Movimiento obrero en Barcarrota: José Sosa Hormigo, diputado campesino

MOVIMIENTO OBRERO EN BARCARROTA: JOSÉ SOSA HORMIGO, DIPUTADO CAMPESINO

Mérida, noviembre de 2004.
José Ignacio Rodríguez Hermosell

INTRODUCCIÓN

El estudio que aquí se presenta, “MOVIMIENTO OBRERO EN BARCARROTA: JOSÉ SOSA HORMIGO, DIPUTADO CAMPESINO”, condensa en su título y en el propósito dos vertientes perfectamente conectadas e incomprensibles la una sin la otra. Por un lado, la génesis, consolidación, hegemonía y extinción del Movimiento Obrero de carácter eminentemente agrícola, correspondiendo a un entorno socioeconómico y poblacional que vivía absolutamente del sector primario. En este sentido, Barcarrota es un ejemplo más en el contexto extremeño del primer tercio de siglo XX: una villa según se decía aún en el XIX- que crece espectacularmente en su población y en el volumen de su mercado de trabajo, pero cuyas estructuras de producción no encuentran una adecuada transformación, por lo cual la inmensa mayoría de los trabajadores seguirán atados al medio rural sin posibilidades de engrosar significativamente otros sectores económicos más modernos. De esta manera, la eterna cuestión que marca la vida social y política de la localidad (y la de otras tantas agrociudades y pueblos extremeños de mayor o menor entidad) será la de la crisis obrera del campo, la de una ingente masa de miles de jornaleros que dependían para subsistir ellos y sus numerosas familias- de las condiciones de trabajo en las fincas de los terratenientes, así como la que afectaba a los pequeños propietarios de tierra y ganado y los arrendatarios.

La historiografía local en sitios como Barcarrota ha avanzado mucho, particularmente desde la última década del siglo XX, y ya tenemos instrumentos de conocimiento de nuestro pasado cuya publicación suele depender del entusiasmo de los autores y de instituciones públicas o privadas sin ánimo de lucro, que centran sus esfuerzos en ediciones modestas pero enormemente valiosas para entender cómo son actualmente los pueblos extremeños, en función de cómo fueron. Por ello, indagar concretamente en la Historia Contemporánea, la que se forja durante el siglo XIX y que asiste al fin del Antiguo Régimen y el triunfo del Estado Liberal, sirve para contarnos cuáles son las claves del pasado más inmediato, qué es exactamente eso que cuentan los viejos, qué hay de cierto y de invención o mito en lo que la memoria colectiva conserva y va perdiendo poco a poco. Para ello, para disponer de herramientas al menos tan fiables como el boca a boca de generaciones sucesivas, cual es la investigación histórica, nace este proyecto.

