Miranda no olvida a los presos del campo de concentración.

72 AÑOS DEL CIERRE DEL CAMPO DE CONCENTRACIÓN DE MIRANDA DE EBRO

Setenta años después de su cierre todavía acude «mucha» gente en busca de respuestas

P. GIL / 16/01/2020

¿Te haces una idea de lo que significa ser prisionero? Es no ser. No tienes derecho a nada, aunque las convenciones internacionales hayan aprobado todo lo que se quiera decir. Como muy bien dijo el teniente que nos hizo prisioneros, para nosotros la guerra ya había terminado, pero se acercó a decirnos la posguerra que nos esperaba y que comenzaba en ese mismo momento que caímos prisioneros.

Estas palabras tan solo reflejan una pequeña parte de lo que Jesús Martínez Tessier sufrió como prisionero del campo de concentración de Miranda de Ebro. El escritor Carlos Hernández de Miguel, responsable de plasmar su experiencia sobre el papel, refleja en su obra Los campos de concentración de Franco como este tipo de espacios se crearon como parte de la estrategia del terror del Generalísimo.

Han pasado ya 72 años desde que el campo mirandés cerró sus puertas pero sin embargo hay historias que no se olvidan y esta es una de ellas, pues a día de hoy todavía acude «mucha» gente al municipio burgalés en busca de respuestas según explicó la concejala de Memoria Histórica de Miranda, Begoña González, quien detallaba a su vez que la Agrupación de Familiares de Personas Asesinadas en Los Montes de la Pedraja por medio de un convenio con el Ayuntamiento ayuda en la labor de las identificaciones a todo aquel que lo solicite a través de las pruebas de ADN.

Y es que en el campo de concentración de Miranda estuvieron recluidas miles de personas, llegando a tener una población media de 3.700 reclusos de sesenta nacionalidades diferentes. En total, 65.000 personas pasaron por allí.

González señala que hoy son pocos los restos que quedan de aquellas instalaciones pues fueron destruidas por la construcción de un complejo fabril, a excepción del depósito elevado de agua, el lavadero, la base de torre de vigilancia además de los restos del muro de cierre perimetral y un pequeño edificio que por aquel entonces era la caseta de los guardias.

También se conservan algunos objetos y escritos que actualmente se exponen en el Centro de Interpretación del campo de concentración que el Ayuntamiento puso en marcha en mayo del año pasado en memoria de los prisioneros.

El espacio recibe «cada vez más visitas» siendo agosto el mes de mayor afluencia con aproximadamente doscientas personas pues el resto del año la cifra se reduce hasta las cien.

En cuanto a procedencia señaló que la mayoría de los visitantes proceden de Vitoria y San Sebastián aunque también recibieron a turistas de otros territorios más alejados como de La Línea de la Concepción y Barcelona, según apuntó González.

Así las cosas, los restos que se pueden observar y que el Consistorio conserva están incluidos entre los bienes protegidos del Plan General de Ordenación Urbana, «para recordar a los prisioneros» y para «tener presente que esta es una parte de la historia que nunca debería haberse producido y que no debe volver a ocurrir».

Por otra parte, y en relación al campo de concentración, a la salida del centro de interpretación y cerca de los propios restos de la «prisión», el Ayuntamiento ha realizado el Jardín de la Memoria, un parque ejecutado que mantiene vivo el recuerdo de lo presos del antiguo espacio de Miranda.

La historia del campo se remonta a cuando el Gobierno de Franco dio la orden de construir este campo el cinco de julio de 1937 para que albergase a los numerosos prisioneros de guerra que procedían de la toma de Bilbao.

Ubicado en unos terrenos junto al río Bayas y a la línea férrea Castejón-Bilbao, ocupó en su momento una superficie de unos 42.000 metros cuadrados. Ahora «ya han pasado 72 años pero el campo de concentración sigue estando presente», concluyó la concejal de Memoria Histórica.

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