Memoria y conciencia a través del cómic

Repaso a una decena de cómics publicados en la última década sobre la represión franquista y su memoria que reflejan como los personajes más cotidianos de aquella dictadura pueden devolver muchas claves sobre nuestro pasado más reciente.

Sevilla /10/11/2019 09:07 /María Serrano /

El interés por explicar nuestro pasado tiene un largo recorrido en el cómic. Carlos Giménez ya se atrevió a finales de los años setenta a publicar el primero sobre memoria histórica, recordando a los represaliados del régimen franquista, pero es cierto, tal como cuenta a Público el historiador David F. de Arriba que la verdadera simbiosis entre la memoria y la viñeta “ha surgido en la última década”.

“En los últimos años se han publicado numerosas obras que relatan las historias de los padres o los abuelos de los autores y autoras del cómic”, corrobora Arriba. La guerra y la dictadura son escenarios tan potentes que multitud de creadores han dado su visión a través de las viñetas. “Al mismo tiempo, cada vez son más los docentes que valoramos las virtudes del cómic y su potencial en el aula para enseñar Historia y otras disciplinas”, añade el historiador.

¿Qué tiene el cómic en plena era de lo audiovisual para llegar hasta los más jóvenes? Arriba, experto en la temática, apunta que la sociedad en general y los adolescentes en particular tienen una cultura muy visual: Instagram, gifs, Youtube, memes… “El cómic, al combinar texto e imagen, tiene un lenguaje muy atractivo y al mismo tiempo es capaz de transmitir mucha información economizando el espacio”. Si a estos aspectos más formales le añadimos la implicación personal de muchos autores con los hechos que narran y la capacidad de identificación con los personajes, obtenemos un cóctel muy potente para acercar el pasado a los jóvenes. 

Desde Público hemos hecho una recopilación de los diez cómics que han revolucionado el interés por la memoria histórica. Antonio Altarriba narra en sus cómics la vida cotidiana de aquella época de terror, a través de sus padres. Ana Penyas nos habla de sus abuelas. Jaime Martín relata las peripecias tanto de sus padres como de sus abuelos y sucede lo mismo con muchas otros autores.

“Este factor es fundamental y permite que el lector vea el pasado de una forma mucho más cercana. Además, el cómic tiene la capacidad de transportarnos al pasado de forma muy eficaz, ya que el dibujo refleja infinidad de detalles que hacen de la Historia algo muy real”, aclara Arriba.

‘Memoria y viñetas: la memoria histórica en el aula a través del cómic’ (Desfiladero ediciones)

Arriba ha lanzado en 2019 una propuesta didáctica pensada para las aulas con muchos esfuerzos de presupuesto. Memoria y viñetas nace así con un doble objetivo: “Por un lado, dotar de nuevos recursos a los docentes para trabajar la memoria histórica; y por el otro, consolidar el cómic como una herramienta didáctica de primer orden”.

“Cualquiera de las obras incluidas en Memoria y viñetas puede funcionar en el aula, siempre que el docente lleve acabo una buena labor previa para contextualizarla, para destacar los aspectos gráficos más importantes”, destaca el coordinador.

Arriba apunta a Público que el proyecto ha sido financiado por crowdfunding y destaca que en sus páginas se encuentran personajes verdaderamente entrañables y que emocionan a los más jóvenes cuando se estudian en el aula. “Asimismo hay cómics de ficción que consiguen reflejar con exactitud situaciones del pasado, como Cuerda de presas o Los surcos del azar. Realidad y ficción se combinan para sacar a la luz aspectos de nuestro pasado frecuentemente silenciados”, añade Arriba

‘Doctor Uriel’, de Sento LLobel (Astiberri ediciones)

El autor valenciano Sento Llobell muestra en este cómic la cruda historia de su suegro el doctor Pablo Uriel, un joven de veintidós años que durante el verano de 1936 empezó ilusionado su andadura profesional, sin saber que su vida se iba a convertir en una auténtica pesadilla. “Pablo Uriel fue un médico encarcelado durante la Guerra Civil y obligado a servir como sanitario en el bando golpista”, aclara su autor.

