Mi abuelo, un marino leal a la República

Memoria Militar Democrática

RELATOS DEL FRANQUISMO. LA ARMADA (2).

Benito Sacaluga | Abril de 1939, el militar sublevado en 1936 gana la guerra y se convierte en dictador. Comienza oficialmente el franquismo. Un franquismo que aún hoy, 80 años después, aunque minoritariamente, sigue presente en nuestra sociedad civil, también en nuestros ejércitos. Nos esperaban cuatro décadas de dictadura. Desde el primer momento se impuso la política de tierra quemada, la democracia y las libertades debían quedarse sin valedores, España debía ser limpiada de los peligrosos demócratas que la defendieron del fascismo durante tres largos años.

Comienza la represión indiscriminada y empiezan las represalias. En el sector civil son eliminados los maestros, intelectuales, artistas, alcaldes, gobernadores e ideólogos encuadrados arbitrariamente en el republicanismo por la recién nacida dictadura. En las Fuerzas Armadas sucede lo mismo, desde el soldado raso hasta los oficiales de la más alta graduación y jefes.

Los militares que permanecen en España, aquellos que por diversas razones decidieron no partir hacia el exilio, o bien no pudieron, son detenidos y sometidos a consejos de guerra sumarísimos. Unos juicios que no eran más que una farsa para justificar los fusilamientos o los largos años de prisión que los tribunales militares imponían como penas. Es cierto que la acusación principal que pesaba sobre los militares que permanecieron leales al Gobierno fue la de “Rebelión Militar”, una acusación que partía de los únicos que, de forma efectiva y contundente, se rebelaron contra el Gobierno democráticamente establecido, en definitiva, una aberración jurídica. Siendo la de rebelión militar la principal acusación, ésta se acompañaba de ciertos agravantes, entre ellos el haber defendido de forma explicita el espíritu republicano y, sobre todo, haber formado parte de aquellos que con valentía divulgaban la necesidad de luchar contra los “facciosos” – así se denominaban a los ejércitos de Franco y sus aliados italianos y alemanes-.

Benito Sacaluga Rodríguez, fue uno de esos miembros de la Armada que se negaron a partir hacia el exilio cuando la Flota salió de Cartagena rumbo a África, tenía las manos limpias y la conciencia tranquila, solo había cumplido con su deber como militar. Tomada Cartagena por las tropas sublevadas, fue apresado y sometido a Consejo de Guerra Sumarísimo (Causa 4/39). No faltó la acusación de rebelión militar, Sacaluga estaba embarcado en el acorazado “Jaime I” como jefe de máquinas el 18 de julio de 1936, en un principio fue detenido junto al resto de oficiales por la dotación del buque en evitación de la entrega del mismo a la marina sublevada, pero su conocida y probada lealtad a la República supuso que fuera rápidamente liberado y restituido en su cargo. Junto al cargo de rebelión se le acusó de varios crímenes más, todos ellos falsos según los años y los investigadores demostrarían. Se le acusó también de haber escrito numerosos artículos, publicados en los diarios de a bordo de los buques de la República y en órganos dependientes del comisariado de la Flota, esta acusación era totalmente cierta. En los artículos que Sacaluga escribía se llamaba a la lucha contra el fascismo, a al desenmascaramiento de los quintacolumnistas, a la disciplina, a la enseñanza, a la cultura, a la lealtad, al coraje…armas imprescindibles para la victoria final. Parte de los artículos fueron incluidos en el sumario como pruebas de cargo.

No puedo evitar incluir aquí un párrafo de uno de sus artículos, una arenga de ánimo dirigida a los militares republicanos, escrita y publicada en septiembre de 1938. En esa fecha Sacaluga sabía que la guerra estaba prácticamente perdida, conocedor de la evolución de los “asuntos” de Europa sabía que la ayuda internacional no llegaría a tiempo. El artículo se publicó a bordo del crucero “Libertad”, y el párrafo aludido dice así:

“La sangre derramada, la que queda aún por derramar y el gigantesco esfuerzo que está haciendo la juventud española por la libertad e independencia de su Patria tiene que dar el fruto debido. Este fruto no lo recogerán los que, llenos de vida y entusiasmo caen gloriosamente, ni los viejos que sobrevivan a la lucha, tampoco lo recogerán en toda su madurez ninguno de los que hoy luchan por tan noble y sublime causa, sino nuestros hijos y nuestros nietos. Ellos serán los que, libres e independientes, lo recogerán en toda su extensión y disfrutaran la espléndida herencia, como los de aquellos que egoístas y atónitos contemplan nuestra gesta allende las fronteras; pues aparte de conseguir por nuestro propio y exclusivo esfuerzo, la emancipación social y soberana independencia, será nuestra victoria un sublime ejemplo a seguir por los proletarios del mundo entero”.

