Pamplona. “Han pasado 40 años desde que alguien dio o consintió la orden ‘No os importe matar”.

Los Sanfermines rotos de 1978 dejaron más de 150 heridos en Pamplona, 11 ellos de bala, y un muerto: el activista político Germán Rodríguez, que cayó abatido a los 27 años por un disparo efectuado por las fuerzas de seguridad del Estado

ELDIARIO.ES | MIGUEL M. ARIZTEGI | 1-7-018 – 19:43h

Los Sanfermines rotos de 1978 dejaron más de 150 heridos en Pamplona, 11 ellos de bala, y un muerto: el activista político Germán Rodríguez, que cayó abatido a los 27 años por un disparo efectuado por las fuerzas de seguridad del Estado el 8 de julio, durante los disturbios que siguieron a la intervención de los grises en la plaza de toros de la capital navarra.

Unas horas antes, una pancarta prendió la mecha de la represión. Pedía ¡Amnistía Total, Presoak Kalera, Sanfermines sin Presos! La reacción de la policía armada fue desproporcionada: irrumpió en el coso pasando literalmente por encima de los txikis de las peñas (los socios más jóvenes, niños) y comenzó a disparar sin miramientos hacia el tendido con el material antidisturbios de la época: gases lacrimógenos y pelotas de goma.

Horas más tarde, con la ciudad ya convertida en un campo de batalla, las Brigadas Antidisturbios de la Policía Nacional disparaban fuego real contra los alborotadores, pero también contra población que se vio envuelta en las algaradas, edificios institucionales y cualquiera que osase salir a la calle. De entonces es la frase de un mando policial “no os importe matar”. Clara, concisa, y de consecuencias inmediatas: Germán Rodríguez cayó  muerto de un tiro en la frente disparado por la Policía en la avenida Roncesvalles, aledaña a la plaza de toros de Pamplona.

Durante los sucesos gobernaba España la Unión del Centro Democrático de Adolfo Suárez, con Rodolfo Martín Villa como ministro del Interior. A las instituciones de la transición les pareció suficiente trasladar de destino a los mandos implicados y el asunto fue archivado sin llegar a juzgar a nadie.

La lucha contra la impunidad que rodea a estos sucesos es un trabajo compartido por las instituciones navarras, la plataforma  San Fermines 78 gogoan y otros actores relacionados con la memoria histórica. 

Es el caso del equipo de investigación de la Universidad Pública de Navarra dirigido por Kepa Fernández de Larrinoa, Santiago Martínez Magdalena, Txuri Ollo Gorriti, así como Karlos María Irujo Asurmendi y Cristina Saura. Realizan un estudio que analiza la construcción de la memoria familiar, social e institucional de Germán Rodríguez Saiz.

Además del de Germán, el estudio aborda un total de cuatro casos de violencia de motivación política: José Luis Cano, Gladys del Estal y Mikel Zabalza. El director del trabajo, Kepa Fernández de Larrinoa, nos habla de su trabajo.

– Pretendemos analizar desde la antropología social la constitución de la memoria, su transmisión y reproducción. Y en ese proceso, cómo las memorias pueden transformarse. No es una cosa abstracta, no es un hecho dado, sino un hecho en continuo dinamismo: dialéctico y dialógico. Memoria social, memoria institucional y memoria familiar. La social e institucional están cerca de lo que se conoce como memoria histórica hoy en día. Después de la Transición, había particulares que no sabían nada de sus familiares desaparecidos, y los empiezan a buscar. Se asocian. Y como no reciben respuestas, acaban configurando un movimiento político. Y un asunto familiar como dónde está mi padre o mi abuelo. Qué pasó aquí o allá acaba siendo una cuestión social y política.

 

 – Resulta llamativo que el estudio se realice 40 años después de sucedidos los hechos.

– Sigue siendo un asunto político hoy en día porque desde las instituciones no se ha trabajado para cerrar esta situación con la excusa de que hablar de ello supone reabrir las heridas. Pero esas heridas nunca cerraron. Nosotros vemos la relación entre las memorias familiar, social e institucional en casos concretos de personas con familiares que murieron por la violencia policial o de grupos paramilitares. Según qué tipo de gobiernos presentan unas actitudes u otras. La memoria se configura así como un sistema cultural. Trabaja con herramientas culturales que permiten crear recuerdos, o que los recuerdos no se establezcan. Promoverlos, divulgarlos, o todo lo contrario: que no haya recuerdo de un hecho concreto.

 

– ¿Es lo que ocurrió durante todos estos años con Germán Rodríguez?

– El caso concreto de Germán Rodríguez constituye un no recuerdo que está ahí presente desde que ocurrieron los hechos. Hay mecanismos que hoy piden esclarecer los hechos, para ver qué ocurrió. Y otras narrativas intentan esconder que una persona murió en los Sanfermines de 1978 por heridas de bala provocadas por la policía armada. Los dos hospitales estuvieron colapsados… desde 1978 hasta 2018 se ha recordado el hecho, pero las instituciones políticas, el Ayuntamiento de Pamplona y el Gobierno de Navarra, entonces Diputación, estuvieron involucradas en el hecho.

 

– Es un hecho no cerrado todavía.

– La memoria social de Germán Rodríguez apunta a que cuando los hechos ocurrieron se daba una discusión política en lo que más tarde hemos entendido como transición: una postura era la ruptura con el régimen anterior y otra era el pactismo. Germán era militante de la Liga Comunista Revolucionaria, por lo que los recuerdos de sus allegados se producen en un contexto de militancia compartida. Era una época dura, violenta, con muchas huelgas, con mucha represión, con atentados por parte de ETA. Un momento sanguinario.

