Mujeres en guerra: resistencia ‘roja’ y ‘liberada’

La resistencia al régimen de Franco no se puede entender sin el rol de la mujer. Mujeres que, en el punto de mira del dictador por su ideología y por su género, tuvieron que sacar adelante a sus familias con sus hombres fusilados, encerrados o desaparecidos y el cartel de ‘roja’ en la frente.

A Juliana Cortés, en 1947, a la edad de 64 años, la metieron en una poza con el agua hasta las rodillas para forzarla a decir dónde estaba su hijo, republicano huido en los montes de Escañuela, en Jaén. A Dolores Martínez la condenaron a muerte en 1941 por ser una “mal bicho procaz”. Enriqueta Martín tenía que andar 34 kilómetros, el camino de ida y vuelta hasta el pueblo vecino, para introducir tabaco, harina y aceite en su pequeño pueblo de Granada, y alimentar, así, a sus cuatro hijos. Su marido, pastor de profesión, y sus dos hijos mayores desaparecieron en 1937. Rosa Cañadas, con apenas 20 años, tuvo que limpiar casas, picar piedra y coser pantalones, entre otras funciones, para sacar adelante a una familia de cinco hermanos cuyo padre, alcalde de Guadalajara durante la República, había sido fusilado y todas sus pertenencias requisadas.

Todas estas historias son historias reales, con nombres reales, que sucedieron en la larga noche de la dictadura franquista. Son sólo un pequeño número de casos tan comunes como ciertos. Mujeres que, en el punto de mira del régimen por su ideología y por su género, tuvieron que sacar adelante a sus familias con sus hombres fusilados, encerrados o desaparecidos y el cartel de ‘roja’ en la frente. Heroínas que a base de trabajo, sacrificio y agallas consiguieron sacar adelante a sus familias sin olvidar que la lucha por la democracia dejó en la cuneta a muchos de sus seres más queridos.

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