El tribunal consideró que los artículos demostraban la existencia de una actividad subversiva y agitadora, contenedores de propaganda marxista e insultos a las más altas personalidades del (sic) “Estado Nacional”, e incitadores a la violencia contra todas cuantas personas fueran sospechosas de simpatizar con la Causa Nacional.

Individuos así suponían un verdadero peligro para la dictadura y debían ser eliminados sin contemplaciones, así actuaban y actúan los franquistas.

Según documentación existente en Cartagena, un testigo presencial afirma que las últimas palabras de Sacaluga fueron ¡Viva la República!

Su sentencia no sorprendió a nadie, fue condenando a la pena de muerte por fusilamiento, sentencia que es comunicada por el Auditor Militar de la Zona Marítima de Cartagena mediante telegrama dirigido al cuartel general de Franco. La sentencia se cumplió el 29 de abril de 1939, a las 10,00 horas, siendo fusilado en el campo de deportes del Arsenal de Cartagena. Su ejecución se llevó a cabo en el Arsenal de Cartagena, según las directrices marcadas desde el Cuartel General de Franco en Burgos, unas instrucciones que entre otros denigrantes detalles incluía banda de musica, la obligación de todo el personal militar y civil del Arsenal a presenciar la ejecución, así como desfilar ante el cadáver cantando el “cara al sol” y dando vítores a Franco. Según documentación existente en Cartagena, un testigo presencial afirma que las últimas palabras de Sacaluga fueron ¡Viva la República!

Sacaluga nació en Cádiz, el 18 de octubre de 1882. Ingresó en la Armada con 24 años, en 1.906, en ella prestó servicio durante 33 años, justo hasta la fecha de su fusilamiento.

De su amplia Hoja de Servicios cabe destacar que formó parte de la comisión encargada de traer desde New York al submarino A-1, (rebautizado “IsaacPeral”),  primer submarino de combate de la Armada española, construido en USA por la Electric Boat Co.

Jefe de Máquinas en varios buques de la Flota, en 1932, siendo ya comandante maquinista, es destinado al acorazado “Jaime I”, como Jefe de Máquinas, cargo que ocupó hasta el 2 de julio de 1.937, quince días antes de la voladura del buque en Cartagena.  El 19 de mayo de 1937 fue ascendido a Teniente Coronel Maquinista de la Armada (Gaceta de Madrid de la misma fecha) y nombrado Jefe de los Servicios de Inspección de Máquinas de la Flota. Perteneció al Estado Mayor de la Flota ubicado en su buque insignia, crucero “Libertad”, participante en la batalla de Cabo de Palos, marzo de 1938, en la que la Armada republicana hundió al crucero sublevado “Baleares”. En 1938 fue nombrado Director y Jefe de Estudios de la Escuela Naval Popular de Cartagena, donde ejerció también como profesor, compaginando esta labor con la Jefatura de Inspección de Máquinas. Es autor de varios libros y publicaciones sobre temas navales. En 1937 elabora las bases para lo que sería la Escuela Naval Popular, trabajo conocido como “El proyecto Sacaluga”, un trabajo donde se hace especial hincapié en el estudio, el esfuerzo, la lealtad y la fidelidad a los principios republicanos de igualdad entre clases. 

Estaba en posesión de las siguientes condecoraciones: Cruz de Plata del Mérito Naval con distintivo rojo, Cruz de la Orden de San Hermenegildo, y Medalla de la Paz de Marruecos por su participación en la Campaña de África. Dejó esposa y nueve hijos.


Benito Sacaluga. (Nieto de Benito Sacaluga Rodríguez)

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