Algunas claves de la represión en Almonte

La ARMH de Almonte tiene una complicada tarea por delante. Almonte es uno más de los pueblos onubenses en los que la represión sólo afectó a un bando. Como sabemos fue la columna de Carranza y sus amigos propietarios la que, al tiempo que supervisaban los daños sufridos en sus bienes y propiedades, fue ocupando estos pueblos. Excepto Hinojos, cuyo caso he estudiado aparte, todos los pueblos de la zona pagaron una altísima cuota de sangre. Quiero decir con esto que Almonte no fue una excepción ni padeció mayor violencia que otros pueblos cercanos. Dos son las fuentes para saber qué pasó: la película “Rocío”, de Fernando Ruiz Vergara, un filme maldito que sigue constituyendo un referente obligado, y el trabajo sobre la guerra en Huelva que realicé en 1996.

La diferencia de Almonte con los pueblos de alrededor es que en este caso podemos rastrear el origen aparente de la violencia, que no es otro que los “sucesos” de febrero de 1932. Pero ocurre con este tipo de hechos que nos han sido transmitidos tan deformados de manera interesada que exigen una depuración previa. Pondré otro ejemplo antes de entrar en el que nos ocupa. En Sevilla circula aún la leyenda de que durante la República se intentó acabar con la Semana Santa, hasta el punto de que sólo gracias a la valentía de los cofrades llegó a salir la Estrella. Las investigaciones históricas, sin embargo, no nos dicen eso, sino que frente al Ayuntamiento republicano, que apoyaba la Semana Santa por lo que suponía para la ciudad, fue el Consejo de Cofradías el que bloqueó la salida de las hermandades, creando de esta manera un problema que no existía y enrareciendo el ambiente al gusto de las fuerzas de derecha.

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