La dramaturga y actriz Alessandra García recrea la manifestación de 1977 que cambió el paso en Andalucía en el libro ‘Oú’, una propuesta poética, teatral y literaria.
- Raúl Bocanegra / Sevilla–
Alessandra García (Málaga, 1984) es dramaturga, actriz, creadora escénica, performer… “Y autónoma”, dice con humor. García, que obtuvo un premio Max en 2022 por Mujer en cinta de correr sobre fondo negro, es la autora de Oú (Disbauxa Editorial), un artefacto literario y escénico que funciona como un libro de poemas, como un potente dispositivo teatral, como un álbum de fotos para ejercitar la memoria y como una reivindicación, también.
El título, Oú, minimalista y al punto, sonará familiar a quien lea desde Andalucía. “Es una reivindicación de nuestro dialecto. Siento que es una expresión pura, y que es muy acertada para expresar nuestras emociones. Oú puede significar algo muy positivo, y algo muy negativo también. Me gusta mucho esa ambigüedad tan bonita de la palabra. Y también es verdad que son las mínimas letras. [La redacción] ojú, ohú también podría ser, pero la O y la U ya cuentan la historia”.
La historia que se cuenta en Oú es la del 4D de 1977, aquel día de explosión callejera que impulsó de manera decidida la autonomía andaluza, en la que se depositaron grandes esperanzas de cambio y que tuvo como contrapunto trágico la muerte, el asesinato, del joven, de 18 años, Manuel José García Caparrós en Málaga: es muy recomendable para comprender qué sucedió el documental 23 disparos, de Jorge Laplace, disponible en Filmin.
La propuesta de García consiste en esto: “Creamos el dispositivo escénico, la gente acude a la obra y la obra en sí es una manifestación, en la que el público termina formando parte de todo el embolao. Llegas como público y en pocos minutos te das cuenta de que vas a representar la manifestación del 4D en Málaga”.
“A nivel escénico —añade García en conversación con Público—, me parece una dramaturgia muy interesante. Partimos de una emoción muy positiva con una incertidumbre muy grande de lo que va a pasar. Había gente que no había ido nunca a una manifestación, había gente que llevaba 30 años sin ir. Que se haga un arco iris emocional de todo lo que sucedió me parece algo escénicamente muy potente”.
García rompe una lanza, además de por García Caparrós, también por Juan Manuel Trinidad Berlanga, otro joven, de 18 años: “Se le recuerda muy poco”. Trinidad, recupera García, “fue el muchacho que escaló Diputación y con ese ímpetu que le llevó a ponerse la bandera en la boca, casera y artesanal y a hincarla al lado de la de España, que estaba allí sola”.
Su acto causó la indignación del presidente de la Diputación, el falangista Francisco Cabeza, quien indignado ordenó a la Policía Armada salir. Pelotas de caucho se lanzaron y el humo salió de los botes. “Estoy segura —reflexiona García hoy— de que ese hombre en algún momento sintió culpa. Y no tuvo la culpa de nada, al revés. Él lo que hizo fue hacer justicia poética con un hombre inepto, Cabeza, que no quería poner la bandera”.
El significado del 4D
¿Oú se ha representado delante de gente que estuvo en la manifestación? “Siempre hay alguien que ha estado. Lo viven con la sensación de que fue uno de los momentos más importantes de su vida. No hay persona que no me lo cuente como algo que les marca. Lo recuerdan como si fuera ayer, la emoción les atraviesa el cuerpo. La gente tiene la necesidad de decir: ‘yo estuve allí’. Nos lo dicen cuando terminamos”.
“El 4D es un acontecimiento histórico contemporáneo —reflexiona García—. La fortuna de recordarlo ahora es realzar en vida al pueblo que estuvo, decirle: ‘muchas gracias por ir ese día, qué bien que fueras’. Siento que es importante revitalizarlo en la alegría que fue, que estamos con tantas penas. Y este día que fue tan alegre que se cuente, aunque tuviera ese hecho fatídico”.
García deja una serie de agudas y empáticas reflexiones sobre Andalucía y lo que representó el 4D. “Siento que o están las folclóricas o están los intelectuales o nos representan las vírgenes, lo religioso, pero que el andaluz anónimo no nos representa. Estamos huérfanas del héroe anónimo en Andalucía. Estamos muy olvidadas de las luchas anónimas del pueblo andaluz. Esa es mi pena”.
