Mérida: lugares de la memoria como testigos de la historia.

Ruta de memoria por la Mérida de la guerra civil. Una propuesta metodológica para su estudio y difusión.
Chema Álvarez Rodríguez . Autor de ‘Extremadura anarquista. Siglo y medio de movimiento libertario, represión y contracultura’
Ángel Olmedo Alonso .  Historiador y coordinador-director de los Campos de trabajo de memoria histórica de la ARHMEX.
18 nov 2022 07:40
Foto: Mapa. Lugares de la memoria como testigos de la historia, Mérida. Ángel Olmedo Alonso Chema Álvarez Rodríguez

Mérida recibe al año casi un cuarto de millón de visitantes. La ciudad, con vestigios romanos, visigodos y árabes, es recorrida por grupos de personas que se afanan en encontrar la huella de un pasado que comienza antes de la era cristiana y del que apenas hay documentos hasta el siglo VII. Sus monumentos, sus museos, sus piedras, conforman la manera que tenemos de leer y descubrir su historia, lugares significados cuyos restos arqueológicos incitan a conocer lo que generación tras generación ha llegado hasta nuestros días, herramientas a nuestra disposición para cumplir con nuestro deber como sociedad para recordar y transmitir esos conocimientos como parte de nuestra identidad como pueblo.

El deber de conservar nuestros lugares de memoria

Los grupos de estudiantes que visitan todos los años los campos de concentración nazis de Auschwitz, en Polonia, sienten y comprenden los hechos que allí sucedieron. Ven en sus edificios lo que fueron los campos de exterminio y lo que supusieron en nuestra historia más reciente. No deja de ser curioso que gran parte del alumnado conozca o haya oído hablar de estos recintos, donde la tortura y el asesinato adquirían un carácter industrial, pero no del campo de concentración franquista que estuvo ubicado en el antiguo Convento de la Plaza de Santo Domingo, en Mérida, en estos momentos en ruina, o del campo de concentración de Castuera (Badajoz), donde miles de presos esperaban la muerte o un futuro continuado de cárceles, o las conocidas Colonias penitenciarias de Montijo, un eufemismo para denominar un campo de concentración donde los presos republicanos eran explotados como mano de obra esclava para construir parte de los canales que hoy día permiten la riqueza hortofrutícola de las Vegas Bajas del Guadiana. En estas últimas, en las colonias penitenciarias de Montijo, se puede aún observar en sus barracones la planta de construcción copiada a los campos de concentración nazis.

No deja de ser curioso que gran parte del alumnado conozca o haya oído hablar de estos recintos, donde la tortura y el asesinato adquirían un carácter industrial, pero no del campo de concentración franquista que estuvo ubicado en el antiguo Convento de la Plaza de Santo Domingo, en Mérida, en estos momentos en ruina, o del campo de concentración de Castuera

Las instalaciones se encuentran en un estado que las convierte en las mejor conservadas de todo el país, pero la desidia de las administración local del municipio y autonómica de la Junta auguran una pronta desaparición, a pesar de existir el acuerdo de la Asamblea de Extremadura desde hace ya muchos años de iniciar su expediente como Bien de Interés Cultural, un compromiso incumplido que revela el escaso interés de estas administraciones y de quienes las gobiernan por salvarlas de la ruina y del olvido.

Estos lugares de la “memoria” son lugares históricos, como lo son el teatro romano, el anfiteatro o el acueducto de Mérida. Eso está claro. Ahora bien, cuando hablamos de lugares de la memoria vinculados a la guerra y a la posterior dictadura franquista enseguida aparecen reticencias en algunos sectores sociales para con el conocimiento de nuestra historia más reciente. Hay quienes niegan su importancia y su necesidad, pero en cambio también hay quienes plantean preguntas como: ¿Estos edificios nos cuentan alguna historia? ¿Merece la pena su conservación? ¿Qué debemos hacer con estos lugares?

