La represión de la administración local por los sublevados en julio de 1936. Las instituciones de Sevilla 1936-1940

Entre los golpistas hubo unanimidad en la contundencia represiva de las acciones militares con un carácter aterrorizador, manifestada con especial virulencia durante el primer semestre de la guerra. A tenor de las últimas investigaciones, entre el cincuenta y el setenta por ciento de los asesinatos cometidos por los sublevados fueron realizados entre julio y diciembre de 1936. Este tipo de actuación estuvo motivado por la propia debilidad moral e ideológica ante el temor al fracaso del sector sublevado de las fuerzas armadas y de sus simpatizantes civiles, frente a la posible y lógica repuesta del legitimo Gobierno republicano junto a sus aliados obreros, “… al tener en cuenta… el momento político, que da a las masas proletarias una moral y una fuerza ofensiva considerables” ; así como el peso psicológico del precedente intento fallido de golpe de estado promovido por el general José Sanjurjo, en agosto de 1932, la Sanjurjada, cuyas consecuencias afectaron al prestigio y honor de parte del Ejército.

Es por tanto, con el propósito de contrarrestar la posible reacción de las organizaciones de izquierdas y evitar hechos como los sucedidos tras la Sanjurjada que se concibe la represión desde el primer momento como método paralizador de iniciativas opuestas a sus proyectos y de eliminación real del enemigo; en la conveniencia de que, lo que pudiera suceder en los días inmediatos ya sería sin elementos contrarios destacados, y por tanto, descabezada cualquier reacción.

La iniciativa y organización de la represión va a ser controlada por los militares, protagonistas de la sublevación, con métodos utilizados en la zona del Protectorado del norte de África y ejecutados por los llamados africanistas, militares destinados en ultramar, seguidores en gran número del golpe; además, éstos contaron con la colaboración subordinada de los miembros de las organizaciones paramilitares de Falange, Requetés y las milicias voluntarias de civiles, quienes mostraron una disposición celosa y preferente para tales acciones . Es por ello que el ejército sublevado, como vencedor, controló todo el proceso desde el mismo momento del golpe hasta la posguerra, cuando se encarguen de estas actuaciones contra los vencidos la Policía Gubernativa, mediante sus Brigadas Político Social y de Información.

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