Por otro lado, no tendría el caso de Barcarrota especial relevancia y ya hemos visto que la tiene, al menos para el compendio historiográfico local y aun regional- sin contar la vida de uno de los principales líderes del proceso revolucionario (pues no dejaba de ser una revolución el intento de modificar las condiciones de vida de los desfavorecidos y restar poder a las clases dominantes, por cualesquiera medios), José Sosa Hormigo; este campesino, hijo y nieto de campesinos, escapó como tantos otros a un destino triste y subyugado a través de las organizaciones obreras gestadas en las primeras décadas del siglo XX, y con la posterior creación de la Casa del Pueblo, evidente instrumento de formación, impulso y recreo de las clases trabajadoras. En la medida en que las ideas republicanas y socialistas fueron calando en la sociedad barcarroteña y traduciéndose en concejales obreristas (a la par que la Segunda República disparaba las expectativas de esta clase social), unos simples labriegos, pastores,
zapateros, panaderos, albañiles, etc. adquieren los conocimientos suficientes para ir adoptando la ideología marxista; fundiéndola con los viejos ideales republicanos yregeneracionistas, más la praxis estatalista de la Rusia soviética y, como telón de fondo,la aplicación de medidas en contra de los intereses de los grupos socialestradicionalmente dominantes: la burguesía liberal, los terratenientes, las fuerzas de orden público, la iglesia… En definitiva, y como sabemos bien en el proceso general del sigloXX español, la generación de todos los posibles enemigos de la clase trabajadora.Pero José Sosa Hormigo es especial porque alcanza un puesto relevante en laorganizaciones provinciales del P.S.O.E. y la Federación Española de Trabajadores de laTierra, sección agraria de la U.G.T.; combina perfectamente su labor sindical a losniveles local y provincial (es nombrado vocal obrero de la Junta Provincial en la puestaen marcha de la Reforma Agraria y activo dirigente de la Federación Provincial deTrabajadores desde 1932) con las responsabilidades políticas en la cúpula socialista, demanera que ya en noviembre de 1933 es designado candidato en las elecciones a Cortesy en febrero de 1936 obtiene su acta de diputado nacional en la lista del Frente Popular.Es compañero de lucha de nombres que están en la historia más reciente de Extremadura,como Nicolás de Pablo, Pedro Rubio Heredia, Margarita Nelken, Juan Simeón Vidarte, Sinforiano Madroñero, Narciso Vázquez Torres, José Aliseda, Luis Romero Solano, Andrés Nieto Carmona y tantos otros; personas cuyas trayectorias personales y públicas se ven truncadas por el devenir del siglo, cuando tras las experiencias frustradas de laRepública se origina una terrible Guerra Civil que acaba con la victoria de la conjunciónde fuerzas conservadoras en el bando nacionalista. En 1939, muchos de los protagonistasde la experiencia republicana en Extremadura han muerto, víctimas de fusilamientos –que afectaron a multitud de personas anónimas, pero que es un fenómeno significativo ycomún a las autoridades municipales de tantos pueblos-, y otros han de afrontar esa otramuerte en vida que es el dolor de la derrota, la pérdida de las ilusiones y el crueldestierro.Éste es el caso de nuestro personaje. Es uno de los pocos políticos izquierdistasextremeños que sobrevive al avance de las tropas nacionalistas desde Sevilla, consiguehuir a Madrid (donde continuará su labor institucional como diputado) y reorganiza elPartido Socialista en la zona republicana de Badajoz, en realidad los pueblos de lascomarcas pacenses de La Serena, La Siberia y algún pueblo cacereño de la zona sudeste.El frente de Extremadura se mantiene durante dos años, con una economía colectivistade guerra y las tensiones nada disimuladas entre las distintas organizaciones antifascistas.
Desde la caída de la mayor parte de ese resto de territorio extremeño, enverano de 1938, el hundimiento de la República será inevitable. Las Cortes y el resto deinstituciones republicanas irán trasladando sus sedes hasta confinarse en el norte de Cataluña, Figueras, en cuyo castillo se celebra el 1 de febrero de 1939 la última sesión sobre territorio español antes de pasar a Francia (siendo José Sosa uno de los sesenta diputados presentes).La misión para la que fue elegido en febrero de 1936 José Sosa Hormigo semantendrá en suelo mexicano, a partir del verano de 1939. Las Cortes y los organismos públicos republicanos no se disolverán, de manera que seguirán produciéndose convocatorias esporádicas durante los años sin fin del exilio en México. No obstante, sus energías ya no se centran en el impulso político sino que él, como tantos otros –acompañados generalmente de sus familias- han de aprender a vivir en un nuevo país,mediante una nueva forma de subsistencia económica, integrándose en la nueva sociedad que les ha acogido cariñosamente, pero sin tener la certeza que luego el tiempo dirá: que no volverán a su tierra nunca más.