Aún en plena dictadura el doctor Uriel consiguió escribir sus memorias que vieron la luz en una pequeña edición familiar. Llobell recuerda lo “impresionado” que quedéóal leer las páginas de la vida de su suegro, escritas dos años antes de su muerte en 1990,

‘El arte de volar’, de Antonio Altarriba (Norma Comics)

Antonio Altarriba no deja impasible ante el relato personal de sus familiares durante la guerra civil española. En este cómic cuenta la historia de su padre, Antonio Altarriba Lope, nacido en 1910 en un pueblo cercano a Zaragoza donde vivió los principales acontecimientos históricos ocurridos en el primer tercio del siglo XX en España –la proclamación de la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio– reflejando así lo que supuso para los españoles esta etapa tan convulsa y trágica,

Antonio Altarriba comenzó a escribir la historia de su padre después de que éste, con 90 años, se arrojara al vacío por una ventana del geriátrico donde se encontraba ingresado en el año 2001. El arte de volar ganó el premio nacional de Cómic en el año 2010. “Después de tres años muy abatido comencé a escribir su vida en viñetas y en primera persona”, señala Altarriba.

‘Los surcos del azar’, de Paco Roca (Norma Comics)

El cómic Los Surcos del Azar de Paco Roca muestra una etapa muy concreta del bando republicano en el exilio después de la guerra. Roca recrea las escenas de la entrada de La Nueve en París en agosto de 1944. Las viñetas retratan a aquellos soldados republicanos al frente de los tanques y con uniforme americano que fueron los primeros en entrar en la capital francesa. La obra refleja la dicotomía entre libertad y el final de una guerra; la imagen de unos soldados que habían tenido que luchar, sin jamás pretenderlo, en dos guerras seguidas.

Los recuerdos de Miguel Ruiz, republicano exiliado en Francia, reconstruyen la curiosa historia de La Nueve en el cómic, una compañía que nació bajo las órdenes del capitán Dronne y fue integrada en la segunda división blindada del general Leclerc.

“La mayoría de los hombres era españoles y republicanos. Apenas habían cumplido los 20 años”, señala su autor, quien afirma además: “Ninguno sabía entonces que en la noche del 24 de agosto de 1944 serían los primeros en entrar en París. Sus carros llevaban nombres como Madrid, Don Quijote, Guadalajara, Ebro o Guernica“.

‘Las guerras silenciosas’, de Jaime Martín. (Norma editorial)

El dibujante Jaime Martín busca inspiración para la creación de este cómic en las historias de la mili de su padre. El servicio militar en Ifni poco tiempo después de la Guerra Civil es el hilo que aúna las vivencias a las que tuvo acceso el autor gracias a las memorias que dejó escritas su padre. Martín rememora con un relato de la vida más cotidiana cómo eran aquella vida militar impuesta en plena dictadura, las aspiraciones de los jóvenes de la época o la situación invisible de las mujeres.

Martín recuerda que le estremeció el relato de su abuela, tal y como se muestra en el libro. “Cómo pudo sacar su familia adelante sin más. Ahí empezó a interesarme explicar todas aquellas cosas que me contaba mi madre, acerca de la opresión y el control al que eran sometidas las mujeres”.

‘Jamás tendré 20 años’, de Jaime Martín (Norma editorial)

El mismo dibujante de Las guerras silenciosas vuelve al retrato más autobiográfico contando la historia de sus abuelos en plena contienda. Relata cómo su abuela Isabel era una chica joven que, a diferencia de sus amigos libertarios, se salvó del golpe de estado iniciado el 17 de julio de 1936 en Melilla. Llegó hasta Hospitalet de Llobregat donde conoció a Jaime, un miliciano del bando republicano. Cuenta la vida que transcurrió durante la posguerra, con las durezas de aquella etapa.

