Navarra. Huesos que alivian memoria y silencio

Nada más empezar a limpiar la zona y levantar la tierra, salen a la luz los primeros huesos de cinco personas fusiladas y enterradas en la falda del monte Ezkaba, en Berriozar, en la zona de Esparceta. A su vez, brotan las primeras lágrimas, de alegría y emoción, tras 77 años.

Gara | Maider Iantzi | 10-4-2015

«Significa una alegría encontrar estos huesos de personas que mataron sin culpa ni nada», declaraba Juanito Urdaniz, testigo vivo de los fusilamientos tras la fuga del fuerte de San Cristóbal, ocurrida el 22 de mayo de 1938. Este vecino de Berriozar tenía 13 años cuando sucedieron estos hechos en un pueblecito de apenas 24 vecinos. A los 90 años, lo recuerda todo con nitidez.

Él ha sido siempre el que ha indicado el lugar donde enterraron a cinco de los fusilados, en la falda del monte Ezkaba, en la zona llamada Esparceta. Juanito ha paseado por aquí infinidad de veces, pero esta visita es muy especial.

Por iniciativa del Ayuntamiento de Berriozar, que conocía la historia de estos fusilamientos por la transmisión oral de los mayores a los jóvenes, Aranzadi ha comenzado la prospección en el punto donde testigos como Urdaniz señalaban que había dos enterramientos, uno al lado del otro. En uno de ellos, se buscan restos de cuatro personas, y en el otro, el de una. Y efectivamente. «¡Van a estar los cuatro aquí!», exclamaba una vecina. «Dónde tú habías dicho la primera vez», le felicitó otro vecino, Joaquín Urtasun, a Juanito.

En palabras de Joaquín, que no perdía detalle de los trabajos de los técnicos de Aranzadi, este es el homenaje del pueblo que «entonces no pudo hacer nada», es la manera de «dar una sepultura digna y reconocer que fueron injustamente asesinados». Carmelo Urra, al que denominan «el historiador de Berriozar», añadía que «se están salvando la memoria y el silencio; es una doble salvación».

Miles de historias

En torno a estos enterramientos salen miles de historias, como la de las mujeres que subían a las fincas que hay arriba con el almuerzo y se alejaban del camino como respeto al cementerio. O como el tremendo susto del padre de Juanito al que por poco lo matan confundiéndole con uno de los huidos del fuerte. «Ahí cazaba palomas de pequeño», contó otro vecino, que vino de Andalucía a los 5 años y que vive en Berriozar desde 1971, señalando el lugar donde trabajan los técnicos. Dice que en el pueblo se oía algo…

Juanito recuerda que cuatro de los 795 presos huidos de San Cristóbal se entregaron en Artica y que de allí los llevaron a Berriozar, donde pasaron la noche en la escuela. Micaela Cámara, la esposa del maestro, les dio la cena y al día siguiente los uniformados los fusilaron. Antes, les dieron la oportunidad de confesarse. Solo uno lo hizo. Días después, fue entregada la quinta persona, trasladada en el autobús Imoztarra, fusilada y abandonada en Esparceta sin enterrar. Urdaniz comentó que fue un vecino, Baltasar Etxeberria, quien le dio la sepultura después de ver cómo los bichos le habían comido los ojos.

Hedy Herrero Hernán, colaboradora de la asociación Txinparta, que no cesó de pulsar el botón de su cámara y que pedía «tres kilos de kleenex», explicaba a GARA por qué ha hecho suyo este hallazgo.

Varona Clemente y Hernán

No se sabe seguro quiénes son estos cinco fusilados, aún se tienen que identificar los huesos, pero se dan dos nombres: José Varona Clemente, de Pancorbo, Burgos, de 25 años; y Saturnino Ichaso Bea, de Zolina, Nafarroa. El abuelo de Hedy, Teodoro Hernán Aguado, se fugó junto a José. Los detuvieron y juzgaron juntos. Eran muy amigos y cuando la familia de Hedy se enteró de que habían matado a José se llevó un gran disgusto. «El abuelo contaba que en un momento lo perdió de vista. Siempre pensó que logró escapar. Murió con esa idea», relató con los ojos llorosos, y afirmó que han localizado a una prima de José.

También seguían la prospección Raúl Maiza, teniente de alcalde del Ayuntamiento de Berriozar, y el parlamentario navarro Víctor Rubio, ambos de EH Bildu. Este último, además de trabajar en la Comisión técnica sobre Memoria Histórica es nieto de un fusilado –encontraron los huesos de su abuelo en 1980, en La Rioja–. El parlamentario indicó que en esta legislatura se ha aprobado la Ley de la Memoria Histórica que el Gobierno navarro no cumple, por lo que son los ayuntamientos quienes asumen el trabajo. Afirmó que EH Bildu está dispuesta a hacer la labor que, en su opinión, deberían hacer los gobiernos de Madrid e Iruñea.

Apuntó que en Nafarroa se conocen decenas de fosas; lo que pasa es que las exhumaciones son bastante caras y los familiares no pueden pagarlas. Informó que quedan restos de más de mil personas sin salir a la luz. Pero la verdad es que no se sabe cuántas son, solo se sabe lo que se cuenta… y, como dijo Rubio, la gente se ha acostumbrado a vivir toda la vida con un secreto dentro, un gran secreto que no podía contar y que le decían que no era verdad.

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