Puente Génave (Jaén). “Reencuentro” de una familia separada por el franquismo.

Una francesa halla en Puente de Génave a sus parientes por parte de su abuelo, exiliado en 1939

MANU IBÁÑEZ/ 04/03

Corría el mes de febrero de 1939 cuando José Marín Sánchez, un vecino de Peñolite (Puente de Génave) de dieciocho años cruzó la frontera francesa. Pertenecer a la Quinta del Biberón que luchó en el bando republicano de la Guerra Civil le había convertido en persona “non grata” para el nuevo régimen, por lo que se vio obligado a dejar atrás a sus padres, Francisco Marín Samblás y Ramona Sánchez Niño, y a sus cuatro hermanos, Felipa, Ambrosia, Venancio y María Luisa. A los primeros no volvió a verlos nunca más.

En el país galo —donde le cambiaron el apellido por Marino— comenzó una vida al margen de los suyos. Primero fue a parar al campo de refugiados de Le Barcarès, municipio del departamento de los Pirineos Orientales. Después, formó parte del segundo regimiento de infantería, que se disolvió en 1940, fue trabajador agrícola y albañil, y pidió asilo en la Oficina Francesa de Protección a las Personas Refugiadas y Apátridas (Ofpra). En tierras francesas también se enamoró de Julien Savary, con la que se casó el 27 de marzo de 1948. Ambos formaron una familia feliz en la comuna de Pont-Remy, en el Somme, región en la que también se asentaron otros exiliados españoles del franquismo, pero Marín nunca dejó de sentirse ligado a la casa que le vio nacer en la Sierra de Segura. A su querido terruño sólo volvió una vez, en los sesenta del siglo pasado. Le ayudó su tío Venancio, con el que viajó a Jaén desde Barcelona. La visita, sin embargo, fue breve. Marín murió en enero de 2007, lejos de su hogar y cubierto por el polvo del país vecino, como cantó Serrat de Machado.

También oculta y casi olvidada permaneció esta historia durante más de una década hasta hace unas semanas. La rescató una de las nietas de Marín, Delphine Marino, vecina de Clermont de l’Oise, una población del norte de Francia que se encuentra a 60 kilómetros de París. A través de las redes sociales, compartió la foto de su abuelo, junto a la información que sobre su pasado conocía, y emprendió, llena de ilusión, la complicada misión de encontrar familiares en Puente de Génave, a pesar de que ni siquiera sabía si quedaba alguno en el municipio. “Siempre he sentido un vacío en lo más profundo de mí. He estado en España varias veces y me he sentido muy a gusto allí, por eso siempre digo que, aunque nací en Francia, mi corazón tiene una parte española”, explica Marino a este periódico.

A partir de ahí, la magia de internet hizo su trabajo. Apenas una semana después, la fotografía de José Marín llegó hasta Goyo Gallego, un vecino de Puente de Génave. Fue a través de una amiga. “En cuanto la vi, me di cuenta de que la persona de la foto se parecía a mí”, confiesa, si bien fue el hecho de que en la publicación se contara que los padres de aquel hombre se llamaban Ramona y Francisco, como sus bisabuelos, lo que le llevó a concluir que él podía ser uno de esos parientes a los que buscaba Marino. Sólo la ligera diferencia en el apellido —Marín, Marino— generó algunas dudas. Para resolverlas, Gallego decidió entregar la fotografía a su madre, Pepa Ruiz, de 82 años, quien, tras observarla unos segundos, concluyó entre lágrimas: “Este es mi tío José, el que se fue a Francia”. La búsqueda de Delphine Marino había concluido de forma exitosa.

“Nos ha hecho mucha ilusión”, indica Gallego, que explica que, además de él, Marino tiene más primos en la zona, pero que también podría haberlos en Málaga, Madrid, Valencia y Barcelona. Lo que sí está claro es que la misión de esta francesa no quedará culminada hasta que visite por primera vez Puente de Génave y Peñolite. “Está invitada a venir cuando quiera”, asegura, feliz, el vecino puenteño.

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