y MANUEL RUIZ ROMERO /Martes, 20 agosto 2019 / elmundo.es

Esta semana, tras la polémica suscitada por un tuit del Parlamento andaluz en el 83 aniversario del “fallecimiento por fusilamiento” de Blas Infante, un edil de Vox le llamó “tarado”. Los dos historiadores que más le han estudiado nos cuentan cómo el notario sevillano es un referente en su tierra. Su atrevimiento le costó la vida

Al fusilar se pretende acabar con la vida intencionadamente. Con juicio o sin justicia, «ser pasado por las armas» no es fallecer de cualquier manera. Significa no ser asesinado cuando no existen más lógica y razones que la arbitrariedad de hacer desaparecer a la persona y silenciar así su ideal. Esa fue la intención de los golpistas con Blas Infante la madrugada del 10 de agosto de 1936, resarcida en términos políticos, parcialmente, cuando el Parlamento de Andalucía le nombra simbólicamente en abril de 1983 padre de la patria andaluza.

Estas líneas evocan lo sucedido tras su arresto en Coria del Río. Aproximación desde un punto de vista histórico, dejando de lado hipótesis no demostradas, dramatizaciones existentes o suposiciones no contrastadas… todas mantenidas por el hecho de un fusilamiento, paralelo a otros, fruto de una insurrección militar.

Ahí están los testimonios de quienes sufrieron el hecho de forma más cercana: las declaraciones de sus familiares recogidas por sus biógrafos en la bibliografía existente: Enrique Iniesta, Lacomba u Ortiz de Lanzagorta. Tangencialmente, las obras de Antonio Burgos y Manuel Barrios en su libro sobre Queipo de Llano. A ellos cabe sumar lo aportado por el investigador José Díaz Arriaza en sus estudios sobre las fosas del cementerio de Sevilla.

A Blas Infante, ensayista, notario y político andaluz, la insurrección del 18 de julio de 1936 le coge en su casa de Coria del Río. Ese mismo día, intentó viajar a Sevilla, pero se encuentra bloqueado el paso por el Barrio de León y regresa con los suyos. Según el testimonio recogido por Antonio Burgos en 1982 allí permanece hasta su detención. Mientras en Sevilla el régimen de terror y persecución instaurado por Queipo campa a sus anchas, Infante vivirá muy preocupado por lo sucedido y, a la vez, entre tantas noticias confusas, quizás confiando en su inocencia que no irían por él.

EL DÍA DE SU ARRESTO

Gracias a los testimonios orales y escritos de la familia recogidos por los biógrafos citados a principios de los 80, se ha podido reconstruir el día de su arresto, el 2 de agosto. Sus hijas mayores Luisa y María Ángeles cuentan cómo «hombres vestidos de falangistas», al mando del sargento Crespo, lo apresan a media mañana en la única casa que tuvo de su propiedad: Villa Alegría. En total, eran cuatro. Infante, ni huye ni opone resistencia. Curiosamente, como a Lorca, le confiscaron una radio y su altavoz con la que -dicen- se comunica con Moscú.

Primero lo trasladan al Ayuntamiento de Coria y luego a Sevilla. Al parecer, tenían previsto aplicarle la conocida ley de fugas y asesinarle durante el traslado. Sin embargo, las gestiones realizadas por su esposa María Angustias García Parias, sobrina del gobernador golpista Pedro Parias,consiguen que llegue vivo a la capital.

Tras pasar por la Cámara Agrícola de la ciudad (calle Trajano), convertida en cuartel de Falange, le trasladan al cine Jáuregui, utilizado por los sublevados como cárcel. Allí, hacinado junto a otros detenidos, sólo sale para ser interrogado. En esos días, su esposa le lleva diariamente comida y ropa, apelando a la voluntad de algunos de sus guardianes. Así hasta la noche del 10 de agosto en la que un picador de toros de Coria, El Almohadilla, testimoniaba su salida a su esposa.

No obstante, existen dos testimonios orales sobre cómo es la saca para su asesinato. Los de José Leal Calderi, médico represaliado, con quien coincide en la cárcel; y el de Juan Álvarez Ossorio, compañero de Infante que logra hablar con el chófer que lo lleva al patíbulo. Ambos citados por Burgos logran construir los instantes previos a su asesinato.

Se sabe, también por Ortiz Villalba, cómo lo trasladaron en un camión junto al alcalde de Sevilla, Fernández de la Bandera, con Emilio Barbero Núñez, teniente alcalde hispalense, y los diputados socialistas Manuel Barrios Jiménez y Fermín de Zayas, funcionario. Como Infante, todos masones y en venganza por la asonada frustrada de Sanjurjo de 10 de agosto, el mismo día y mes pero de 1932.

FUSILADO EN LA CARRETERA, Y UNA CARTA

Ocho días más tarde de ser detenido arbitrariamente por los golpistas, de madrugada Blas Infante es fusilado en el kilómetro 4 de la carretera Sevilla-Carmona, en esos años, a las afueras de la ciudad. Junto a la tapia del cortijo Gota de Leche que hoy acoge su memorial erigido por la Fundación que lleva su nombre. Tenía 51 años. El cuaderno de notas de María Angustias y la carta dirigida a sus hijos encabezada con la frase: «Hijos míos: me siento muy mal, y aunque sea a la ligera, os pongo unas líneas de cómo se llevaron para siempre a vuestro padre».

