Conferencia pronunciada en la presentación del libro Peatones de la historia del Baix Llobregat
Deseo comenzar dando las gracias a la Asociación para la Memoria Histórica y Democrática del Bajo Llobregat por haberme invitado a compartir este momento con todos ustedes. Desde la lejanía, he sido un testigo privilegiado del nacimiento y de la trayectoria vital de esta asociación y, sobre todo, del inmenso trabajo realizado por su presidente, Francisco Ruiz Acevedo. Él y toda la junta directiva han depositado muchas ilusiones en el acto conmemorativo que hoy celebramos. Como historiador, y como conocedor de la personalidad de algunos de los protagonistas del libro Peatones de la Historia, quiero felicitar a todos los que de alguna manera han colaborado para rescatarlos del olvido al que injustamente parecían condenados. La lucha contra el olvido es la respuesta más civilizada que podemos dar a la historia falseada que nos transmitió el franquismo. Una historia que, como saben en carne propia muchos de los aquí presentes, durante cuarenta años premió con el honor y la gloria a los vencedores de la guerra civil y castigó con la represión y con el silencio a los vencidos. El discurso oficial de la dictadura sólo se acordaba de los rojos para acusarlos de criminales y para manchar su memoria. Para el franquismo, los demócratas y los izquierdistas eran unos elementos subversivos o unos individuos de “mala conducta y antecedentes” que lo único que se merecían era la condena pública, la cárcel o la muerte.
Para valorar la importancia que tiene para el conocimiento histórico el libro que hoy se presenta, hemos de comprender primero que cuando desaparezca la memoria de las personas que sufrieron la represión será imposible reconstruir la verdadera cara del franquismo. Si la dictadura intentó no dejar ni rastro de los asesinados por aplicación del bando de guerra, ya nos podemos imaginar el casi pleno vacío documental que existe sobre otras formas de represión que aparecen de forma descarnada en este libro, como los encarcelamientos, las torturas, la miseria, los despidos, el acoso moral o la humillación cotidiana. Por tanto, si toda esta tragedia y todo este dolor no se escribe, dentro de unos pocos años habrá desaparecido de la memoria colectiva y, por tanto, de la Historia, y será como si nunca hubieran ocurrido, con lo que el sufrimiento de las víctimas habrá sido en vano y no podremos extraer de él ninguna enseñanza. Sólo después de que se conozca sin miedo y sin tabúes lo que en realidad sucedió conseguiremos cicatrizar las heridas dejadas por el franquismo y sólo entonces tendrán sentido el perdón y la auténtica reconciliación. Difundir el verdadero rostro de la dictadura y compensar a las víctimas de la represión y a sus familiares, aunque sólo sea moral y simbólicamente, es lo único que pretende la recuperación de la memoria histórica. El acto que hoy se celebra es una reafirmación pública de los valores democráticos y no hay intención ni de resucitar el guerracivilismo ni de levantar rencores.
Para leer este artículo completo descarga el fichero asociado