 

– ¿Cómo enmarcan los sucesos de Sanfermines 78 en ese contexto?

– El caso de Sanfermines 78 es prototípico: simboliza la lucha entre las fuerzas rupturistas que querían una vuelta al gobierno republicano legítimo anterior y una España que fuese una continuidad del gobierno franquista. El pulso se dio en las calles y en las negociaciones entre partidos. Son esos partidos a los que hoy les achacan ser los creadores del régimen del 78. Dieron un viso de democracia al régimen para poder entrar en Europa y el Mercado Común, pero eso obligó a olvidar cosas pendientes del franquismo. Es un problema grave que sigue sin solucionarse. Parece que están esperando a que mueran los supervivientes, pero no solo los protagonistas, también sus hijos y nietos. No creo que sea una forma de abordar el problema. La memoria histórica es un asunto inacabado, y aunque ya es muy tarde, hay que abordarlo.

 

– ¿Qué ocurrió aquella tarde del 8 de julio de 1978?

– Una pancarta de amnistía en la plaza de toros fue el detonante de las cargas policiales. Pero conviene recordar que una de las peñas de Pamplona ya llevó en el año 1977 la palabra Amnistía bien visible en su pancarta. ¿Cómo es que al año siguiente provocó un ataque tan barbárico? Algo estaba pasando. Los testimonios dicen que había mucha más Policía de lo habitual, destacamentos de fuera. La entrada a la plaza de toros fue tan rápida y tan violenta que incluso pasaron por encima de críos, y algunos todavía hoy sufren las secuelas físicas de esa carga. A todo eso no se ha dado respuesta. Tampoco al fuego real con que se confrontó a los manifestantes por las calles por parte de las fuerzas de orden público, que también están involucradas en el destrozo de mobiliario público y edificios institucionales. Fue una batalla campal. Una guerra. Había órdenes claras, y los testimonios, los vídeos, los programas de radio evidencian una frase bien dura: “No os importe matar”, y han pasado 40 años sin exigir responsabilidades ante quien dio esa orden o consintió.

 

– Es un tema que trasciende lo personal.

– Es la historia de una ciudad atacada, asediada, de unos Sanfermines vilipendiados. Los Sanfermines son unas fiestas de violencia: toros que se matan, el encierro, la violencia física, los excesos con la comida y la bebida, no dormir… pero la violencia que acaba en muerte rompió la fiesta. Una familia que perdió un hijo, unos amigos, un crimen no juzgado, olvidado. No pasó a la historia como un crimen, por lo que la memoria de Germán es la memoria de un olvido institucional y jurídico-legal.

 

– Si hasta ahora las instituciones no se han acordado de él, sí los movimientos ciudadanos.

– El monumento al encierro de Pamplona está encima de donde estaba el monolito de Germán, donde cayó muerto Germán, por lo que su estela, y el monumento que se ha inaugurado este pasado viernes está desplazado. Fueron los gobiernos municipales de Pamplona los que provocaron esto. Es un monumento al encierro destinado a olvidar lo que allí ocurrió.

 

– En su estudio recogen los casos de otras personas que sufrieron la violencia institucional, como Gladys del Estal, José Luis Cano y Mikel Zabalza.

– Violencia institucional, víctimas de la violencia de los funcionarios del Estado y de miembros de la extrema derecha. En aquella época, aparte de las fuerzas de seguridad del Estado, la Policía Armada y la Guardia Civil, también operaban grupos como los Guerrilleros de Cristo Rey. Y posteriormente aparecieron otros grupos como el Batallón Vasco Español, la triple A o incluso los GAL.

 

– ¿Esto explica la imposibilidad de desclasificar algunos documentos?

– Invita a pensar en que quienes hablan del Régimen del 78 tienen razón. Hay un pacto de silencio y de continuidad franquista, que colabora con los nuevos partidos en un maquillaje democrático. No hubo cambios en el sistema jurídico, ni en el policial, pues los puestos claves los ocupan personas afines a las representantes del régimen anterior.

 

– Estos días se habla mucho del traslado de los restos de Franco del valle de los Caídos.

– El modelo más claro es el del alcalde de Pamplona, Joseba Asiron. Él sí trasladó los restos de Mola y Sanjurjo del Monumento a los Caídos de Pamplona. Fueron exhumados y renombrada la plaza por plaza de la Libertad. Lo hizo dialogando con las familias. Lo ha hecho bien. El caso del valle de los Caídos y Franco lo veo exactamente igual. Es Madrid, y hay más grupos de presión en uno y otro sentido, pero en el fondo lo veo igual. No se puede estar sufragando con dinero público el mausoleo de un dictador. Sus restos deben ser exhumados y devueltos a su familia. Y su familia debe devolver lo que ha usurpado. Es hora de cerrar este asunto.

 

– También son noticia las medallas concedidas al represor ‘Billy el niño’.

– La política gubernamental la han llevado diferentes partidos, y todos hasta ahora han decidido no investigar y no juzgar estos casos. Y no solo eso, sino apoyar la carrera funcionarial de estas personas. No son apartadas inmediatamente de su cargo, sino que son premiadas. Cuando se llevaron los restos de Mola fue recibido con honores militares en Melilla. Es un mundo sin ética. La transición se consensuó entre quienes cedieron a ese consenso, pero dejaron en las cunetas, a veces literalmente incluso, a muchas víctimas que todavía no han sido reconocidas.

https://www.eldiario.es/norte/navarra/ultima_hora/pasado-alguien-consintio-orden-importe_0_788121361.html