En estas últimas décadas han surgido interpretaciones diversas llevadas al cine o en documentales, con recurrentes relatos dramáticos para sus finales. Redundan en detalles, algunos de ellos muy escabrosos y, desde un punto de vista riguroso e histórico, nada significativos. Los datos aquí expuestos son los esenciales. De nada sirve saber si fueron uno, dos o tres disparos. Si fueron al pecho o por la espalda. Si sobrevivió a las balas. Si acudió a otras personas para pedir ayuda antes de su muerte…

Todos esos testimonios que transcurren por el camino del morbo sin sentido no tienen más finalidad que inducir a la confusión. Lo cierto es que, a diferencia de Lorca, no sabemos nombres de quienes formaron el pelotón de fusilamiento,ni nadie se ha autoinculpado de los hechos. Es más, como historiadores nos interesa más su vida y pensamiento; como andaluces la vigencia del mismo.

Muy presumiblemente, su cadáver fue arrojado con otros demócratas a la fosa común de Pico Reja en el cementerio hispalense. Rafael, el sepulturero que cuidaba la tumba de los abuelos, lo comunicó a la familia como testigo que fue. Espacio éste donde el investigador Díaz Arriaza ha cuantificado alrededor de 1.100 cuerpos, la mayor parte de ellos (900) de asesinados durante las primeras semanas de la rebelión. El banco de ADN de familiares y la licitación en marcha de los trabajos para dicha fosa hacen aventurar noviembre como mes de inicio de los trabajos para recuperar, identificar y enterrar a tanto inocente con la dignidad merecida. Otros como Queipo siguen reposando «divinamente» en el Valle de los Caídos de Andalucía: la Basílica de la Macarena en Sevilla. Mientras no ocurra otra cosa, Blas Infante, como otros arrojados y represaliados, es un registro vacío en el Libro de Enterramientos del Cementerio de San Fernando.

LA SENTENCIA SIN JUICIO

Una sentencia sin juicio del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de 4 de mayo de 1940, es decir, cuatro años después de su asesinato, firmada por Rafael Añino, Francisco Díaz Plá y Francisco Summers, condena a su esposa a una sanción de 2000 pesetas y que le condena «en un caso de responsabilidad política de carácter grave»: «Que DON BLAS INFANTE PÉREZ formó parte de una candidatura de tendencia revolucionaria en las elecciones de 1932; en los años sucesivos hasta 1936 se significó como propagandista para la constitución de un partido andalucista o regionalista andaluz, y según la certificación del folio 46 falleció el 10 de agosto de 1936 a consecuencia de la aplicación del Bando de Guerra».

El bulo sobre el Complot de Tablada le persigue hasta un asesinato impune, para el que los golpistas interpretan torpemente con aspirar a constituir un partido político. El inicio de un expediente de incautación sobre su vivienda, nunca consumado, hizo, como en tantos ejemplos, temer a la familia quedar en la calle.

Infante es reconocido en una sesión plenaria del Parlamento Andaluz (Diario de Sesiones, 24). Cuestión que no deja de ser harto contradictoria en la medida que fue ejecutado -precisamente- por promover que Andalucía tuviese instituciones propias y soberanas. Allí se aprueba incluir el siguiente texto como obligado preámbulo al Estatuto, pese a los intentos de los nacionalistas andaluces (PSA) por citarle en el articulado: «La Historia ha reconocido la figura de Blas Infante como Padre de la Patria andaluza e ilustre precursor de la lucha por la consecución del autogobierno que hoy representa el Estatuto de Autonomía para Andalucía. Blas Infante, con la Junta Liberalista que él creara, se coloca en la vanguardia del andalucismo, al luchar incansablemente por recuperar la identidad del pueblo andaluz; por conseguir una Andalucía libre y solidaria en el marco irrenunciable de la unidad de los pueblos de España; por reivindicar el derecho de todos los andaluces a la autonomía y a la posibilidad de decidir su futuro».

Sin embargo, a diferencia de otros ejemplos, su sentencia aún no ha sido declarada «ilegítima, radicalmente nula e injusta». El Congreso de los Diputados sigue olvidando restituir una dignidad que sí otorgó en otros casos, más allá de una reparadora honorabilidad tan genérica y generalizada como inapropiada para el símbolo que representa don Blas. Aún no ha sido siquiera anulada.

«Sin ser leído seré despreciado», presagiaba Infante sobre su pensamiento, como adelantado a una época en donde hablar de autogobierno, federalismo, multiculturalidad, laicismo, dignidad para la mujer, justicia y enseñanza gratuita…, entre otras cuestiones, representaba todo un atrevimiento capaz de costarle la vida.

Hoy Infante es un patrimonio estatutario y común de todos los andaluces y andaluzas aunque algunos asuman más íntegramente que otros su doctrina, sin querer por ello aplicarla tal cual en pleno siglo XXI. Estamos ante un reconocimiento ciudadano a su vida y obra que implica a todos los representantes democráticos de los andaluces en la defensa de un pueblo y sus instituciones. Por eso, el mejor de los homenajes es una relectura actualizada de su doctrina todavía viva y con plena vigencia en este siglo XXI. Sigue siendo tarea pendiente difundir toda su verdad y proyectar su figura y doctrina ante otros pensadores y activistas de Estado. Blas Infante ni fue interclasista ni equidistante ni un desideologizado. Toda su vida es un ejemplo cívico en favor de una Andalucía viva y libre de dependencias. Su asesinato no fue capaz de acabar con un Ideal Andaluz que aún vive y se renueva, día tras día, entre todos los andaluces de conciencia.

[El tuit sobre el «fallecimiento por fusilamiento» de Blas Infante ha sido utilizado en años anteriores por el Parlamento andaluz, con el PSOE en la Junta].

*Manuel Hijano del Río es historiador y profesor de la Universidad de Málaga, y Manuel Ruiz Romero, también historiador, es autor de Blas Infante Pérez 1885-1936, la gran biografía de Infante

https://www.elmundo.es/cronica/2019/08/20/5d56f1f5fdddff609b8b45fe.html