Sobre la memoria histórica: verdad, justicia y reparación

Fue ya por los años ochenta cuando el historiador francés Pierre Nora[1], conocido por haber dirigido la obra colectiva Les Lieux de Mémoire, acuñó la noción de “lugar de memoria”, para designar los espacios donde se conservaba la memoria colectiva, de forma que sirviera para hacer un inventario de los lugares y objetos en los que se encarnaba la historia nacional de Francia. Como propuesta historiográfica venía a ofrecer un modo novedoso para estudiar la historia y la memoria, al mismo tiempo que daba cabida a la incorporación de otras disciplinas, como la antropología, la psicología o las fuentes alternativas para la investigación o la historia oral como objeto de estudio.

La “memoria histórica” vendría a ser un concepto historiográfico, en base a un esfuerzo por conocer nuestro pasado más reciente, a través de un procedimiento de investigación de los documentos, pero también prestando especial atención a los testimonios orales de las personas que vivieron aquellos acontecimientos personalmente. Además, esta forma de investigación incorporaría la información aportada por otras fuentes como los restos arqueológicos, las construcciones o los monumentos vinculados a esa memoria. Todo ello dando cabida a los estudios complementarios e interpretaciones de especialistas como arqueólogos, antropólogos, sociólogos, documentalistas y otros expertos que vendrían a reforzar, desde otros puntos de vista, la interpretación de los hechos.

La “memoria histórica” vendría a ser un concepto historiográfico, en base a un esfuerzo por conocer nuestro pasado más reciente, a través de un procedimiento de investigación de los documentos, pero también prestando especial atención a los testimonios orales de las personas que vivieron aquellos acontecimientos personalmente

La Historia desde la óptica de los vencedores está ya escrita. Ha llegado el momento de que aquellas personas que no pudieron hablar lo hagan, que con sus palabras sencillas nos cuenten su testimonio, cómo vivieron, sufrieron y sintieron aquellos momentos. La “memoria histórica”, además, también tendría una vertiente cultural y de movimiento social, con una función colectiva que permita conocer y recuperar ese pasado reciente con el objetivo de divulgarlo de tal manera que pueda servir de base para prestar la necesaria atención a las víctimas, como es el caso de la dictadura franquista en España. Se trata de recuperar aquello que ha estado oculto. ¡Cuántas veces hemos pasado por delante de uno de estos lugares de memoria sin saber su significado! Ahí está, como señal de todo esto, el internacionalmente conocido “Mirador de la Memoria”, ubicado en el Valle del Jerte, en la localidad de El Torno (Cáceres), como lugar de reflexión sobre la guerra, represión y sus víctimas.

Las piedras que tienen escritas historias

En este recorrido por los lugares de la memoria en Mérida hay vestigios recientes que nos cuentan “su historia”. No es la historia de grandes dirigentes ni de personalidades encargadas de tomar decisiones, sino la historia de la gente del pueblo, de vecinos y vecinas anónimos que se vieron envueltos en unos acontecimientos que marcarían su vida y las de sus familias. En nuestro recorrido no hemos querido hacer una “historia de la guerra”. Ya hay otros estudios que se han centrado en esos aspectos. Más bien, hemos pretendido dar la voz a quienes no pudieron tenerla, porque fue acallada por la fuerza de las armas, y cuyas vivencias quedaron escritas entre aquellas piedras o lugares en los que vivieron, sufrieron e, incluso, murieron.

Los lugares de la memoria permiten mantener y recorrer una red de espacios que, como en el caso de Mérida, van desde la estación de trenes, donde, a partir del golpe de Estado de 1936, llegaban los cientos de presos republicanos para ser alojados en los improvisados recintos, como el cuartel militar, la plaza de toros o el campo de concentración conocido como “Convento de Santo Domingo”. En este último, hoy día casi en ruinas y cerrado al acceso público, con cientos de presos. Allí quedaban en depósito, como ganado apriscado, a la espera de pasar al lugar donde se estableció la sede de los consejos de guerra, en el Liceo de Mérida, para, una vez condenados a muerte, ser trasladados hasta el lugar donde habrían de ser asesinados y “desaparecidos”, cientos de presos sepultados (si acaso se puede denominar sepultura a lo que fue aquello) en las fosas comunes del cementerio de Mérida.

