«Mi abuelo fue más allá que Schindler»

La nieta de Porfirio Smerdou, el cónsul de México en Málaga en la Guerra Civil que le salvó la vida a más de 500 personas, afirma que se llevó “un disgusto tremendo” con el derribo de Villa Maya

MÁLAGA HOY | ÁNGEL RECIO | MÁLAGA | 22-3-2019

Macarena Smerdou es nieta de Porfirio Smerdou, el cónsul honorario de México en Málaga que en la Guerra Civil salvó la vida a más de 500 personas falangistas y republicanas al ocultarles en su vivienda, Villa Maya. Vive en Madrid, atiende a este diario vía telefónica y lamenta el derribo de ese inmueble que tanto marcó la vida de su abuelo.

–¿Qué recuerdos tiene de su abuelo?

–Nos veíamos mucho cuando nosotros éramos niños y vivían en la calle Ferraz en Madrid y en su última etapa en El Escorial comía con él casi todas las semanas. Era un hombre infatigable, siempre de aquí para allá, inasequible al desaliento, como decía siempre.

–¿Le contaba muchas cosas de su estancia en Málaga?

–Me contaba batallitas cuando yo era niña [se ríe]. Era muy interesante. Mi padre, que es el único hijo vivo que le queda, sí nos contaba muchas anécdotas de Villa Maya.

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“Mi abuelo era un hombre infatigable, siempre de aquí para allá, inasequible al desaliento, como decía siempre”

–Estarán orgullosos de la hazaña de su abuelo.

–Sí. En casa siempre se decía que el abuelo era un héroe pero como lo teníamos tan cerca no le dábamos tanta importancia. Luego se publicó un libro, se hizo un documental y me di más cuenta de la humanidad que tenía. Ahora hay muchas ideologías y se ven a unos contra otros, pero lo importante son las personas y mi abuelo lo pensaba así. No le importó si las personas eran de derechas o de izquierdas, sino ayudarles a sobrevivir.

–¿Le marcó mucho su vida la angustia en Villa Maya?

–Sí, mucho. Siempre lo tenía muy presente. Salvó a mucha gente y algunos de sus descendientes salían, por ejemplo, en la televisión y decía: “el abuelo de ésta estuvo en Villa Maya”. Mi abuelo murió con 97 años pero siempre estuvo muy lúcido, se acordaba de todo y de todos los que estuvieron allí. Decía mucho: “a mí me deben la vida porque si no hubiera salvado a su abuelo no habrían nacido”.

–¿Le llamó alguno de los inquilinos en Villa Maya o sus descendientes para darle las gracias?

–Le hicieron un homenaje en Málaga, pero no mucho porque cuando acabó la guerra cada uno tiró por su sitio.

–Hablan de su abuelo como el Schindler de la Guerra Civil. ¿Le gusta ese apelativo?

–Sí porque es lo mismo. Vi la película de Spielberg y era muy emocionante, pero siempre he pensado que mi abuelo fue más allá. No porque salvase a más gente sino porque Schindler empezó por un motivo económico, pero mi abuelo puso lo que tenía para alimentarlos a todos. No solo no sacó ningún beneficio sino que dio todo su dinero.

–¿Se ha reconocido suficientemente la figura de su abuelo o se ha olvidado?

–Se ha olvidado completamente. Nunca se le ha reconocido. Hasta que el periodista Diego Carcedo sacó un libro de él en 2003 no lo sabía nadie. Y la historia fue curiosa. Carcedo contó en una emisora de radio que había escrito un libro sobre Ángel Sanz Briz, un diplomático español que salvó a miles de judíos de los nazis en Hungría, y mi abuelo lo estaba escuchando. Llamó a Carcedo y le contó su historia. En Málaga le pusieron una calle el día del homenaje, pero poco más.

–¿Ha visitado alguna vez Villa Maya?

–Hace cuatro o cinco años fui a Málaga y estuve en Villa Maya con mi marido. No había nadie dentro y no pudimos entrar. Busqué la calle Porfirio Smerdou y no la encontré, le pregunté a un hombre y no sabía dónde estaba la calle pero me dijo que sí conocía quién era. Me hizo mucha ilusión.

–¿Qué opina de su derribo?

–Me he llevado un disgusto tremendo. Es una casa particular que estaba vacía. Pensé que la iban a reformar pero la han tirado. Se hizo un documental y nos dijeron que querían contactar con personas a las que salvó mi abuelo para ir todos a la casa y poner una placa, pero la han derribado.

–¿Cree que se debería haber protegido la vivienda por su memoria histórica?

–Sí porque, aunque es una propiedad particular, tiene valor simbólico. Mucha gente se refugió allí y se debería haber salvado. No digo yo que se hiciera un museo ni nada por el estilo, pero por lo menos se podía haber puesto una placa y defenderlo como patrimonio. Ahora se habla mucho de la memoria histórica pero, ¿dónde está la memoria histórica? Esta casa era de todos, sin distinción.

–La casa de la concordia, la ha denominado una concejal de Málaga.

–Claro, así es. Es una pena. A mi padre, que está ya muy mayor, yo ni se lo he dicho.

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