Aún así, también participará en el debate político desu partido, siendo tesorero de la primera directiva que el Círculo Pablo Iglesias,agrupación de los socialistas españoles en aquella capital, forme a principios de los añoscuarenta.La metodología que me planteé del trabajo se basaba en tres de las fuenteshabituales de investigación histórica en temas contemporáneos, cada una con su grado deinfluencia. De una parte, el rastreo en la cada vez más amplia bibliografía que sobre elhecho de la Guerra Civil existe en Extremadura; en menor medida, con respecto alMovimiento Obrero y el decurso político de la Segunda República. Junto a esto, esfundamental en mi caso rebuscar en la labor bibliográfica local llevada a cabo, cuyo primer esfuerzo compilador fue “Una bibliografía barcarroteña”, editada por la Universidad Popular de Barcarrota en 1999.
Las fuentes hemerográficas (extremeñas,nacionales obreristas) también cumplen un importantísimo papel, tratándose de unaépoca relativamente reciente, a pesar de que su búsqueda no es fácil por mor de sudispersión, las colecciones incompletas y hasta su no conservación en casosfundamentales. Aún así, fueron capitales las pesquisas en la Biblioteca de la RealSociedad Económica de Amigos del País en Badajoz, la del Complejo Cultural SantaAna de Almendralejo, las Bibliotecas Públicas del Estado de Badajoz, Mérida y Cáceres,las bibliotecas municipales de Barcarrota y Mérida y la Hemeroteca Municipal deMadrid, a cuyos trabajadores agradezco la ayuda prestada.El segundo grupo de fuentes hace referencia a los documentos primarios ydirectos que nos narran esta realidad pasada. Mediando la circunstancia insoslayable dela Guerra Civil, la represión y el destierro, es fácil suponer que la mayor parte de ladocumentación socialista y republicana, a los niveles que estudiamos local y regional,fue destruida, incautada o llevada por sus protagonistas al exilio. No es óbice para que se pueda recuperar parcialmente, a través de instituciones que se han encargado derecobrarla, describirla y ponerla al servicio de los investigadores (compartiendo destinocon las publicaciones periódicas). Éste es el caso de la Fundación Pablo Iglesias, consede en Alcalá de Henares; también, lógicamente, del Archivo General de la GuerraCivil de Salamanca y del General de la Administración de Alcalá de Henares, así comodel Archivo Histórico Provincial de Badajoz y el Archivo Histórico del PCE en Madrid. Importantísima ha sido la aportación del Archivo de la Junta de Auxilio a los RefugiadosEspañoles, organización hegemónica del exilio mexicano, cuyos fondos se encuentran yaen la sede central del Ministerio de Asuntos Exteriores en Madrid. Por otro lado, lafuente primaria principal para el conocimiento del periodo republicano en Barcarrota noes otra que su Archivo Municipal, que presenta una documentación ordenada y hastacierto punto completa de esos años –sin olvidar que estamos hablando de unaexperiencia política perseguida y repudiada posteriormente, con todo lo que esorepercute en los documentos originales.Otro aporte, feliz e impagable, es el de las personas que vivieron de maneradirecta los acontecimientos narrados. Son ya mayores y su memoria se portaadmirablemente para recordar sucesos ocurridos hace más de sesenta años, con lacircunstancia adicional de que son testimonios ofrecidos desde una posición ideológicadefinida ya entonces y alimentada toda la vida, y que les tocó vivir una experienciaterrible y para cualquiera traumática.
La labor de indagación testimonial se hacompletado con la localización en México D.F. de la familia de José Sosa Hormigo (a través del Consulado General de España), su hija y su nieta, desde hace muchos años sincontacto con sus parientes de Extremadura.Conjuntar unas y otras fuentes de información, más la incardinación de esta pequeña historia en la más general de Barcarrota y en la global de Extremadura yEspaña; no caer gravemente en errores de datos y de análisis y, sobre todo, conservar lacalma para ser justos con la realidad del pasado y no dejarse llevar por el apasionamiento de los  argumentos y de las convicciones políticas, es la labor que considero más difícil para que el estudio histórico de un tiempo complicado y relativamente cercano no se convierta en un ajuste de cuentas, una controversia comparativa de equivocaciones o el reabrir heridas y fomentar escarnios, máxime en un pueblo de medianas dimensiones como Barcarrota. No es fácil olvidar los agravios y crímenes cometidos antes, durante y después de la Guerra Civil. Es temible dictaminar erróneamente y acusar indebidamente. Es doloroso, aunque fuera justo. Por ello quiero alejar mi propósito de la revancha y del reproche retrospectivo, y procurar resaltar siempre los aspectos de análisis histórico (objetivo, en la medida de lo posible), la cuenta de los resultados y de las causas, el rediseño o exhumación de una época y un mundo en que nacen nuestros abuelos. Porque investigar y contar la historia de todos aquellos que lucharon por sus convicciones, acertadas o no –
es fácil hablar desde la certidumbre de conocer las consecuencias-, que se enfrentaron por intereses de partido y clase, que también matarony murieron por lo que defendían, es duro pero es hermoso, porque nos devuelve al tiempo en que pasó; porque nos ayuda a comprender a los demás, a los diferentes; porque nos enseña a relativizar las que parecen complicadas peripecias del presente; porque nos aporta una visión remozada de los viejos problemas de las sociedades: los del poder y el dinero, los del lujo y la supervivencia, los de la dominación y la discordia. Porque nos frena el ímpetu primario de tratar de imponer las ideas propias y, al menos, nos sirve un instante la duda de si el camino contrario es más acertado que el nuestro.