Hoy resulta innegable que, si no actuamos con urgencia, perderemos definitivamente el pasado, del que ya, por desgracia, se ha perdido una buena parte. Desaparecerán construcciones como los búnkeres, las trincheras o el campo de concentración de Cáceres, conocido como “Los arenales”, en la carretera de Malpartida de Cáceres, en el que se construyó un hotel, como ya desaparecieron la plaza de toros de Badajoz o se levantó el “muro de la desmemoria”, el muro que tapó el lugar de los fusilamientos en las tapias del cementerio viejo de Badajoz, que quedaron recogidas en las imágenes grabadas por René Brut[2] en agosto de 1936. Todo ello desaparecido sin que en ningún caso se haya podido hacer un estudio sobre su papel en el proceso represivo de la dictadura.

Hoy resulta innegable que, si no actuamos con urgencia, perderemos definitivamente el pasado, del que ya, por desgracia, se ha perdido una buena parte

El reconocimiento de estos “lugares de memoria” está ligado al papel creciente del movimiento memorialista, empeñado en conocer, mantener y transmitir la memoria de personas o lugares como parte de un proceso histórico mayor. En muchos casos, es fundamental la participación activa y el compromiso de las instituciones para conservar y mantener este tipo de iniciativas, especialmente en los casos en los que por su deterioro o por ser propiedad de particulares, es necesario el acuerdo de colaboración entre diversas partes. La pérdida de estos lugares supone para las personas jóvenes de nuestra comunidad y las próximas generaciones, dejar de ver y observar esta parte tan importante de la Historia extremeña.

La propuesta metodológica para el estudio y difusión de los lugares de la memoria

Este proyecto constituye un área de sensibilización social directa relacionado con la historia contemporánea, pero también con los derechos humanos, los valores cívicos y democráticos. Esta memoria es parte de los conflictos que se han ido presentando a lo largo de la historia y que deben ser asumidos por el reconocimiento de lugares capaces de transmitir unas vivencias y una memoria común.

El recorrido por los lugares de la memoria de Mérida ha formado parte de una actividad formativa dirigida al profesorado en el marco del Taller de formación sobre memoria histórica y democrática, organizado por el CPR (Centro de Profesores y Recursos) de Mérida, organismo de la Consejería de Educación y Empleo de la Junta de Extremadura. El taller, impartido por los autores de este artículo, Ángel Olmedo Alonso y Chema Álvarez Rodríguez, ofrece herramientas de trabajo al profesorado para trabajar en el aula la cuestión y los contenidos de la memoria histórica y democrática. Todo ello en el marco la Ley 1/2019, de 21 de enero, de memoria histórica y democrática de Extremadura y la Ley Orgánica 3/2020, de 29 de diciembre, por la que se modifica la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación.

La LOMLOE recoge por primera vez en la historia de la legislación educativa española de carácter estatal la expresión “memoria democrática” en su preámbulo, cuando dice que: “(…) en la disposición adicional cuadragésima primera se añade la necesidad de que la comunidad educativa tenga un conocimiento profundo de la historia de la democracia en España desde sus orígenes hasta la actualidad. El estudio y análisis de nuestra memoria democrática permitirá asentar los valores cívicos y contribuirá en la formación de ciudadanas y ciudadanos más libres, tolerantes y con sentido crítico. El estudio de la memoria democrática deberá plantearse, en todo caso, desde una perspectiva de género, haciendo especial hincapié en la lucha de las mujeres por alcanzar la plena ciudadanía”.

