María y Catalina Silva de nuevo juntas en Casas Viejas

LA VOZ DEL SUR | JOSÉ LUIS GUTIÉRREZ MOLINA | 21-8-2017

De nuevo, a iniciativa de un grupo de vecinos de Casas Viejas, a los que este año se ha sumado la colaboración del Ayuntamiento, van a recordar el próximo jueves 24 el aniversario del asesinato de María Silva Cruz, La Libertaria. La joven que sobrevivió al incendio de la choza de su abuelo en enero de 1933, se convirtió en símbolo de la crueldad estatal y las esperanzas transformadoras de una parte del pueblo español y, en agosto de 1936 que terminó siendo asesinada por los golpistas del 18 de julio.

Este año, también, se quiere dar un recuerdo a su hermana Catalina, fallecida hace unos pocos días en su exilio en Montauban, Francia. De esta forma se vuelven a unir las dos hermanas que estuvieron en un grupo anarquista femenino, Amor y Armonía. Vivieron los terribles sucesos de forma directa y, en 1936, Catalina se separó definitivamente antes de que los asesinos de su hermana fueran a por ella. Al menos, en la memoria de su gente permanecerán juntas ya que Catalina se ha ido sin conocer el lugar donde puedan estar los restos de su hermana; como otros tantos miles de familias.

De nuevo se celebrará en la plaza de los Jornaleros. Al entorno al que fue desterrada la escultura que la CGT colocó en 1983 en la Alameda y que parece ser que molestaba tanto que no sólo se quitó con pretexto de unas obras sino que “desapareció”, con intención de que fuera para siempre, hasta que fue rescatada. Siempre he pensado que la obra de Carlos Fraga debería estar en el lugar donde primero se puso. Bien es sabido que los espacios públicos son lugares de memoria y los distintos grupos sociales luchan para que reflejen la suya. No es casual que en la Alameda esté la iglesia, que estuviera el cuartel y que sea uno de los principales lugares de relación social de Casas Viejas. 

Normalmente, son los que “mandan”, a la luz pública o en la sombra, los que deciden su ocupación y denominación. De ahí que moleste tanto que la memoria de los que deben de obedecer ocupe un espacio allí. Mucho menos, además, si se mostraron díscolos y se salían de las normas bienpensantes. Además, en este caso, es recordatorio de unos crímenes cometidos en nombre del Estado. Demasiadas cosas para que esté en la Alameda. Y todía falta alguna.

Sí, quienes colocaron la escultura fueron los anarquistas. Ya se sabe los que, normalmente, son unos descontrolados, no saben lo que hacen y no sé cuantas cosas más. Pero fueron ellos los que, en 1983, vinieron, colocaron la escultura en homenaje de las víctimas y sus ansias de libertad y de vivir en un mundo más justo. Así que, cuando salió del almacén y se desterró a la plaza de los Jornaleros, desapareció cualquier referencia a quienes lo habían hecho. Una moderna aplicación de la damnatio memoriae romana. ¡Toda una paradoja en estos tiempos de elogio de la memoria! Aunque mucho me temo que se tiende a una memoria selectiva. Y más cuando se trata de los anarquistas. Esos que son unos terribles come-curas cuando se trata de explicar los abusos y asesinatos en la zona gubernamental entre 1936-1939 y se convierten en mártires de la democracia cuando se suman las cifras de la represión franquista. Entonces, los ángeles caídos alzan su vuelo al cielo republicano.

El día 24 las memorias de María y Catalina Silva estarán presentes de nuevo en casas Viejas. Ocuparán los espacios simbólicos de la población. Y con ellas las memorias de todas aquellas víctimas de una determinada concepción de cómo hacer frente a las desigualdades sociales y de la razón de Estado; de las de todos los que fueron asesinados y represaliados por los golpistas y el franquismo y las de todos quienes sólo tuvieron en el exilio y la emigración la forma de escapar a tanta sin razón. Mejor sería que la escultura estuviera en la Alameda, con su autoría señalada y que, dicho sea de paso, las covachuelas de la administración se abrieran para aprobar la declaración de BIC que aguarda ya demasiados años.

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