Primera mujer exhumada en la fosa común de Córdoba, que suma 11 represaliados por el franquismo

 

Los trabajos arqueológicos en el cementerio de La Salud de Córdoba avanzan, superando la decena de cuerpos recuperados

El primer esqueleto femenino muestra evidencias de muerte violenta, con huesos rotos y aparición de un proyectil de fusil Máuser

Se trata de la primera fosa común en la que participa directamente el Gobierno de España desde la época de José Luis Rodríguez Zapatero

Juan Miguel Baquero – Córdoba – 15/02/2019 – 11:44 h

Huesos rotos a golpes. Y un proyectil de fusil Máuser. Son las evidencias de muerte violenta que han aparecido en la primera mujer exhumada de las fosas comunes del cementerio de Nuestra Señora de la Salud de Córdoba. Los trabajos arqueológicos continúan, y ya suman 11 personas recuperadas.

La intervención en la ciudad califal es la primera en la que participa directamente el Gobierno de España desde el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero. Lo hace a través del Ministerio de Justicia y la Dirección General de Memoria Histórica y junto a instituciones como la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento cordobés.

Córdoba acumula miles de víctimas del franquismo. En La Salud hay documentados más de 1.800 asesinados por los golpistas y otros 2.500 en el camposanto de San Rafael. Andalucía es la región española con más desaparecidos forzados, con al menos 45.566 muertos arrojados a 708 fosas comunes.

Una de estas víctimas es la mujer cuyo cuerpo quedó tirado en la tierra, a merced de la violencia franquista. Los restos óseos presentaban fracturas perimortem. Y junto a los huesos había alojado al menos un elemento de balística, como ha comprobado eldiario.es Andalucía.

“Las ruinas de la democracia”

“¿Eso que son ruinas romanas?”, pregunta un visitante del cementerio. El tono desliza cierto deje sarcástico. “Son las ruinas de la democracia de este país”, le responde una voz cerca de la tierra abierta.

Los trabajos arqueológicos avivan la quietud cotidiana de los cementerios. Siempre remueve conciencias, historias quietas. Memorias silentes.

En los pueblos suele copar las conversaciones. En una ciudad, como Córdoba, el goteo de personas es casi constante. La curiosidad aparece como una tarea ordinaria. Los ojos asoman por las vallas que delimitan los trabajos.

Y a veces aparecen nuevas descendientes de víctimas. E incluso nuevos relatos y testimonios que certifican el terror franquista.

“Mi padre vio cómo los fusilaban”

“Allí”. Rafael Guerra señala la tapia del cementerio que linda con la actual Jefatura de Policía Local. “Les decían ‘adónde váis, pararse ahí’… pum, pum, pum… Ea”, relata. Ahí quedaban unos muertos más.

Rafael sabe de estos trágicos episodios por su padre, Francisco. “Mi padre vio como los fusilaban”, sostiene. “Nos lo contaba para que supiéramos lo que había, pero nos avisaba siempre que fuera, en la calle, no dijéramos nada”, recuerda. Era una suerte de doble protección, entiende.

Los franquistas obligaron a Francisco a ver ejecuciones. Tras la primera, narraba, estuvo tres días en cama, casi sin poder reaccionar. Es la pedagogía del terror que aplican los golpistas.

Y los obreros estaban en el centro de la diana. Muchos caminaban a diario cerca de La Salud para ir al tajo. “Un día vieron fusilar a dos hermanos que trabajaban ahí en la Electromecánica, no veas cómo llegaron ese día a la empresa”.

“Mi padre me contaba que era terrible pasar cerca del cementerio”, dice Rafael. “¿Más de 4.000 asesinados aquí en Córdoba? Claro que los hay. Mi padre decía que ahí llegaban los camiones y decían ‘venga, abajo todo el mundo’. Y al otro día la misma historia. Ahí en la ‘parilla’ -el muro, el paredón- donde están los municipales ahora”, cuenta.

Sobre las fosas comunes, y los muertos tirados en cunetas, tiene una visión clara que casa con el deber de Memoria. “No debería haber ninguno así enterrado, por lo menos enterrarlos decentemente. El trabajo que están haciendo es inconmensurable”, subraya. Y finaliza: “Si yo supiera que mi padre está ahí tirado…”, resopla, “por lo menos lucharía para darle un sitio digno”.

El equipo técnico encargado de las tareas en La Salud “informa que, aproximadamente entre las 12 y las 13.30 h del jueves, tuvo lugar la exhumación de la primera mujer represaliada como consecuencia de la acción franquista”, confirma un comunicado. La certificación de “los episodios de violencia” aparecen “en forma de balística (proyectil de fusil Máuser) y daños perimortem en un sujeto femenino adulto, edad aún por determinar, y todavía en proceso de estudio”, explica.

Las arqueólogas, y el antropólogo Juan Manuel Guijo, notifican el registro y exhumación de hasta 11 personas “asesinadas tras los acontecimientos represivos desatados a raíz del golpe militar de julio de 1936”. Todas estaban “localizadas en estructuras funerarias pertenecientes al cuadro de San Ramón” del cementerio de La Salud. Los trabajos de investigación “continúan desarrollándose de forma paralela a los trabajos de campo”, señalan.

“Estamos aquí para que descanséis”

“Estamos aquí para que descanséis, cerréis vuestro duelo y alcancéis la justicia de una vez por todas”. La directora arqueológica de la excavación en el cementerio de La Salud, Elena Vera, dirigía estas palabras a los familiares de las víctimas del franquismo el 10 de enero de 2019. Eran ellos, hijas, hijos, nietas y nietos de los represaliados, quienes daban las primeras paladas para hacer hablar a una tierra silenciada durante décadas, como contaba Carmen Reina.

“Hoy es un día grande”, decía Francisco Sánchez, emocionado. “Hemos pasado mucho, mucho”, explicaba mientras pisaba el suelo bajo el que espera encontrar a su padre, tres tíos y dos tías. También está ahí el padre de Antonio Cabello. Y el de Antonio Deza, y portavoz de la asociación de familiares ‘Dejadnos Llorar’, y su tío. “Para todos es un momento muy emocionante. Es el sueño de muchos. Para los que nacimos en 1936, a los 83 años estamos a la espera de coger sus restos, besarlos y darles sepultura digna“.

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