Durante el recorrido por diversos lugares de la memoria en Mérida (Badajoz), se animó al profesorado participante a desarrollar su conocimiento de los lugares de la memoria a través de la reflexión, haciéndose preguntas y trasladando conocimientos, en el marco de método pedagógico socioafectivo. Dicho método fue ideado por David Wolsk y Raquel Cohen y pretende crear una vivencia de laboratorio en el seno del grupo a fin de lograr un estado afectivo y emocional, predisponiendo a sus participantes para una mejor comprensión del contenido del tema que se esté tratando.  El método socioafectivo queda muy bien expresado en la siguiente progresión, donde cada uno de los verbos expresa una fase del mismo: Sentir-Pensar-Actuar, es decir, ponernos en la “piel de otras personas” para reflexionar sobre aquellos sucesos y, fruto de la reflexión, pasar a la acción para promover el trabajo de prevención del resurgimiento de todas aquellas formas de violencia, desprecio o rechazo que constituyen el caldo de cultivo para el totalitarismo. El curso y el método empleado por los conductores del mismo, Ángel y Chema, se fundamenta en el constructivismo, que parte de la idea de que en el aula no hay personas que saben y que no saben, sino que comparten diferentes saberes. En el caso que tratamos, la memoria histórica, se parte siempre de la opinión de cada cual, y a partir de ahí se construye un ideario común en la que se adquieren conocimientos que no se tenían y se aclaran percepciones o prejuicios con los que se vivía.

El método socioafectivo queda muy bien expresado en la siguiente progresión, donde cada uno de los verbos expresa una fase del mismo: Sentir-Pensar-Actuar, es decir, ponernos en la “piel de otras personas” para reflexionar sobre aquellos sucesos

La actividad desarrollada como “recorrido” o “itinerario” se estructura en torno al diseño de un “mapa” o guía que sirve como brújula para ir recorriendo los diversos lugares de la memoria, con un desarrollo lógico de los acontecimientos. Todo ello acompañado de un trabajo previo de documentación sobre estos acontecimientos y una reflexión sobre cada uno de ellos junto con las personas participantes.

Una breve reseña histórica

A principios de agosto de 1936 los golpistas, siguiendo las directrices de Queipo de Llano, con la ayuda de los combatientes alemanes e italianos, comenzaron desde Sevilla su avance hacia la provincia de Badajoz. Al frente de estas columnas de tropas, procedentes del ejército de África, a las que se iban incorporando algunos falangistas, estaba el coronel Carlos Asensio. Luego se sumó el mayor Antonio Castejón, con una segunda columna el 3 de agosto y más tarde el teniente coronel Tella, a los que se incorporaría ya en Mérida, el teniente coronel Yagüe para ponerse al frente de todas las columnas y dirigir la ocupación de Badajoz.

Mérida era una ciudad clave en el avance rebelde, pues, en caso de victoria, permitiría enlazar las tropas del ejército del norte del general Mola, que dominaban ya la provincia de Cáceres, con las tropas del sur de Franco y Queipo de Llano, uniendo ambos ejércitos y permitiendo las comunicaciones férreas y por carretera de norte a sur de la península, dejando aislada Badajoz. La ciudad emeritense ofreció una fuerte resistencia por parte de las milicias obreras que defendía la ciudad, reforzadas con algunas tropas y fuerzas de orden público leales al gobierno republicano. La ciudad fue atacada por varios flancos y ocupada el 11 de agosto de 1936 tras ser cañoneada previamente por los sublevados y bombardeada por los aviones italianos y alemanes. Tras la ocupación se desató una brutal represión con muertes y fusilamientos que se extendieron hasta mediados de los años cuarenta.

Catorce víctimas de derecha fueron reconocidas por los franquistas como víctimas de la represión republicana, víctimas que fueron homenajeadas. Incluso un cuadro con sus fotos e historias presidió el salón de plenos del ayuntamiento de Mérida hasta bien entrada la democracia. La represión franquista segó la vida de más de 618 personas, cifras mínimas[3] que aumentan a medida que avanzan las investigaciones. Estas víctimas y sus familiares fueron silenciadas hasta que finalizó la dictadura y sus cuerpos siguen en su inmensa mayoría como “desaparecidos”.

