Pedro nació en noviembre de 1928, en Alcalá de los Gazules, en la calle de Sánchez Flores. Cuando se produce el Golpe de estado de 1936 es aún un niño. Desde entonces será testigo de primer orden de la represión en todos sus ámbitos. Su padre, tíos y abuelo encarcelados. Otro tío, Diego, fusilado en Málaga. Fue, además, protagonista “infantil” de la caída de Málaga e inicia la marcha por la carretera de la muerte, de Málaga a Almería, junto a su abuelo, madre y tíos. Su historia es una historia de la represión. Y es un capítulo importante de la recuperación de la Memoria Histórica. Porque, al igual que él, fueron muchos los niños que sufrieron la represión desde el mismo inicio del golpe de estado.
Recibí una carta suya, manuscrita, con letra clara, aunque de trazo irregular, de trazo tembloroso, dada su avanzada edad. Su esfuerzo, su paciencia, su dignidad, sus vivencias, su ausencia de rencor u odio, su vitalidad, su felicidad, en definitiva son las sensaciones que me transmitió durante la entrevista que sostuve con él, en su casa, en su otro Alcalá, donde vive ahora, Alcalá de Guadaira. Casi como si el destino quisiera jugar, el nombre de la calle es de otro gaditano, protagonista también en la represión, aunque en el lado opuesto: José María Pemán.
Es este artículo que intento escribir mi reconocimiento a Pedro, a su familia y a su experiencia vital, porque es un testigo de excepción de lo que fue el golpe de estado y sus consecuencias, la posguerra.
Tanto su familia paterna, Valle Recio, como la materna, Barrera, serán protagonistas de una u otra manera en el Alcalá de la Represión. Incluso fue Valle el fundador de aquella agrupación pionera del PSOE en la provincia de Cádiz y Andalucía, a finales del siglo XIX, en Alcalá de los Gazules.
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