“Siento que en otras comunidades existe el obrero anónimo, que hay mucha historia anónima, que hay un montón de acontecimientos que el pueblo sabe, que hicieron no sé qué, no sé cuanto. Y aquí en Andalucía o eres virgen o eres cantaora, y en el masculino o eres famoso o eres cristo, pero el colectivo anónimo, la intrahistoria andaluza no existe.
¿Estas ideas entroncan con el 4D como un referente de lo anónimo, de la reivindicación colectiva, de la voz de un pueblo, podría, tal vez, afirmarse? “Eso es lo grande de ese acontecimiento, que lo hizo la gente de los bloques, de los barrios, que se cogieron autobuses para ir a las capitales a pelear desde un fervor por lo colectivo. Había mucha gente que no sabía realmente, que solo sabía que iba a ser bueno: ‘esto va a traer pan, trabajo, que estamos en el subdesarrollo en niveles muy altos’. Esa fe se puso en común, fue un ágape de colectividad hacia algo bueno”, reflexiona García.
“Eso es muy valioso, porque no tenemos memoria colectiva del andaluz de a pie. Y sabemos hacer muchas cosas más que tocar las palmas y gritar guapa y abrir las puertas para que venga la gente. Somos buenos anfitriones, pero también sabemos pelear”, agrega García.
“Es mi humilde reivindicación —remacha García—, la de una muchacha que no lo vivió. Solo hay que escarbar un poco y saber que aquí se ha luchado. Siento que está todo tan polarizado, que la política diferencia más que nunca. En 1977 se unieron. Eso me parece muy atractivo, que estuviéramos por encima de los partidos en esa manifestación, no fue una manifestación de unos o de otros, no. Es de todo el mundo. Podríamos conseguir más cosas si no se dividieran las manifestaciones”.
Desconocimiento y memoria
La idea que desembocó en Oú arrancó en 2017, justo cuando se cumplían los 40 años de las manifestaciones. García dirige el taller de Teatro de la Universidad de Málaga y en aquel momento tenía la pulsión de hacer teatro documental. Le sorprendió no saber apenas nada del acontecimiento: “Me lo topé. Yo no sabía ni nadie me había contado”.
Durante los años de Gobierno del PSOE, la referencia señera de la conquista de la autonomía fue siempre el 28F. Las manifestaciones del 4D quedaron en un segundo plano, reivindicadas siempre por las izquierdas y el andalucismo, pero fuera de la institucionalidad. Esto tuvo sus consecuencias. Hoy, según revela el último sondeo del Centro de Estudios Andaluces sobre la identidad, el 67% de los encuestados afirma no saber qué se celebra el 4D.
García contactó entonces, hace siete años, con Fernando Arcas, profesor de la Universidad de Málaga, historiador, y se informó. La editorial Disbauxa le contactó años después y le pidió que le mandara lo más andaluz que tuviera. “Lo más andaluz es el Oú. A partir de ahí, ya escribí los textos poéticos“, cuenta la autora.
Para García, no fue casual ese ‘olvido’ del 4D en los años socialistas: “Siento que quedó como una vergüenza por la mala praxis de la Policía y esa poca vergüenza de no aceptar que se habían equivocado y de no decir: ‘este hombre ha matado a este hombre, no quería asesinarlo’. Pero lo ha asesinado, lo ha dejado morir y no ha hecho nada al respecto y lo ha matado. Y como es una vergüenza se tapa. Algo muy típico de la política”
Desde la llegada de Moreno Bonilla al poder, se ha mantenido la institucionalidad y la pompa del 28F, pero además, este ha recuperado el 4D y lo ha declarado Día de la Bandera. El presidente de la Junta ha visto un filón, una veta sin explotar en la efeméride.
¿Cree García que hay mala memoria en Andalucía? “Siento que nos desmerecemos, que desmerecemos lo que hacemos, como que hay un no darnos importancia y darle mucha a lo que miramos. No hay esa introspección, ese automimarte, ese autocuidarte, ese decir: ‘oye'”.
García deja, como remate de su propuesta, una idea para reivindicar el 4D: “Sería una fantasía que todos los colegios representen esta manifestación. Me encantaría que jugaran a representar esta manifestación. El dispositivo escénico es en realidad un recetario para que cualquier persona pueda representarlo, sin mí, sin el elenco y sin nada, que la peña, el instituto, el grupo de teatro amateur, pueda coger Oú y representarlo”.