El itinerario por los lugares de la memoria

El itinerario, con el recorrido diseñado en el mapa y complementado con vivencias socioafectivas mediante el conocimiento de los testimonios orales de quienes vivieron los hechos que en él se desarrollaron, consiste en el siguiente recorrido (ver mapa):

1.- Llegada de las tropas rebeldes a Mérida, tras el recorrido de la Columna de la Muerte desde Sevilla ocupando las localidades de la provincia de Badajoz.

2.- Entrada en la ciudad a través del Puente romano, con la ciudad minada por los milicianos leales a la República y que parece que no se quiso hacer estallar para no acabar con la vida de personas inocentes. Hecho que fue duramente criticado por Azaña por no haber sido volado el puente e impedir la entrada de las tropas rebeldes.

3.- Llegada a la Plaza/Ayuntamiento, con la entrada de un grupo de legionarios, a gritos y con “el torso desnudo que fueron sembrando el terror matando todo a su paso, aullando a muerte y precedidos por coches negros escupiendo metralla. Precedieron a los tanques, formidables tanques”, según lo revelado en el periódico Paris-soir (Paris), del 31 de agosto de 1936 (Danjou, E. Une femme commandait dans Mérida, ville minée). En esta plaza se identificaron varios lugares de la memoria que aparecen en las fotos de la época con tropas ocupantes y campesinos detenidos. También se comentó cómo se conservó en la fachada del ayuntamiento el agujero que hizo uno de los obuses lanzados por los golpistas como símbolo de ocupación de la ciudad por los franquistas. Según el artículo antes citado del periódico Paris-soir, en la plaza de esta ciudad fue fusilada Anita López (en realidad, Gloria Mera Ángulo), una miliciana anarquista de Mujeres Libres que había sido dirigente del Comité de Defensa de la ciudad: “Tras la ocupación, empezaron las denuncias. La primera víctima que reclamaron fue Anita López, la farmacéutica. Fue capturada en el hospital que custodiaba con algunas otras mujeres, pistola en mano. La ejecución tuvo lugar en una plaza pública frente a una multitud que había venido a ver morir a esta mujer, simplemente pidió que le dejaran los ojos libres”.

4.- Lugares improvisados como centros de represión, tales como el Casino “de los señores”, utilizado como prisión donde fueron maltratados hombres y mujeres procedentes de las detenciones en Mérida y pueblos cercanos. Según nos contó hace años José Valverde Cerro[4]: (…) después de Guareña, me trajeron a Mérida, que fue donde me escapé, (me llevaron) al Casino de los Señores (Circulo emeritense), debajo del reloj de Mérida, nos metieron en un sótano a 3 mujeres y 17 hombres. Tres mujeres de Alange, una muchacha no tenía ni padre ni madre, había bordado la bandera republicana y allí (echada en la mesa de billar) la hicieron de todo… Había (presos) de Zarza, de Alange, de Villagonzalo… No había interrogatorio, solo palos y palizas, no preguntaban. De comer palos… Don César que fue a confesarnos, cura de Mérida, de Santa Eulalia, solo fue a confesarnos. Nos dijo que Dios nos podía salvar y yo le dije que como encontrara un hueco… (para intentar huir).

5.- Localización con fotos de la época de la ubicación de grupos de las tropas ocupantes en diferentes ubicaciones en la plaza y en sus soportales en Mérida.

6.- Campo de Concentración en Santo Domingo. El Convento de la Plaza de Santo Domingo en Mérida fue utilizado como centro de detención a la espera de ser juzgado o fusilados, en el caso de los condenados a muerte. El sistema carcelario, improvisado, carecía de cualquier condición médica, sanitaria o de respeto humano. José Valverde Cerro nos contó: Te quitaban lo que te llevaba la familia (…). Allí estuve yo con el compañero, con Ramón (se refiere a Ramón Lencero ya fallecido y que también estuvo preso en el campo de Castuera).  (…) Los presos estaban en Santo Domingo, en el sótano, allí estábamos todos muertos…, no había ni luz, ni nos veíamos, estaba todo oscuro no se veía nada. No teníamos luz nunca, salíamos cuando íbamos a juicio o donde fuera. (…) ¡Comida!, Allí ni daban comida ni nada, nos alimentábamos de agua, había veces que llevaba la familia algo y te liabas a chupar el hueso, lo tirabas, lo cogía otro, lo chupaba, lo tiraba, otro lo cogía…

