Paterna (Valencia). “¿Quieres trabajo, rojo?, ves al cementerio a enterrar a los tuyos”

“¿Quieres trabajo, rojo?, ves al cementerio a enterrar a los tuyos”

La historia de LEONCIO BADIA el enterrador de Paterna

Memoria Histórica Moncada

Gracias a la información decisiva y clandestina que Leoncio pudo dar a muchos de los parientes de los fusilados en el Paredón de El Terrer, ochenta años después supieron donde se encontraban los restos de los parientes fusilados.
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Cuando finalizó la guerra Leoncio tenía 34 años, fue condenado a muerte. Debido a su ideología izquierdista y republicana nadie le daba trabajo y su familia empezó a pasar de todas necesidades. Acudió al alcalde de Paterna para pedirle un empleo y este le dijo: “¿Quieres trabajo rojo?, pues ves al cementerio a enterrar a los tuyos”. Más que un trabajo fue una condena, después de que le permutaran la pena capital.
Entre 1939 y 1945, los años más duros de la posguerra y la represión franquista, Leoncio que quería ser maestro y enseñó a leer y escribir a cientos de vecinos en la cueva donde vivía, se convirtió en el sepulturero oficial del cementerio municipal de Paterna.
En esos años Leoncio fue testigo de los 2.238 espantosos asesinatos y humillaciones que ocurrieron en el propio cementerio y en el Paredón de España a 200 metros de este. Prácticamente todos los asesinados fueron enterrados por Leoncio con sus propias manos
El suelo del cementerio de Paterna se fue llenando de fosas comunes donde Leoncio debía enterrar a los asesinados , pero todas las noches antes de hacerlo, cuando los asesinos se retiraban a sus casas y el cementerio quedaba solo y en silencio, junto a un grupo de mujeres voluntarias lavaban y limpiaban con mimo los cuerpos para que los familiares, con los que previamente se habían citado, consiguieran verlos dignamente y pudieran darles su último adiós.
Colocaba al lado de los cadáveres pequeñas botellas de cristal con sus nombres, les recortaba trozos de ropa, y recogía los objetos que llevaban (una corbata, un pañuelo con las iniciales bordadas, botones, anillos…) para entregárselos a las familias y tuvieran un recuerdo. Les contaba cómo, cuando habían sido ejecutados y donde estaban enterrados exactamente. Leoncio aportó dignidad, Memoria y consuelo a muchas vidas rotas y se desvivió por preservar esa dignidad en todo momento.
Sin Leoncio no hubiese existido lo que ahora ochenta años más tarde es posible: los procesos de localización, excavación y exhumación de los asesinados.
Leoncio diariamente tuvo que enterrar a amigos y compañeros, había días en los que enterraban a más de treinta inocentes asesinados y otros tantos por la tarde, convocaba a los familiares de madrugada en la oscuridad de la noche para mostrarles los cuerpos, pero si pudiésemos destacar uno fue en la madrugada de 25 de mayo del año 1941 cuando al cementerio de Paterna acudieron los familiares del científico Juan Peset Aleixandre, el cual pudo ser trasladado al cementerio de Valencia.
Pero…¿Cuántos más Leoncios existieron?
 
Salud y Memoria
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