Martín señala que fue especialmente duro el proceso de creación y como cada noche se “acostaba con una información espantosa. Me sumergía en la hemeroteca para reflejar aquel ambiente. Fue muy desagradable. Se me revolvieron las tripas”.

‘Cuerda de presas’, de Jorge García y Fidel Martínez (Astiberri ediciones)

Estos autores de cómic tratan la represión durante la dictadura a través de una perspectiva de género. El cómic consta de once historias que hablan en primera persona y de forma diversa de la amarga situación de las mujeres en las cárceles franquistas durante los años cuarenta, en plena posguerra. Son historias  independientes pero que sus autores unen para evidenciar la terrible vida cotidiana de las prisiones de mujeres en aquellos años.

Jorge García y Fidel Martínez narran desde “la cruenta represión hasta las relaciones personales entre ellas, pasando por los traslados o la explotación laboral”. Las viñetas están realizadas en blanco y negro a través de dibujos expresionistas. Éstos sacan a la luz “las situaciones más terribles de las protagonistas presas durante la guerra”.

‘Esperaré siempre tu regreso’, de Jordi Peidro (Desfiladero ediciones)

Este cómic trata la vida de un vecino de la localidad alicantina de Alcoy, Paco Aura. El autor, Jordi Peidro, saca a la luz su historia ya que fue uno de los republicanos españoles que consiguió sobrevivir a un encierro de cuatro años en Mathausen. Peidro recorre de forma minuciosa toda la biografía de Aura en este cómic. “Su lucha durante la guerra civil, su memoria en los campos de concentración en el exilio ya en Francia y el día de su deportación a los campos nazis”. El autor destaca que se trata de “un testimonio muy duro pero que se debe preservar y enseñar también a los más jóvenes”.

‘Estamos todas bien’, de Ana Penyas (Ediciones Salamandra)

La autora trata una historia cotidiana, la de sus abuelas Maruja y Herminia y las grandes dificultades que vivieron por el hecho de ser mujeres durante toda la dictadura franquista. Penyas contó con la ayuda de ambas abuelas en sel proceso de creación: “Cuando le dije a mi abuela Maruja que iba a hacer un cómic basado en su vida, me respondió que mejor escribiera una historia de amor. Cuando le dije lo mismo a mi abuela Herminia, se alegró mucho y me dijo ‘sí, claro, nena'”.

Grabadora en mano Penyas sacó esta historia reciente de unas mujeres que “siempre han sido personajes secundarios de otras vidas: la esposa de, la madre de, o la abuela de. Como Maruja y Herminia. Sus anécdotas, sus ideas y su mundo están aquí, en este libro, un pequeño homenaje que quiere convertirlas en protagonistas”. El libro ha sido realizado a través de collages de todas las vivencias recopiladas por Penyas.

‘El violeta’, de Marina Cochet, Jesús Sepúlveda y Antonio Santos (editorial Drakul)

Este cómic refleja a otro de los colectivos más duramente represaliados durante toda la dictadura, como ha sido el LGTBI. En El violeta se narra la historia de Bruno Llopis, un joven homosexual que es detenido en plena dictadura y encerrado en la cárcel modelo de Valencia. Los hechos transcurren en el año 1955 y los autores reflejan cómo durante las dos épocas siguientes “Bruno tratará de rechazar su propia forma de amar por las presiones familiares y sociales, llegando incluso a formar parte del cuerpo de la policía del régimen”.

En el cómic recoge el reencuentro de Bruno con alguien de su pasado y en las viñetas queda visible la represión ejercida sobre este colectivo en el campo de concentración de Tefía, (Fuerteventura) creado en el año 1954. Los homosexuales y transexuales que fueron confinados a estos campos vivieron en condiciones infrahumanas y condenados a trabajos forzados.