7.- Campo Concentración en la Plaza de Toros. Como ya se señaló, por ser tan grande la cantidad de presos, como lugares improvisados de campos de concentración se utilizaron el Cuartel de Artillería que tuvo que ser descongestionado, de forma que en 1939 fue habilitada la plaza de toros y del Convento de San Andrés ubicado en la plaza de Santo Domingo. Se llegaron a acumular en Mérida más de 9.000 presos republicanos en estas instalaciones.

8.- Placa a José Antonio Primo de Rivera en la Concatedral de Sta. María, como lugar de memoria franquista, presente en la ciudad durante muchos años. En 2016 el ayuntamiento de Mérida con el apoyo del Consorcio Ciudad Monumental, tapó el grabado de granito con una mezcla de piedra. También se eliminó la pintura roja que desde años se arrojada sobre el granito esculpido con las siglas de Primo de Rivera.

9.- Liceo de Mérida, como sede de los consejos de guerra. Lugar donde tuvo su sede y se juzgaba a los presos republicanos en juicios militares sin garantías para los presos.

10.- Parador Nacional, que fuera utilizado por Azaña para presentar el programa del festival de teatro romano de 1933 y luego como sede de los golpistas durante la ocupación. Al producirse la rebelión militar de 17 de julio de 1936, Queipo de Llano estaba en Huelva, desplazándose de inmediato a Sevilla, donde se hizo con el poder en unas horas controlando buena parte de Andalucía y la provincia de Badajoz. Allí organizó una de las matanzas más brutales de las sucedidas en Europa hasta entonces. Desde las ondas de Unión Radio de Sevilla extendió el terror, y la crueldad, incitando al asesinato en masa, a la tortura, a la violación, bendiciendo cualquier tipo de violencia de los suyos por sanguinaria y brutal que fuese. Algunas frases de Queipo de Llano desde Unión Radio Sevilla: “Habría que poner un cartel con la inscripción: Aquí existió Mérida o el pueblo que fuere. No voy a dejar con vida un solo habitante”.

11.- Cuartel Militar, como improvisado campo de concentración. Según el testimonio que recogimos de Pablo Mellado González, nos contó que se marchó como voluntario en 1937 a Cabeza del Buey para integrarse en el Batallón Sargento “Pío Sopena”. Más tarde fue hecho prisionero en Higuera de la Serena, con la caída de la conocida como “Bolsa de la Serena”. Desde allí, junto con otros presos, los montaron en un camión, los llevaron por Retamal-Hornachos hasta Mérida, donde fueron encerrados en unos barracones militares en las afueras, cerca de la estación de trenes. Según sus cálculos, habría entre 3.000 y 4.000 presos republicanos: “Allí iban los jefes falangistas de los pueblos a por presos, entre ellos, D. Juan Barquero, quien decía que no quería justicia, que quería venganza, ¡pásmate!, ¡Y así lo hizo! ¡Venganza!”.

12.- Tropas alemanas en el Teatro romano, en pose imperial. Durante esas horas, las calles emeritenses fueron bombardeadas por los aviones italianos y alemanes que apoyaban a los golpistas de Franco. El historiador Julián Chaves narra cómo el diputado cacereño, Luis Romero, afincado en Mérida tras la sublevación y control militar en Cáceres, recogió que: “el espectáculo de las galerías subterráneas de la zona del Teatro Romano, llenas de mujeres y niños, era dantesco”. Son curiosas las fotos donde se ven soldados alemanes subidos en columnas en el teatro romano, algo muy simbólico para el nazismo en su conexión con el pasado imperial y místico de los césares.

13.- Estación de Ferrocarril, como lugar de llegada de vagones con presos republicanos. Allí contamos la historia de algunos vecinos de Mérida, como Guillermo Ruiz. Su abuelo, llamado Guillermo Ruiz Gil, ferroviario, vivía en la calle Concordia de Mérida. Por su cercanía a las instalaciones férreas, allí vivían muchos empleados del ferrocarril y otros obreros de la ciudad. Los habitantes de esta calle quedarían profundamente marcados por la represión tan feroz que se llevó cabo contra éstos. Los ferroviarios habían sido uno de los sectores en los que los sindicatos socialistas y anarquistas tenían una mayor implantación. El abuelo de Guillermo vivía en la calle Concordia, en el número 30 de aquella época. El 30 de noviembre de 1936, cuando contaba con 36 años de edad, fue fusilado. “Era ferroviario de la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante), era hombre de una cultura media, sin estudios, de ideas ácratas. Desapareció una enciclopedia que tenía “El hombre y la tierra”. De casa lo sacaron las tropas franquistas, seguramente lo llevaron a Santo Domingo o al cuartel. Suponemos que sus restos están en las tapias del cementerio. Hemos sabido que hacían cavar las zanjas (a los presos) y que luego eran rociados con gasolina y quemados” (una vez fusilados).

14.- Tapias del Cementerio de Mérida, como lugar de fusilamientos.

A partir de agosto de 1936 se sucedieron los célebres “paseos”, que originaron las llamadas ‘muertes irregulares’ en las cunetas de las carreteras y sobre todo en las tapias del cementerio. A partir de 1937 se empezaron a celebrar consejos de guerra en Mérida, al igual que en Badajoz y Almendralejo. A diferencia de las primeras, las víctimas de estos juicios están registradas e identificadas y se conservan sus expedientes. Tras ser juzgados, los condenados a muerte estaban hacinados en la cárcel establecida en el antiguo convento de la plaza de Santo Domingo. Conocemos este caso que nos permite estudiar cómo era el proceso en los momentos finales: entrega de los presos, por escrito, con instrucciones a seguir, entrada en capilla, y la firma por parte de la persona encargada del cumplimiento de las órdenes. El documento siguiente muestra cómo se desarrollaba: “Comandancia Militar de Mérida (…) Sírvase entregar cuando a ello se presenten las fuerzas conductoras y Juez Ejecutor a los cinco reclusos que al respaldo se relacionan y que entrarán en Capilla, en la del Cementerio de esta Plaza, mañana 11 del actual a las cinco treinta horas. Deme cuenta de haberlo cumplimentado. Dios guarde a V. Muchos años. Mérida 11 de septiembre de 1940. El Coronel Militar Comandante Militar. (Hay un sello oficial que pone: Comandancia Militar de Mérida y una firma que puede leerse Valentín (ilegible). Este escrito está dirigido al: Jefe de la Prisión habilitada de la Plaza de Santo Domingo. En el reverso del documento podemos leer: Respaldo que se cita 1º.- Demetrio Ezquina Gallardo. 2º.- Manuel Madrid Molina. 3º.- Juan Lorenzo Robles. 4º.- Juan Chaves Cortés. 5º.- Manuel Hinojosa González. Total son cinco hombres. (Escrito a mano) Me hago cargo de los cinco hombres que hace mención la presente orden, para cumplimiento de la misma, como encargado de la fuerza, Mérida, 11 de septiembre de 1940” (Está firmado). Demetrio Esquinas Gallardo, de 40 años de edad era labrador en Peraleda del Zaucejo, contaba con 40 años, fue fusilado juntos a sus compañeros y así está inscrito, en Mérida, el 11 de septiembre de 1940.

15.- Fosas comunes, con la excavación de cuatro de ellas. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (ARMHEx), junto con el Instituto de la Juventud de Extremadura, y el Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica pusieron en marcha en el verano de 2008 el campo de trabajo para excavar las cuatro fosas que se localizaron en las tapias del cementerio de Mérida. Se encontraban ubicadas en la zona suroeste de la pared del cementerio de Mérida. Junto con el equipo de jóvenes voluntarios/as, se recuperaron en torno a doce cajas grandes de hueso correspondientes a un número muy numeroso de personas, pero indeterminado por estar quemados y haber sido de forma no científica por otros en fechas no conocidas. También se recogieron objetos metálicos como casquillos, proyectiles o hebillas de cinturón. La excavación estuvo dirigida por la arqueóloga Laura Muñoz Encinar y el campo de trabajo por Ángel Olmedo Alonso.

16.- Memorial a las víctimas dentro del cementerio donde se construyó un monumento como lugar de depósito, memoria y dignificación de los restos recuperados de las fosas. El proyecto contó con el apoyo del Ayuntamiento de Mérida, siendo alcalde Ángel Calle Gragera, y el diseño del monumento a cargo de Cayetano Ibarra Barroso, un sencillo memorial donde un agujero representa el vacío y el recuerdo de las víctimas. Estos “memoriales” no hay que entenderlos como simples “entierros dignos”, sino reconociendo en ellos genuinas expresiones populares de conciencia histórica: “Una particular escritura de la historia en el territorio, que comenzó con un gesto sencillo, pero trascendente: el de llevar flores”, como señala Daniel Palacios (Palacios, D. De fosas comunes a lugares de memoria. La práctica monumental como escritura de la historia, 2022), cuyo libro se ha presentado recientemente en La Enredadera de Mérida.

En conclusión

La formación impartida y compartida se centró en el conocimiento de la memoria histórica y democrática a través del recorrido por los lugares de la memoria. Pero, además, las habilidades desarrolladas por el profesorado, en este caso como alumnado, pueden utilizarse para trabajar o reflexionar sobre otros valores y su aplicación en el aula. Esta actividad pedagógica, basada en el recorrido comentado sobre “lugares de memoria”, pretende plantear la obligación de reflexionar sobre la memoria común que compartimos, a pesar de las diferencias de pensamiento de la sociedad. Los propósitos pedagógicos de esta iniciativa son amplios, desde profundizar en el estudio de la violencia y represión ejercida durante la guerra y la dictadura franquista a través del aprendizaje cooperativo y de la experiencia de este trabajo, hasta la preservación y defensa de la dignidad humana y de los derechos humanos.

Los “lugares de la memoria” deben incorporarse como herramienta en el proceso educativo y contribuir al conocimiento de lo que fueron unos hechos históricos y sus consecuencias. Como proceso que es, lleva consigo una evaluación y una reflexión, así como el reconocimiento del aprendizaje cooperativo a través de la experiencia y del deber de memoria, esto es, conocer los hechos con ese doble objetivo, de reconocimiento y reparación para con las víctimas de la dictadura y de la violación de los derechos humanos. Todo ello para que, como se ha repetido tantas veces y debemos seguir repitiendo, lo que entonces sucedió no vuelva a suceder. Nunca más.
[1] Nora, Pierre (dir.). Les Lieux de Mémoire. Paris. Gallimard (Bibliothèque illustrée des histoires), 1984/1992. Se trata de una obra colectiva en varios tomos para hacer un inventario de los lugares y objetos en los que se encarnaba la memoria nacional francesa.

[2] René Brut y la Matanza de Badajoz. Puede verse en https://www.youtube.com/watch?v=BKzFLsHLmoo

[3] Las cifras de los represaliados de derecha son definitivas mientras las de los republicanos son provisionales pues hay muchas más cuyos datos aún se están investigando, por cuanto muchas de esas muertes no fueron inscritas en los registros civiles, lo que dificulta su búsqueda. Algo parecido sucedió en Badajoz, 11 represaliados de derecha y un mínimo de 1.368 personas de izquierda, según los datos aportados por Espinosa, F. La columna de la muerte.  Crítica, 2003.

[4] La mayoría de los testimonios aquí incluidos están publicados en Olmedo Alonso, A, e Izquierdo, J. Espacios, Lugares y Personas de la Guerra Civil en la provincia de Badajoz. Diputación de Badajoz. Badajoz, 2005.